martes, 16 de febrero de 2010

Creer

A veces creer es una cosa muy difícil, desde muy jóvenes nos enseñan el valor de ello, y si hemos tenido la suerte (buena o mala, eso se lo dejo a cada uno) de haber crecido en un hogar cristiano, católico, judío, musulmán, budista, hindú; y otras tantas que puedan existir, religión, culto, secta, etc. Pues tendremos clara la idea de que puede significar el creer, ya que todas estas formas de exaltación de lo humano a través de la idea de lo divino, no se pueden concebir sin tener claro que es aquello de tener por cierto, de aceptar por verdad. Pero me resulta muy difícil hacer eso, aceptar es una de esas cosas que me cuesta, sin contar con que definitivamente soy una persona muy terca, lo cual debería ser en principio bueno, pero en un mundo que muere por la idea de aceptar, tiende a ser un problema.

En realidad lo que yo pienso es que no debe tragarse entero, no es cuestionar todo, pero si cuestionar; Es una cuestión de independencia, tiene que ver con darse cuenta de que el mundo también recibe nuestra influencia y a diferencia de algo que he escuchado y que por cierto me molesta, no todo está dicho y hecho; Si esto último fuera verdad, el ser humano ya no tendría razón de ser en el mundo. Cada cual debe ser capaz de tener criterio, no solamente como forma de reforzar nuestra personalidad y carácter, sino para no quedarnos sumergidos en la banalidad del montón; Quizá lo escribí antes, lo cierto es que lo sigo pensando así, la banalidad es algo bueno, le da sentido incluso a lo profundo de nuestras vidas por simple contraste, pero no hay que sumergirnos en ellos, tal cual como otra frase más cierta que dice que todos los extremos son viciosos, en realidad allí si tenemos que darle sentido a nuestro sentido de razón, encontrar un equilibrio, no necesariamente dominar al mundo, pero si poder siquiera estar en él, sin dejarlos apabullar por su vastedad, engañosa cuando sabemos que muchas veces nuestra imaginación abarca mucho más.

En resumidas cuentas lo que busco es reiterar mi forma de ver las cosas, no simplemente de la manera necia en la que a veces otras personas ahogadas en su propia ceguera, pretenden reflejar en mi; sino esa forma consciente de cuestionar, de solo aceptar seso que encontramos propio de serlo, aquello que así pueda no ser tan entendible, tan razonable, si pueda llegar a verse como cierto. En cierta manera no debe abandonarse la fe porque casi todo el tiempo solo vemos una parte del camino, lo más cercano y seguro y debemos aventurarnos, dejarnos llevar, pero el equilibrio esta precisamente en siquiera examinar alguno de los pasos, el sendero o el puente sobre el precipicio.

A la final yo creo en mí, pero nadie más está obligado a hacerlo, pero no estaría mal comenzar por aquí; ¿o sí?