jueves, 24 de febrero de 2011

Reflexión 1.1. Reflejos, realidades y concepciones

Tan fácil que sería volver a empezar. O mejor, tan ideal que resultaría, pues ciertamente si resultara sencillo de alguna manera, ya lo habría hecho. Este Blog muchas veces se ha tratado de dar cuenta de las particularidades cíclicas que tiene la misma existencia, aún cuando esta se encuentre acompañada de un sentido lineal por cuenta del paso del tiempo. La realidad es un complejo escenario en que aun cuando las concepciones propias pueden llegar a estar rodeadas de múltiples complejidades, el abordaje final se realiza por consenso, como casi todo, es decir que alguien más tiene que decirlo, ojalá con la suficiente autoridad.

Ese otro puede ser incluso una versión diferente de uno mismo. Sí, la propia escritura evidencia que existe un cambio en el sentir, en el pensar y usualmente en la profundidad y lucidez de las ideas. Esto podría ser absolutamente cierto para cualquier pensador de esos que nos ocupamos de leer, pertenecientes a tiempos y a espacios desprovistos de los cansancios y las condiciones contemporáneas. Personas con la disposición y la disciplina necesaria para someter sus propias concepciones, su intelecto, a un desafío de constante crítica. En algunos casos parecería en cambio que las ideas pueden llegar a degradarse, más allá de lo que se esperaría ante una situación excepcional, es decir, no de la manera estándar en la que se degenera todo el ser humano, lo que se ha determinado a través de la ciencia, que poco tiene que ver con el intelecto, en tanto la dinámica del cerebro es diferente y este no tiende -necesariamente- a sufrir alguna suerte de estrago a causa de la edad, es más, al parecer el intelecto se desarrolla con el paso del tiempo.

Si esto es así, es difícil entender la razón por la cual un texto producido por uno mismo, resulta ajeno por la estructura de pensamiento que se deriva de éste. Entonces, ¿alguien más lo escribió? Tal vez ese otro que era ajeno a las consecuencias de la caótica existencia. Una persona dotada de un mayor enfoque crítico, o de una capacidad de reflexión superior. O quizá alguien menos agotado de enfrentarse a la dinámica regular del sistema. Todas estas pueden llegar a ser explicaciones plausibles, pero nada satisfactorias teniendo en cuenta que se ha establecido que el "ser" implica un desarrollo, un avance, un aprendizaje, de tal manera que esto incluso puede representar retrocesos temporales, faltas o baches dentro del camino.

Pero aquellas palabras pueden ser encontradas muy en el fondo de quien las produjo, haciendo un ejercicio de introspección, de autentica búsqueda por el reflejo cierto que ha tenido nuestro desarrollo en la concepción de la idea residual de nuestra propia imagen, tanto aquella física como las intelectuales o anímicas.

¿En realidad si somos quienes pensamos ser?

Sí, al menos de alguna manera. La idea no llegó sola a nosotros y todo germen de pensamiento está directamente dirigido por cuenta de alguno de nuestros procesos. Esto quiere decir que la imagen que fuera construyéndose durante diferentes etapas del desarrollo personal, no se corresponde de manera univoca con una idea inmutable, sino con algo tan dinámico como la forma misma de realizar cualquier tipo de aproximación a la realidad, incluso a la personal.

La realidad no es una sola entonces, sino varias, dependiendo de la función de reconocimiento que se esté desarrollando, teniendo en cuenta el aspecto personal, circunstancial de cada instante en que se realiza el ejercicio de pensar en cualquier cosa que rodee, abarque, se acerque o tenga cualquier relación con el sujeto que piensa. Sí, de esta manera cada pensamiento consciente resulta en una aprehensión particular a la realidad como conjunto, y por tanto a una realidad en sí misma. La sucesión de cada una de estas realidades resulta inabarcable de otra manera que no sea a través de la idea misma de un conjunto indeterminado llamado realidad, con el único fin de ser establecida como soporte conceptual y consensual de lo que rodea al sujeto. La idea que soporta a las ideas, no es otra que un establecimiento que sirve de base para toda otra aproximación, el principio fundante, la realidad preconcebida, pero sobretodo aceptada. 

Estas reflexiones iniciaron de una manera sosegada, cortas y respondiendo a una idea de momento que fuera creciendo hasta convertirse en algo más, profundo si se quiere, pero al menos crítico.

¿Cuantas veces no somos mas que la sombra de algún sentimiento?

Esta pregunta en sí misma tendría más bien poco sentido. ¿Sombra? Esto querría decir que cada persona se encuentra eclipsada por sus propios sentimientos, antes que por su actividad racional, sin embargo esto también implica un profundo desconocimiento del mismo carácter racional de los sentimientos, por más que estos parezcan una negación de la razón, a lo que no responden muy bien es a un ejercicio de lógica, pero son totalmente explicables desde los aspectos más profundos del intelecto.

Nos desplazamos por el mundo siguiendo los rastros, y si estamos a la sombra de un sentir, entonces no somos más que unos esclavos serviles de nuestros sentimientos, lo que puede verse como la persecución de abstracciones sobre las cuales no se tiene control, aspectos de la realidad sobre las cuales no se nos han dado suficientes instrucciones, o en donde en todo caso la realidad que se nos instruyó resulta menos que incompleta. ¿Irreal? Tal vez. El ser humano busca, sigue la huella de aquello que de alguna u otra manera pica su curiosidad, que lo toca o lo afecta, de manera que se inmiscuye en su voluntad, de forma tal que juega con el establecimiento de sus necesidades, sentires y quereres. Los deseos, las expectativas y requerimientos que según nuestro propio esquema de pensamiento son dinamizados hasta lograr alterar los supuestos planes, las prioridades. No se trata de  una afrenta a la racionalidad, sino de un ejercicio de la misma a través de una dimensión diferente, aquella que conecta al cuerpo, con la mente y el espíritu (si es que tal cosa existe). El instinto, lo primal, lo que se deriva de las necesidades mismas que están en la base fundante de nuestro ser. 

No, no somos menos animales que los animales, ni más personas que las personas. Cada una de nuestras dimensiones tiene una razón de ser y tanto necesitamos alimentarnos como vestirnos de una u otra manera o expresarnos a través de diferentes formas. Así se hace apenas lógico el que se persigan aquellas sensaciones o concepciones ideales que se convierten en estados satisfactorios, de las cuales no se tiene mayor idea: perseguimos cosas que no sabemos ni como son, las que no podemos ni definir, ni comprender del todo. Pero más allá de esto último, no somos otra cosa que grandes investigadores de verdades insignificantes, con una serie de justificaciones, de osadías frente a la misma realidad de nuestro bienestar y de la realización de lo que somos, haciéndonos trampa a menudo  través de compensaciones, proyecciones y auto engaños, de manera que la realidad que no sirve se cambia, de uno o dos brochazos.

Entonces, hemos abandonado la búsqueda de las verdaderas cosas que nos satisfacen (de manera cierta y teniendo en cuenta todas nuestras dimensiones), en donde la misma racionalidad es reemplazada por la aceptación de preceptos ajenos, y por tanto la realidad impuesta es funcional a cualquier riesgo de sobresalto del sistema, en donde resulta menos costoso aceptar, someterse. Estos individuos sometidos han relegado su capacidad para hacer juicios críticos, para contrastar realidades y lo han reemplazado por varios mecanismos de supervivencia dentro de los cuales se destaca la obediencia, especialmente a la tendencia, o al establecimiento que como realidad se impone y resulta menos complejo para hacer la vida funcional, puesto que se trata de evitar el ruido dentro del sistema, sofocar la oposición, resulta bastante bien hasta que se consideran aquellas necesidades que opacan al mismo establecimiento, que explotan el sistema, pero que se salen de él.

Los conflictos entre la lógica y las formas tradicionales de razón, consumen a las personas y hacen que nuestros ojos aparte de estar pasados por una brumosa capa de ignorancia, sean de alguna manera deslumbrados con el espejo de una sociedad que jamas es lo que es, que nunca es. Esta sociedad como realidad solo existe y aparenta ser, puesto que su función fue impuesta y no fue resultado de un consenso natural  un dialogo sostenido y crítico, sino como una violenta intromisión dentro de la psiquis individual. De esta manera cada vez más, hay que ver el mundo entre ojos, con la claridad que no brinda ni siquiera la continua manera de frotar aquellos ojos en señal de asombro. No, no es un sueño, pero es probable que tampoco sea real.

La realidad conlleva el seguimiento, el establecimiento de un algo, la aceptación de algo más. Lo que está afuera se refleja, se ve dotado de luz que es absorbida a diferentes niveles hasta lograr contraste, un infinito océano de colores y formas. Percepciones e ideas, pero entonces lo que resulta comprometedor es la fijación de cada uno hacia y desde la realidad. De esta manera si lo que está allí fue malamente concebido, su proyección hacia nosotros también estará viciada, comprometida. Lo que debemos hacer es romper el espejo y buscar una superficie reflejante que nos sea mas confiable, que no este contaminada por lo aparente, pero que sea clara y pura.

Esta circunstancia se presenta con el hallazgo del otro, de quien puede recibirse una proyección, un reflejo diferente, o al menos mas cercano. Deberíamos entonces mirar en los ojos del otro, buscando en realidad un reflejo que resulte más humano, tan lógico como diverso, lunático y perverso.

Mira en los ojos de otro. Te encontraras como en verdad luces, más nunca como eres.

Las verdades del alma se encuentran sumidas en el más colosal y cósmico de los secretos, sin embargo cuando este secreto es revelado, se establece un juramento, un verdadero acontecimiento que deja por más consternado al universo, eso es tan simple pero tan difícil de lograr: el amor.

*Esta reflexión realmente fue escrita el 24 de noviembre de 2015, pero se puso más atrás para hacerlo menos visible...

martes, 15 de febrero de 2011

Hacia atrás

Hoy creo que voy a abusar de la magia del blog para volver en el tiempo; Hacer una reflexión que tenga que ver con un momento en el tiempo que nada tiene que ver con el actual, tal vez un momento más difícil, tal vez uno más fácil, o simplemente y por la misma magia de lo escrito, uno distinto. Cambiar es muy importante, es casi que uno de los fines de la vida dentro de su propia consideración, sin embargo, cada cambio implica una crisis, o se deriva de ella. Alguna vez hablé de la adaptación, pero no necesariamente aplica a todo, es decir, que el cambio seguido de la adaptación puede perder frontera cuando simplemente la nueva situación es una imposición frente  a la cual el problema que se deriva es infranqueable.

Siempre he pensado que a medida que uno avanza en la vida, hay que dejar mucho de sí atrás, el recuerdo es una herramienta poderosa para forjar la sabiduría, pero también se puede convertir en un lastre y en un foco de melancolía, es así como muchas de las cosas que en realidad buscamos de nuestro pasado, son solo cosas que niegan nuestro presente; De una u otra manera el pasado pese a lo duro o doloroso que haya resultado, se convierte en un escape sencillo frente a las frustraciones actuales, y es que puede ser algo cultural, no es gratis que se piense que “todo tiempo pasado fue mejor”, e incluso no deja de ser sorprendente que a medida que se crece se halle más sentido a la forma de ver de aquellos que eran adultos cuando uno era niño, en especial con pensar que las cosas eran diferentes en los tiempos de cada cual; Bueno, creo que hay un poco de razón en cada uno de estos planteamientos, pero las diferencias generacionales y los problemas relativos a la degeneración progresiva de la sociedad, la inteligencia y la cultura, las trataré posteriormente. Siempre he pensado que se empieza a envejecer cuando se trata el pasado como un punto de referencia, cuando la historia nos enseña y la memoria es una cátedra constante para nuestras vidas. Lo que considero es que debe ser una enseñanza precisamente y no un escape, cada experiencia constituye una escala dentro de nuestra sabiduría y así mismo cada cosa debe tener un estado cierto en nuestra cabeza, pero aquello que pasó debe pasar y no se puede constituir en una excusa para hacer amargo el presente o para contrastarlo y hacerlo difícil de sortear, de igual manera tampoco puede convertirse aquello que ya fue en una continua estación esperanzadora, ya que la esperanza solo radica en aquello que hacemos en el hoy y que puede extenderse hacia el mañana, vuelvo a mi pensamiento sobre el presente y aparte les dejo esta pequeña frase como para que mi mensaje tenga más eco:  “yesterday is history, future is a mystery, but today is a gift, that’s why is called present- Oogway*
*Eso lo dijo la tortuga más sabia del universo.