lunes, 31 de mayo de 2010

País de...

Yo no acostumbro a escribir sobre ciertos temas, uno de ellos es sobre política, siempre me ha parecido hartísimo expresarse al respecto, salvo que se trate de alguna conversación de cafetín o algo que sea intrascendente y que solo tenga como finalidad el disfrute de un buen rato. Hoy, después de la fecha anterior (ayer) en mi país, siento sin embargo que al menos debería expresar mi opinión, y es que hace rato que no sentía un malestar generalizado (dejándome a mí a un lado) con respecto al panorama político, en donde unos se sienten frustrados, algunos robados y otros tantos resignados, he estado un buen rato leyendo consignas de agravio contra el país acusándolo de no tener memoria, de merecer su suerte, de la estupidez, ignominia y testarudez de su pueblo, de una rabia manifiesta por la pertenencia al suceso y contundencia de las circunstancias; Cito: “País que desborda ignorancia, indiferencia, olvido, impunidad, corrupción, clientelismo...¿Se pretende un cambio sin buscarlo o se busca y es descaradamente pisoteado?”; También “Muchos votaron más ´por que tocaba para que no quede aquel´ y no por convicción, no por el mejor programa de gobierno, en esa primera vuelta condenaron al país, ni AQUEL ni EL OTRO eran la mejor opción solo eran producto de la manipulación mediatica, NO ENTIENDO si en los debates se demostraba muy claramente que nin ...guno de los dos era el que necesitabamos...” (Lo edité para no poner nombres); o “¿Será que tiene que haber un(a) joven asesinado(a) en cada familia para que las cosas cambien en esta mierda de pais? ... estoy profundamente avergonzado de nacer aquí y debo aceptarlo... Creo que a fin de cuentas nos lo... merecemos.”

Las anteriores son expresiones de rabia profunda que se materializan en un sinfín de mensajes que buscan sencillamente dejar a un lado aquellos sentimientos de desasosiego y profunda frustración; He visto una atmosfera lúgubre, oscura, y tan cierto es, que algunos andamos hoy vestidos de negro, asistiendo a un funeral colectivo por este país en el cual ya pocos creen. Lo cierto es que estos ejercicios de “democracia” demuestran que este país sigue viviendo para todo, en una mecánica de enemigo, en un eterno partido de futbol -que es como muchos quisieran que las cosas se desarrollaran-; Cada cual está pendiente de la mirada del árbitro, concentrado en su atención y no en el desplazamiento del balón; Únicamente para buscar hacer trampa, para adelantarse de su zona, para buscar el fraude, para meter un gol a como dé lugar. No me gustan las analogías de futbol, pero a veces sirven. Aquí nos preocupamos mucho por los resultados, pero nunca queremos el procedimiento, somos personas del camino fácil (y ojo que yo siempre he pensando que buscar lo fácil es toda una forma de vida) y de los resultados inmediatos; Queremos que todo nos llegue por orar, por ser buenas personas o simplemente porque la suerte así debe permitirlo (por eso tantos rituales esotéricos, mágicos y herméticos, tienen tan buena acogida, y no estoy atacando estas prácticas); Esto sumado a la conciencia apesadumbrada de resignación, y del pensamiento canalla que nos hace pensar en cómo acabar con aquello que no nos gusta o no nos satisface, en vez de hacer algo al respecto.

Yo considero que por más de que mucha gente pueda estar equivocada, la idea de pueblo debe ser entendida de manera un poco mas vinculante, pero menos sofocadora, es decir, que en efecto somos una agrupación colectiva bajo unas ciertas características comunes y asociados dentro de las normas, preceptos, principios y lineamientos de un Estado, en particular para buscar la protección y la garantía de justicia, que bajo nuestra propia autonomía individual no podríamos darnos; esto supone el mito de la creación de ese monstruo al cual le entregamos nuestra voluntad para que de una u otra forma nos someta; Sí, eso lo sabe más de uno y más de una, pero resulta que el pueblo es el que articula (o debería) todos los cambios en esa sociedad en la que está inmerso, porque a la final ese contrato surgió del mismo; Esto para algunos es un relato de ficción, pero tiene mucho de cierto, y explica lo que suele pasar. Pero debería ser menos sofocadora, pues estar atado a la suerte de un pueblo no implica una alienación de nuestra individualidad ni mucho menos de nuestra personalidad.

Para nuestra propia desgracia, una democracia implica que unos ganen, o hagan valer sus intereses, y otros simplemente pierdan o se frustren (volviendo al punto del primer párrafo); La minoría entonces debería -en términos de una democracia sana-, aceptar su derrota y simplemente coadyuvar a que las decisiones de los muchos sean tomadas, respetadas –acatadas-, o el sentido del contrato que sustenta la sociedad, podría romperse. Sin embargo eso no quiere decir que no podamos expresar nuestra opinión u oponernos a la forma cómo la mayoría hace las cosas, es decir, si bien las decisiones son democráticas, las acciones deben ser consensuadas y las políticas de acción (de gobierno) deben ser aplicadas mediante formulas que excedan la simple democracia, porque en la aplicación de las decisiones se debe ser inclusivo para con aquellos excluidos de las decisiones, pero que necesariamente van a tomar parte en lo que se vaya a hacer. Para poder tomar en cuenta a todos y todas, hay que hacer ejercicios que nos hacen falta como familias, comunidades, grupos sociales y como pueblo; Y es que tenemos que aprender a escuchar al otro, respetarlo y tomarlo en cuenta; Muchas veces lo que se quiere por parte del marginado, no es ni siquiera que se le deje de marginar, si no que se le escuche. La salida tiene que ver con la tolerancia real, el respeto por la existencia del otro y de su diferencia, y el respeto de la diferencia –y disidencia- con la regularidad y las decisiones o planteamientos mayoritarios.

Supuestamente somos un pueblo de discursos, pero en general yo siento que ni siquiera eso se hace y en realidad lo que se tiene son dogmas, arraigados profundamente a nuestra memoria (si es que la hay), y que no permiten la entrada fácilmente de nuevos y radicales pensamientos que nos saquen del letargo en que nos encontramos. Pensar como lo he dicho antes es problemático, pero discutir es casi imposible y el actuar es una misión imposible. Mi llamado es a que no nos unamos a la melancolía general, ni nos incluyamos en los discursos que generamos, llamando al asco y sintiéndonos asqueados al tiempo, como si por estar conscientes tuviéramos que sentirnos culpables, es hora de dejar de sentir pesar y temor, debemos pensar en que hacer al respecto de esos otros que nos duelen, discutir y hacerlos entrar en razón, que la consciencia sea un virus transformador y que otras personas puedan entonces también “darse cuenta”, porque no se solucionan las cosas con unos que se lamentan porque ven, mientras que se no se inmutan ante aquellos que no lo hacen, en lugar de ayudarles a abrir los ojos. La idea, no es la confrontación de pasiones y sentimentalismos, sino la discusión de ideas, plantear argumentos y confrontar a otros de la manera en que se use la cabeza y no tanto el corazón; dejemos de ser “fans” o hinchas y empecemos a pensar y actuar.

Les dejo unas cuantas entradas de otras personas, probablemente más acertadas o más "políticas":
Turint: 10 Consideraciones apresuradas sobre desastres electorales
Campanula: Primera vuelta, yo no soy Santista
Revista Claroscuro:  Todos contra Santos
Señor Oscuro: Felicitaciones

La imagen fue tomada -abusivamente- de http://sonandolarevolucion.wordpress.com/2007/05/

viernes, 28 de mayo de 2010

... Reflexión Nueve: Tolerancia; Inclusión, exclusión y diferencia

Esta reflexión parece que naciera sin un preludio y al parecer sin una provocación previa, pero la verdad es que no. En los últimos días me he visto abordado por diversas muestras de intolerancia, cosas que me han molestado, que me han alterado, y es que pensar diferente al común, y peor aún a esos otros diferentes (luego me detendré mejor en este punto), pues es un pecado, y uno es una persona frívola, sin sentimientos, porque no se adapta al común de valores y de antivalores; Es decir, la sociedad reconoce que haya un estándar, aún de lo que se sale de la misma, y es que la forma de hacer o decir las cosas esta tan programada, que hasta los bichos raros (no es mi caso) tienen su propio manual de conducta, y tal vez esa sea la razón para que “hereden la tierra, sin guerra nuclear”1 . Estoy hasta el cuello, se me agotó la paciencia con respecto a las muestras de total desprecio por sus propias bases de las personas que se alejan de lo común, y se muestran a sí mismos como diferentes, en especial de su grito de libertad y respeto, el cual pocas veces aplican a otros; De que no ser estándar, normal, ni raro, sea mal visto; De que si no entra uno en una categoría, deba convertirse en un paria, y yo me pregunto, ¿Dónde queda la tolerancia?.


Tolerar tiene varias acepciones, un sentido amplio que se deriva del soportar, aceptar, o como dice el diccionario de la lengua española: “Permitir o consentir algo sin aprobarlo expresamente”. Yo voy a tomar el significado que mejor me sirve para este escrito y el que es razón tanto de mi malestar como de la solución propuesta: El que trata de respetar, opiniones y prácticas de los demás, lo que quiere decir entonces, someter los valores personales a los ajenos en una medida que –yo creo- al menos debe ser lo suficientemente sana como para no caer en algo dañoso como en llegar a ser pusilánime.

No es que yo sea intolerante o que no pueda aceptar la diferencia, de eso no se trata, pero considero que la tolerancia no implica aceptar del todo, más cuando se trata precisamente de algo que va en contra de los valores propios, algo que por definición lo contraría a uno. Es decir, tolerar no llega hasta celebrar aquello que nos molesta, ni mucho menos estar de acuerdo, simplemente no hacer que nos moleste a un grado en que sea insostenible (ese sostener está muy presente también en la tolerancia), que se pueda respetar, porque casi todo lo social implica un cierto respeto, darle el valor a cada cosa pero sin llegar a extremos. ¿A dónde voy con todo esto? A que nuestra sociedad siempre nos está pidiendo tolerancia y respeto, sobretodo en la medida de la diferencia; Todo aquel que se define diferente, automáticamente empieza a exigir una tolerancia especial por su no pertenencia, para que su posición distante sea respetada, se excluye naturalmente de la generalidad, con el fin especial de encontrar su relación con otros, en particular definir y defender su autonomía, su esencia, finalidad y/o sentido; O al menos es la mejor explicación que se me ocurre.

Me cuesta asumir ciertas cosas (como a todos), a veces simplemente porque encuentro muy flojas (o insuficientes) las razones por las cuales se hacen las mismas. Pero no encontrar el sentido o explicación de algo es creo yo, la base del disenso, lo que construye verdaderas opiniones y consolida incluso las más complejas estructuras de la sociedad. Muchas veces no estamos preparados para discutir y nuestras ideas están tan arraigadas a nosotros, que somos capaces de llegar a extremos malsanos de comportamiento o simplemente nos olvidamos de que podemos estar equivocados; No porque nuestra ideas no tengan fuerza, sino porque siempre puede haber alguien con un punto de vista mejor elaborado, con un argumento mejor construido, tal vez fruto de un continuo consenso o de una mejor experiencia, o quizá solo producto de una mejor observación.

Es cierto, podemos estar de acuerdo y podemos discutir; Podemos observar, aceptar, respetar y por supuesto tolerar, sin embargo es una medida de  respeto, el que también aquellos que piden en principio el reconocimiento de su diferencia, respeten otras diferencias y no solo la propia, es decir, que el aislamiento de cada uno de estos individuos de la idea generalizada no venga acompañada de una idea de atracción hacia si de manera tajante. Digo esto porque lo que causa mi malestar es precisamente el exceso de atención que suele resultar del ejercicio de manifestar la individualidad, de buscar el reconocimiento de esa diferencia de que he hablado antes; Que no baste con demostrar el punto , sino que se quiera que otros también lo vean y llegan incluso hasta las comas, ¿por qué?. Porque la personalidad y la definición del carácter se han convertido en un problema de moda, de vender no solo la condición presente en cada aquel “diferente”, sino que también debe añadirse todo el paquete que viene con ello, es así que no tenemos que tolerar solo la diferencia, si no también todo lo que ella misma implica, por banal que sea.


Y es que aquellos que se declaran diferentes, son los peores a la hora de establecer medidas de respeto. Sí, me pasó en un principio con las personas de alguna condición “afro”, o “negras”, o “de color” o como sea el sufijo que se les pueda poner para no “ofenderlos”, porque es que la determinación inadecuada de la diferencia es una cuestión de bajísima moral, que hace que uno sea cuestionable en sus valores o retratado como todo un dejado en cuando a maneras, y totalmente descarriado de las buenas enseñanzas de eméritos maestros como Carreño; Pero el ejemplo de la “raza”, y ahí me gano otro problema que no me importa ganarme, no es el único, cada día vemos como los demás factores de diferenciación posibles (en serio casi todos) entre los seres humanos, causan el mismo efecto que antes se daba solo por el color de la piel, la nacionalidad (etnia sería más apropiado) y las creencias religiosas; Es así como ahora es muy importante la música que escucha uno, el deporte que se practica, el equipo al que sigue (de cualquier deporte, pero principalmente futbol), el género y tendencias sexuales (en ese punto me detendré más adelante) y por supuesto sin dejar de lado la propia apariencia de la piel, esto manifestado por ejemplo en la cultura del “Body Art” y la transformación cultural.

Los mismos diferenciados, suelen ser los principales diferenciadores, y es que la diferencia da un cierto status y no puede dejarse atrás, porque viene con una serie de beneficios (si, cosas como las acciones “afirmativas”, las que se hacen en pro de la igualdad y que tan bien han querido meternos los neoliberales a fuerza), sé que me voy a ganar más de un problema, pero se supone que todos somos iguales, sin embargo, ellos son diferentes y toca ayudarles para que se les dé un trato igual; la máxima de la igualdad social entonces reza trata igual a los iguales, y desigual a los desiguales, este es el fondo de esas acciones, a mi me quedan varias dudas, de orden pragmático e incluso epistemológicas, más cuando lo liberal se inicio como una búsqueda para todos, pero teniendo en cuenta que ese “todos” era un conjunto claramente definido para el momento, una muestra representativa y no necesariamente plural o democrática, pero eso es otro cuento; A la final que lo que ha hecho la historia, es tratar de ampliar ese “todos” y que día a día abarque más, lo perverso allí es que de ese “todos” -por causas ajenas a este escrito-, muchos y muchas buscan apartarse con el fin -de nuevo- de salirse del principio abarcados, en aras de la libertad, pero siempre con la conveniencia de recibir cualquier acción que por afirmativa e igualadora también traiga consigo un provecho, para poder seguir diferenciándose con gusto.

Sí, somos muy liberales, proclamamos derechos y libertades, pero solo para nosotros, porque ese otro es un truhán y no merece nada nuestro; A menos claro está, que haga algo para nosotros y sí, lo he sostenido y lo sigo creyendo que todas las relaciones son luchas de poder y que todas las personas se acercan a otros por algún motivo, que la conveniencia rodea y casi que dicta nuestras vidas, pero a veces hay que pensar en el otro como medida de uno y es que en serio casi nadie es un verdadero liberal, pero si casi todos quieren ser unos libertinos (y ojo que eso no es del todo malo, pero la verdad todos los extremos son viciosos). Los derechos entonces para nosotros son relativos, tan convenientes como nuestras relaciones, la verdad es que muchos creen que tienen derecho a ser cretinos, desconsiderados, palurdos, obtusos, ridículos y esnobs, y ¿quién soy yo para no dejarlos?. Lo que si me afecta es tener que tolerarlos, aguantarme que me vendan su idea del mundo como la única valida, que los de otro color de piel me miren mal porque soy casi de color cal, que los religiosos me denigren porque no doy gracias a dios por todo; Que los gays me vean por encima del hombro porque su estilo de vida es más “play”; Que los que tienen tatuajes por todos lados, perforaciones, extensiones y otras modificaciones me miren de arriba abajo como si yo fuera el raro; Que se me cuestione que no me guste el futbol, que no se pueda aceptar que yo sea diferente, siendo que lo “normal”, sería que fuera diferente, dentro de alguna de las diferencias preestablecidas.

El mundo está constituido por gente que excluye, porque eso les da poder ¿y a quien no le gusta el poder?; Cada cual se precia de ciertas cosas –presume-, el mundo es competitivo; Sí, es verdad, pero el ser humano es ridículo y vive su vida en función de la competencia, de ver a ese otro detrás de sí, o abajo, pero en todo caso en una posición que le resulte más incomoda o baja que la propia, debemos siempre tener más y ser más, aunque esto último casi siempre se concentra en lo primero; ¡Oh! gran mal del mundo, cuando se aprendió a tener y se consolidaron las bases de la propiedad, ahora es todo lo que nos interesa: Acumular, y es que entre más, mejor. Y es que para acumular se vale cualquier cosa, porque la cultura de la forma de vida se basa también en tener, en remarcar la seguridad de su estatus a través del poseer, sea lo que sea, bien más parejas, más perforaciones y decoraciones en el cuerpo, más adeptos, mas “hermanos”, etc. Estas personas se reúnen en su pretensión de diferenciarse, pero también para que como grupos y subculturas puedan excluir de manera más efectiva a otros.

Entonces tenemos de todo (así no sea necesario), solo para “joder” al otro, para poder excluirlo, y la verdad las diferencias son el factor de exclusión preferido de la humanidad, bien sea por el color de su piel, por su religión o por sus tendencias sexuales, gustos, apariencia, ¿se me escapa algo que no haya nombrado antes?. Pero eso tiene un doble fondo, y es que no necesariamente se busca excluir, sino que también muchos pretender incluirse en algo, pertenecer, y eso a veces se hace a través de la exclusión, y es muy cierto que es un factor de cohesión -tal como lo escribí antes-, el que muchos tengamos los mismos factores excluyentes, o acaso los ricos no andan con ricos y los hinchas del Inter, no andan con hinchas de ese equipo y no de otro, gays con gays, ¿y gente tatuada con otra gente tatuada?. ¿Y para que nos juntamos entonces? ¿Para hacer más fuerza?, ¿no?; Yo diría que para que la masa ejerza una mayor presión sobre el individuo y que nuestra pequeña idea discriminadora sea una gran idea; pues bien, con ejemplos superfluos como los gustos o la situación económica no suena tan grave, ¿pero con cosas como la religión? ¿O las tendencias sexuales?, eso ya puede ir directo a una guerra o a que el enfrentamiento llegue a extremos peligrosos. ¿Que falta entonces?: Tolerar más y poder dejar con ello vivir en paz a ese otro que no quiere diferenciarse o que se considera diferente por otras razones.

Y todo esto empezó porque tal vez alguien pensó que no soy tolerante y pues vea que tal vez se equivoca, y es que soy más liberal que muchos liberales y considero que cada persona tiene el derecho de hacer de su cuatro letras un candelabro (imagen mental aléjate de mi), pero lo que si no comparto es que aquellos que se diferencian, vengan a intentar denigrarme porque no les celebro o comparto sus distintos estilos de vida ; y es que ellos tienen derecho a que se les respete su vida y su forma de vivirla, ¿pero yo no?. Sí, soy víctima de la ley del embudo y de la ballena y a veces se valen, pero no es siempre y menos cuando uno no está de acuerdo, porque ya se está cediendo al tolerar, para que aparte tenga que voltearse toda la “comprensión”, solo para un lado.

Estoy realmente preocupado por un mundo que predica y no aplica, en donde los valores, las tendencias, los sentimientos, son cuestión de lo que convenga al momento, de seres avocados y consumidos por el esnobismo; Y sí, siempre ha existido un factor homogenizador y de control social que permita establecer las reglas de reconocimiento sociales, pero se supone que hoy en día deberían ser más flexibles o variadas, pero a la final lo que se nota es que esta el mismo valor de antes, conservador y resistente al cambio y el otro que ha sido pervertido y que en el fondo es tan resistente al cambio, como ese valor al que en principio se opuso al ser concebido. Ser tolerante es difícil, en especial cuando uno no está de acuerdo con esas formas de pensamiento, con esas culturas y subculturas, pero lo que sí es difícil es lidiar con aquella intolerancia disfrazada de orgullo de muchos de aquellos que decidieron ser diferentes, seguramente solo para llamar la atención, por captar y acumular miradas.

Ver También:
Reflexión Uno: Buscando el Reflejo.
Reflexión Dos: Más Real que Vivo.
Reflexión Tres: Luces (1).
Reflexión Tres: Luces (2).
Reflexión Cuatro: Egoísmo.
Reflexión Cinco: Amor.
Reflexión Seis: Caos.
Reflexión Siete: Física y Química.

Reflexión Ocho: La Soledad.

La primera imagen tomada de http://policialocalmiguelturra.blogspot.com/2009/09/educar-en-valores-i-la-tolerancia.html
Segunda imagen tomada de http://www.zardoyas.com/puralinea.php?paged_list=servproc&servproc_last=1 
1. De una canción de las 1280 almas llamada "Te veré alla afuera".

sábado, 22 de mayo de 2010

Adaptación y Consecuencia

Hoy me cuestiono sobre los motivos; He llegado a esto porque no puedo entender muchas cosas que pasan, tengo la seguridad de que la consecuencia con los actos propios es un resultado natural de la evolución de la persona, lo que llaman crecer o madurar; Eso anterior es peligroso puesto que si uno madura, tarde que temprano estará no solo apetitoso, sino que también podría empezar a podrirse, pero eso a la final es otra cosa, no somos tan asimilables a frutas como nos lo han planteado, ya que nosotros vamos y volvemos, podemos deshacer casi cualquier cosa y aunque sé que más de uno no va a estar de acuerdo conmigo, si podemos cambiar.

Cambiamos todo el tiempo, nos adaptamos a las diferentes situaciones y de alguna manera estamos siempre dando cuenta de nuestra capacidad camaleónica, de hecho es evidente como podemos ser varios y variados, tanto así que realmente nunca acabamos de conocernos a nosotros mismos; En ese orden de ideas, nunca podríamos conocer del todo a otros.

La capacidad de cambio es inherente a muchos de nosotros (sino es que a todos), pero simplemente no lo vemos, o no lo queremos aceptar, porque vivimos con la ilusión de la estabilidad y creyendo cada día que es lo único que importa, que el aspecto de nuestros seres debe ser lo más pétreo posible, como si una vez se nos conociera ya no se necesitara ningún esfuerzo adicional de entendimiento. Y es que todos los días estamos entendiendo a ese otro, precisamente también adaptándonos a él. Cada forma de interacción es un esfuerzo consciente o no por entender, por cambiar y adaptarse; La personalidad no es un conjunto de instrucciones respecto de ciertas cosas que nos pasan, no es solo el uso que le damos a nuestras virtudes y demás construcciones morales con respecto a los estímulos externos, es mucho más que eso; Es ante todo nuestra forma de ser, aquello que nos define, lo que muestra de manera abstracta quienes somos para que nuestra esencia se distinga, pero ciertamente no es una camisa de fuerza ni algo que tenga que permanecer inmutable. Es aquello que nos permite ser descritos, pero pensaría yo que a grandes rasgos, de esa manera que permite que cada cual se haga a una idea de nosotros, no necesariamente la mejor o la más adecuada, ya que el nuestro reflejo no nos pertenece, sino a cada cual en quien nos reflejamos.

Lo que resta entonces es que nuestra personalidad no se pierda, que no se quede solamente en el cambio, porque somos por ser, somos nosotros y no lo que hacemos, estamos aquí y nos debemos tanto a nosotros mismos como a los demás, y esto se traduce en que una verdadera adaptación viene acompañada de la capacidad de seguir nuestras decisiones, de ser capaces de maniobrar entre nuestras disposiciones y ser dueños de cada una de nuestras vidas, es aquí en donde entra la consecuencia; No aquella que se usa para agregar culpa a nuestros pesares diarios, sino aquella que hace que podamos seguirnos a nosotros mismos; Siempre que avanzamos en nuestra vida, tenemos que ser capaces de mantener los pasos, para no perder la continuidad de los mismos, para no caernos, o al menos para que la caída no sea algo desastroso.

El desastre marca nuestras vidas, y ciertamente el mundo de los otros (de los demás) hace que la vida no sea tan cómoda o tan “feliz” como esperamos, y entrecomillo esa palabra porque a la final es solo un estado y puede ser tan esquiva como queramos; Pero después de todo nuestra responsabilidad es de tomar no solo las decisiones que nos lleven a un buen cambio, que hagan posible la adaptación a las circunstancias de nuestras vidas, sino también, tenemos que seguir aquello que decidimos, rendir cuentas únicamente a nuestros seres, que a la final es lo único que importa; O más bien, en principio solo importamos nosotros, todos y cada uno, es por eso que debemos centrarnos, tomar aire y buscar aquello que de verdad queremos, equilibrar nuestras decisiones al sopesar aquello que necesitamos y darle el tinte necesario con aquello que queremos, y es que la vida se trata de eso, de uno hacer lo que quiere, tener consecuencia con lo decidido y en definitiva, de adaptarse a cada situación (sin cambiar tan profundamente), para a la final lograr al menos un momento de felicidad. Recuerden, pequeños cambios, pero significativos.

jueves, 20 de mayo de 2010

Desespero

Esta entrada responde a una pequeña conversación que tuve por msn con el señor AV, encontrándome con su especial forma de asumir la cotidianidad. En principio me hallaba precisamente desesperado, este sentimiento es un pico emocional bastante complicado, que tiene que ver con el hecho precisamente de perder toda esperanza, se supone que esta es lo último que se pierde, pero eso no es tan cierto, yo ciertamente he dicho en más de una ocasión que la esperanza es lo único que se pierde, a la final la vida se nos va en sueños, en ilusiones y en la vana o no tanto susodicha, que no tiene otra cosa que ver si no con que nuestros deseos se realicen efectivamente. Solemos atarnos a ideas e ideales de lo que debe ser nuestra vida y como tienen que transcurrir las cosas a nuestro alrededor, carecemos de las respuestas pero como también lo he escrito antes, somos felices inventándolas, artífices de nuestros mayores y más dolorosos desengaños, nos entregamos a la satisfacción constante de nuestro orgullo y en alguna medida al alimento permanente de nuestra ilusión.

Nos sumergimos en una vida llena de contrastes en la cual lo último que intentamos precisamente es mostrar nuestras particularidades, con un afán extremo de estar dentro, pero a la vez con la contradicción constante de ser excluidos de todo aquello que nos “ate”, cada cosa la vemos como una afrenta contra la libertad y como un medio de dañar nuestro mundo, ese que hemos construido con retazos de otras vidas (nuestros padres, familia, parejas y amigos), de las cuales solo tenemos una muestra, la de aquellas melodías que se reflejan en nosotros, aquellos rostros que nos aman o nos temen y que nos cambian tanto como nosotros a ellos, mientras seguimos embarcados en la búsqueda de la continuidad y el equilibrio.

Soy malo para improvisar, precisamente creo que por tener un plan es que me he vuelto compulsivamente bueno para sentirme desesperanzado, para abandonar todo buen precepto racional y emotivo, para dejarme consumir por el tedio, para dejar que las cosas buenas se escapen de mi y que en su lugar quede una gran nada. Porque soy una caricatura, porque tengo claro que las personas distintas no pueden hacer cosa diferente a caricaturizar ese estándar del "otro", la convencionalidad se encuentra tan marcada que lo distinto se ve como caricatura, yo parezco sacado de un comic a tres tintas y lo peor, es que cuando se es un dibujo, se llora tinta y se escupen puntos, y a uno todo se le escapa entre líneas.

Entonces es mejor (saliéndome de mi propio ejemplo), perdernos en verdades, tan propias que se apersonen, tan únicas que sean melodiosas, casi todo entonces es un problema de armonía, de lograr el equilibrio, pero uno real; ¿Porque de que sirve poder ser escuchado si no te van a recordar?, me gusta el ejemplo de pretender ser una canción, de ser compuesto y llegar a otros oídos, de que puedan disponer de uno y entenderlo, completarlo, porque considero que puede uno ser suficiente pero no estar completo, de otra forma no buscaríamos nada, porque lo tendríamos todo.

Si yo fuera canción, tendría un coro mortalmente pegajoso, como lo que silbaría aquel condenado a la muerte, y quedaría como la culpa grabado en todos aquellos que vieran la ejecución; Me gusta también la idea de llegar a aquellos desesperados que buscan aquella emisora que tenga espacio para ellos, en ciudades que los rezagan y que prefieren desesperarse antes que darle cabida a estos necesitados a quienes sus deseos se les escaparon, a quienes todo se les vino abajo y tuvieron que retomar el hilo después de una noche de conversación distante y cercana, que encontraron su propia melodía entre el ruido ensordecedor de la noche, del silencio que cobija y es tan alto que apaga algunos sonidos; Silbando, cantando y componiendo versos que se vendan solos en las esquinas o que simplemente se reescriban a sí mismos, en un consuelo dado a tiempo y en la tranquilidad de aquello que se hizo así haya quedado mal hecho… o incompleto.

Siempre se necesitará algo de egoísmo para poder sentarse apropiadamente a componer, sacar de uno y para uno, guardar y conocer, intuir primero para después poder compartir; Porque cada canción de desespero puede ser de esperanza, es solo ajustar la letra y entintar la partitura, ya que no hay nada que no pueda ser arreglado. Hay que buscar con quien cantar o al menos perder el miedo a intentar alzar la voz, siempre, puede haber alguien que escuche, incluso uno mismo.

sábado, 8 de mayo de 2010

Feliz cumpleaños III

Hoy este blog cumplió 3 años, y es gracioso porque lo empecé sin ganas, sin la consciencia de que fuera a ser algo más que un desocupe temporal, como cuando jugaba en linea, como cuando me la pasaba metido en facebook, o como cuando sonreía. Este sitio me enseñó a dejarme llevar por las letras, a tener momentos de lucidez y de locura entre laberintos narrativos; Me mostró que podía escribir y me brindó la oportunidad de notar el gusto por hacerlo, de él salieron mis cuentos y poemas (así ya no esten aquí). Este blog marcó el amor a esa ella que hoy esta conmigo. Me ha servido para lidiar con mis demonios, para contrastar el aburrimiento y la desidia, para luchar contra todo lo malo y aprender a ver algo bueno.

Seguiré escribiendo, porque aún hay quienes leen esto; Porque para algunos los Blogs no son una moda, porque me gusta hacerlo y porque todo aquello aquí plasmado me sirve tanto, que no puedo dejar de hacerlo. Gracias a Blogger (hoy en día Google), a todo el que me ha leído alguna vez, a ella, a ustedes, y por supuesto a mí. (Ovación de pie).

La imagen la tomé como de costumbre abusivamente, de aquí.