jueves, 12 de junio de 2014

"Nada más importa"

Así impulsa la compañía de televisión por suscripción que tengo, en relación con el mundial de fútbol. Nada más importa... Lo peor es que pueden llegar a tener razón. Pero antes de cualquier otra apreciación, debo aclarar que no tengo nada en contra del futbol, de hecho si algo hago en época de mundial es seguir a varios de los equipos de los cuales gusto, lo que no viene al caso.

Mi punto, es que las personas se dejan embriagar constantemente con este tipo de cosas. Pasiones que en definitiva son necesarias, puesto que la vida puede llegar a ser vacía, insulsa, monótona o eso me lo parece. La realidad, es triste, patética, y suele estar mejor acompañada de un poco de ficción, de un tanto de diversión necesaria. Lo que sea que le funcione a cada cual.

Lo anterior, lo sostengo no de manera caprichosa, sino porque los gustos, las pasiones, son cosas que debemos aprender a tolerar, y eso implica que en el disenso o apatía se halle un respeto hacia el otro, para el pensamiento diferente, para el gusto diferente. También, debe tenerse en cuenta, que cada cual, no debería imponer su sentir sobre otros.

Entiendo que los de la empresa de televisión por suscripción transmitan una idea impositiva, y me digan que nada más importa, diferente a estar al tanto de su señal durante todos y cada uno de los partidos del mundial, sin embargo esto va a ser tomado al pie de la letra por más de uno.

Este mes y un poco más, se convertirá en una enorme cortina de humo, en una pausa tanto activa como pasiva para aquellos que no se pierden movimiento alguno de un balón, al igual que quienes no desaprovechan cualquier oportunidad para hacer francachela y comilona. El colombiano promedio está siempre ávido a la celebración, a la fiesta, y he visto como el fútbol causa una verdadera metamorfosis en más de uno, transformando a personas de bien, temorosas de dios, calmados y sensatos en verdaderas bestias gritonas, de esa experiencia seudo sexual en que puede convertirse un partido. Hay que ver la cantidad de gemidos, gruñidos e incluso los ademanes o gestos violentos ante el desempeño de uno u otro equipo.

Insisto, espero que este evento una a las personas y se convierta en lo que debe ser: una fiesta que reuna a las personas alrededor de un interés común, en donde prime la alegría y los buenos sentimientos. Y que el olvido de los problemas del país, de la comunidad, no se convierta en un anestesiamiento permanente; que los opresores no marginen a través de este espectáculo. Amanecerá y... GOL!

"Nada más importa"

Así impulsa la compañía de televisión por suscripción que tengo, en relación con el mundial de fútbol. Nada más importa... Lo peor es que pueden llegar a tener razón. Pero antes de cualquier otra apreciación, debo aclarar que no tengo nada en contra del futbol, de hecho si algo hago en época de mundial es seguir a varios de los equipos de los cuales gusto, lo que no viene al caso.

Mi punto, es que las personas se dejan embriagar constantemente con este tipo de cosas. Pasiones que en definitiva son necesarias, puesto que la vida puede llegar a ser vacía, insulsa, monótona o eso me lo parece. La realidad, es triste, patética, y suele estar mejor acompañada de un poco de ficción, de un tanto de diversión necesaria. Lo que sea que le funcione a cada cual.

Lo anterior, lo sostengo no de manera caprichosa, sino porque los gustos, las pasiones, son cosas que debemos aprender a tolerar, y eso implica que en el disenso o apatía se halle un respeto hacia el otro, para el pensamiento diferente, para el gusto diferente. También, debe tenerse en cuenta, que cada cual, no debería imponer su sentir sobre otros.

Entiendo que los de la empresa de televisión por suscripción transmitan una idea impositiva, y me digan que nada más importa, diferente a estar al tanto de su señal durante todos y cada uno de los partidos del mundial, sin embargo esto va a ser tomado al pie de la letra por más de uno.

Este mes y un poco más, se convertirá en una enorme cortina de humo, en una pausa tanto activa como pasiva para aquellos que no se pierden movimiento alguno de un balón, al igual que quienes no desaprovechan cualquier oportunidad para hacer francachela y comilona. El colombiano promedio está siempre ávido a la celebración, a la fiesta, y he visto como el fútbol causa una verdadera metamorfosis en más de uno, transformando a personas de bien, temorosas de dios, calmados y sensatos en verdaderas bestias gritonas, de esa experiencia seudo sexual en que puede convertirse un partido. Hay que ver la cantidad de gemidos, gruñidos e incluso los ademanes o gestos violentos ante el desempeño de uno u otro equipo.

Insisto, espero que este evento una a las personas y se convierta en lo que debe ser: una fiesta que reuna a las personas alrededor de un interés común, en donde prime la alegría y los buenos sentimientos. Y que el olvido de los problemas del país, de la comunidad, no se convierta en un anestesiamiento permanente; que los opresores no marginen a través de este espectáculo. Amanecerá y... GOL!