El tiempo es una cosa de esas que escapan por completo a nuestro control; es efímero, es insustancial y por supuesto es subjetivo. Cada vez que uno necesita se estrecha; cuando uno quiere se acorta y siempre que se quieren acelerar las manecillas, estas se ralentizan hasta casi detenerse...
También tiene que ver con no poder administrarlo bien. Claro está, que eso último suena a una medida tecnócrata como todas aquellas de nuestra "moderna" sociedad. La cual nos exige tener plena responsabilidad de nuestras acciones y especialmente que cada cosa que tengamos sea tratada y manejada como un bien. Así las cosas, poderlo usar, abusar de el, comprarlo, venderlo y por supuesto: administrarlo.
También tiene que ver con no poder administrarlo bien. Claro está, que eso último suena a una medida tecnócrata como todas aquellas de nuestra "moderna" sociedad. La cual nos exige tener plena responsabilidad de nuestras acciones y especialmente que cada cosa que tengamos sea tratada y manejada como un bien. Así las cosas, poderlo usar, abusar de el, comprarlo, venderlo y por supuesto: administrarlo.
Pero somos tan malos administradores como clientes, usuarios e ingenieros de la mecánica de nuestras sensaciones, ilusiones, sentimientos y por que no de todo aquello en nuestras vidas, que pretender manejar medianamente el tiempo, no es solo una ilusión dentro de este mundo ocupado y afanado, sino que además, probablemente no tengamos tiempo para hacerlo.
Hoy es un día de desvarío, así que...
¡Que importa!
Hoy es un día de desvarío, así que...
¡Que importa!