viernes, 28 de mayo de 2010

... Reflexión Nueve: Tolerancia; Inclusión, exclusión y diferencia

Esta reflexión parece que naciera sin un preludio y al parecer sin una provocación previa, pero la verdad es que no. En los últimos días me he visto abordado por diversas muestras de intolerancia, cosas que me han molestado, que me han alterado, y es que pensar diferente al común, y peor aún a esos otros diferentes (luego me detendré mejor en este punto), pues es un pecado, y uno es una persona frívola, sin sentimientos, porque no se adapta al común de valores y de antivalores; Es decir, la sociedad reconoce que haya un estándar, aún de lo que se sale de la misma, y es que la forma de hacer o decir las cosas esta tan programada, que hasta los bichos raros (no es mi caso) tienen su propio manual de conducta, y tal vez esa sea la razón para que “hereden la tierra, sin guerra nuclear”1 . Estoy hasta el cuello, se me agotó la paciencia con respecto a las muestras de total desprecio por sus propias bases de las personas que se alejan de lo común, y se muestran a sí mismos como diferentes, en especial de su grito de libertad y respeto, el cual pocas veces aplican a otros; De que no ser estándar, normal, ni raro, sea mal visto; De que si no entra uno en una categoría, deba convertirse en un paria, y yo me pregunto, ¿Dónde queda la tolerancia?.


Tolerar tiene varias acepciones, un sentido amplio que se deriva del soportar, aceptar, o como dice el diccionario de la lengua española: “Permitir o consentir algo sin aprobarlo expresamente”. Yo voy a tomar el significado que mejor me sirve para este escrito y el que es razón tanto de mi malestar como de la solución propuesta: El que trata de respetar, opiniones y prácticas de los demás, lo que quiere decir entonces, someter los valores personales a los ajenos en una medida que –yo creo- al menos debe ser lo suficientemente sana como para no caer en algo dañoso como en llegar a ser pusilánime.

No es que yo sea intolerante o que no pueda aceptar la diferencia, de eso no se trata, pero considero que la tolerancia no implica aceptar del todo, más cuando se trata precisamente de algo que va en contra de los valores propios, algo que por definición lo contraría a uno. Es decir, tolerar no llega hasta celebrar aquello que nos molesta, ni mucho menos estar de acuerdo, simplemente no hacer que nos moleste a un grado en que sea insostenible (ese sostener está muy presente también en la tolerancia), que se pueda respetar, porque casi todo lo social implica un cierto respeto, darle el valor a cada cosa pero sin llegar a extremos. ¿A dónde voy con todo esto? A que nuestra sociedad siempre nos está pidiendo tolerancia y respeto, sobretodo en la medida de la diferencia; Todo aquel que se define diferente, automáticamente empieza a exigir una tolerancia especial por su no pertenencia, para que su posición distante sea respetada, se excluye naturalmente de la generalidad, con el fin especial de encontrar su relación con otros, en particular definir y defender su autonomía, su esencia, finalidad y/o sentido; O al menos es la mejor explicación que se me ocurre.

Me cuesta asumir ciertas cosas (como a todos), a veces simplemente porque encuentro muy flojas (o insuficientes) las razones por las cuales se hacen las mismas. Pero no encontrar el sentido o explicación de algo es creo yo, la base del disenso, lo que construye verdaderas opiniones y consolida incluso las más complejas estructuras de la sociedad. Muchas veces no estamos preparados para discutir y nuestras ideas están tan arraigadas a nosotros, que somos capaces de llegar a extremos malsanos de comportamiento o simplemente nos olvidamos de que podemos estar equivocados; No porque nuestra ideas no tengan fuerza, sino porque siempre puede haber alguien con un punto de vista mejor elaborado, con un argumento mejor construido, tal vez fruto de un continuo consenso o de una mejor experiencia, o quizá solo producto de una mejor observación.

Es cierto, podemos estar de acuerdo y podemos discutir; Podemos observar, aceptar, respetar y por supuesto tolerar, sin embargo es una medida de  respeto, el que también aquellos que piden en principio el reconocimiento de su diferencia, respeten otras diferencias y no solo la propia, es decir, que el aislamiento de cada uno de estos individuos de la idea generalizada no venga acompañada de una idea de atracción hacia si de manera tajante. Digo esto porque lo que causa mi malestar es precisamente el exceso de atención que suele resultar del ejercicio de manifestar la individualidad, de buscar el reconocimiento de esa diferencia de que he hablado antes; Que no baste con demostrar el punto , sino que se quiera que otros también lo vean y llegan incluso hasta las comas, ¿por qué?. Porque la personalidad y la definición del carácter se han convertido en un problema de moda, de vender no solo la condición presente en cada aquel “diferente”, sino que también debe añadirse todo el paquete que viene con ello, es así que no tenemos que tolerar solo la diferencia, si no también todo lo que ella misma implica, por banal que sea.


Y es que aquellos que se declaran diferentes, son los peores a la hora de establecer medidas de respeto. Sí, me pasó en un principio con las personas de alguna condición “afro”, o “negras”, o “de color” o como sea el sufijo que se les pueda poner para no “ofenderlos”, porque es que la determinación inadecuada de la diferencia es una cuestión de bajísima moral, que hace que uno sea cuestionable en sus valores o retratado como todo un dejado en cuando a maneras, y totalmente descarriado de las buenas enseñanzas de eméritos maestros como Carreño; Pero el ejemplo de la “raza”, y ahí me gano otro problema que no me importa ganarme, no es el único, cada día vemos como los demás factores de diferenciación posibles (en serio casi todos) entre los seres humanos, causan el mismo efecto que antes se daba solo por el color de la piel, la nacionalidad (etnia sería más apropiado) y las creencias religiosas; Es así como ahora es muy importante la música que escucha uno, el deporte que se practica, el equipo al que sigue (de cualquier deporte, pero principalmente futbol), el género y tendencias sexuales (en ese punto me detendré más adelante) y por supuesto sin dejar de lado la propia apariencia de la piel, esto manifestado por ejemplo en la cultura del “Body Art” y la transformación cultural.

Los mismos diferenciados, suelen ser los principales diferenciadores, y es que la diferencia da un cierto status y no puede dejarse atrás, porque viene con una serie de beneficios (si, cosas como las acciones “afirmativas”, las que se hacen en pro de la igualdad y que tan bien han querido meternos los neoliberales a fuerza), sé que me voy a ganar más de un problema, pero se supone que todos somos iguales, sin embargo, ellos son diferentes y toca ayudarles para que se les dé un trato igual; la máxima de la igualdad social entonces reza trata igual a los iguales, y desigual a los desiguales, este es el fondo de esas acciones, a mi me quedan varias dudas, de orden pragmático e incluso epistemológicas, más cuando lo liberal se inicio como una búsqueda para todos, pero teniendo en cuenta que ese “todos” era un conjunto claramente definido para el momento, una muestra representativa y no necesariamente plural o democrática, pero eso es otro cuento; A la final que lo que ha hecho la historia, es tratar de ampliar ese “todos” y que día a día abarque más, lo perverso allí es que de ese “todos” -por causas ajenas a este escrito-, muchos y muchas buscan apartarse con el fin -de nuevo- de salirse del principio abarcados, en aras de la libertad, pero siempre con la conveniencia de recibir cualquier acción que por afirmativa e igualadora también traiga consigo un provecho, para poder seguir diferenciándose con gusto.

Sí, somos muy liberales, proclamamos derechos y libertades, pero solo para nosotros, porque ese otro es un truhán y no merece nada nuestro; A menos claro está, que haga algo para nosotros y sí, lo he sostenido y lo sigo creyendo que todas las relaciones son luchas de poder y que todas las personas se acercan a otros por algún motivo, que la conveniencia rodea y casi que dicta nuestras vidas, pero a veces hay que pensar en el otro como medida de uno y es que en serio casi nadie es un verdadero liberal, pero si casi todos quieren ser unos libertinos (y ojo que eso no es del todo malo, pero la verdad todos los extremos son viciosos). Los derechos entonces para nosotros son relativos, tan convenientes como nuestras relaciones, la verdad es que muchos creen que tienen derecho a ser cretinos, desconsiderados, palurdos, obtusos, ridículos y esnobs, y ¿quién soy yo para no dejarlos?. Lo que si me afecta es tener que tolerarlos, aguantarme que me vendan su idea del mundo como la única valida, que los de otro color de piel me miren mal porque soy casi de color cal, que los religiosos me denigren porque no doy gracias a dios por todo; Que los gays me vean por encima del hombro porque su estilo de vida es más “play”; Que los que tienen tatuajes por todos lados, perforaciones, extensiones y otras modificaciones me miren de arriba abajo como si yo fuera el raro; Que se me cuestione que no me guste el futbol, que no se pueda aceptar que yo sea diferente, siendo que lo “normal”, sería que fuera diferente, dentro de alguna de las diferencias preestablecidas.

El mundo está constituido por gente que excluye, porque eso les da poder ¿y a quien no le gusta el poder?; Cada cual se precia de ciertas cosas –presume-, el mundo es competitivo; Sí, es verdad, pero el ser humano es ridículo y vive su vida en función de la competencia, de ver a ese otro detrás de sí, o abajo, pero en todo caso en una posición que le resulte más incomoda o baja que la propia, debemos siempre tener más y ser más, aunque esto último casi siempre se concentra en lo primero; ¡Oh! gran mal del mundo, cuando se aprendió a tener y se consolidaron las bases de la propiedad, ahora es todo lo que nos interesa: Acumular, y es que entre más, mejor. Y es que para acumular se vale cualquier cosa, porque la cultura de la forma de vida se basa también en tener, en remarcar la seguridad de su estatus a través del poseer, sea lo que sea, bien más parejas, más perforaciones y decoraciones en el cuerpo, más adeptos, mas “hermanos”, etc. Estas personas se reúnen en su pretensión de diferenciarse, pero también para que como grupos y subculturas puedan excluir de manera más efectiva a otros.

Entonces tenemos de todo (así no sea necesario), solo para “joder” al otro, para poder excluirlo, y la verdad las diferencias son el factor de exclusión preferido de la humanidad, bien sea por el color de su piel, por su religión o por sus tendencias sexuales, gustos, apariencia, ¿se me escapa algo que no haya nombrado antes?. Pero eso tiene un doble fondo, y es que no necesariamente se busca excluir, sino que también muchos pretender incluirse en algo, pertenecer, y eso a veces se hace a través de la exclusión, y es muy cierto que es un factor de cohesión -tal como lo escribí antes-, el que muchos tengamos los mismos factores excluyentes, o acaso los ricos no andan con ricos y los hinchas del Inter, no andan con hinchas de ese equipo y no de otro, gays con gays, ¿y gente tatuada con otra gente tatuada?. ¿Y para que nos juntamos entonces? ¿Para hacer más fuerza?, ¿no?; Yo diría que para que la masa ejerza una mayor presión sobre el individuo y que nuestra pequeña idea discriminadora sea una gran idea; pues bien, con ejemplos superfluos como los gustos o la situación económica no suena tan grave, ¿pero con cosas como la religión? ¿O las tendencias sexuales?, eso ya puede ir directo a una guerra o a que el enfrentamiento llegue a extremos peligrosos. ¿Que falta entonces?: Tolerar más y poder dejar con ello vivir en paz a ese otro que no quiere diferenciarse o que se considera diferente por otras razones.

Y todo esto empezó porque tal vez alguien pensó que no soy tolerante y pues vea que tal vez se equivoca, y es que soy más liberal que muchos liberales y considero que cada persona tiene el derecho de hacer de su cuatro letras un candelabro (imagen mental aléjate de mi), pero lo que si no comparto es que aquellos que se diferencian, vengan a intentar denigrarme porque no les celebro o comparto sus distintos estilos de vida ; y es que ellos tienen derecho a que se les respete su vida y su forma de vivirla, ¿pero yo no?. Sí, soy víctima de la ley del embudo y de la ballena y a veces se valen, pero no es siempre y menos cuando uno no está de acuerdo, porque ya se está cediendo al tolerar, para que aparte tenga que voltearse toda la “comprensión”, solo para un lado.

Estoy realmente preocupado por un mundo que predica y no aplica, en donde los valores, las tendencias, los sentimientos, son cuestión de lo que convenga al momento, de seres avocados y consumidos por el esnobismo; Y sí, siempre ha existido un factor homogenizador y de control social que permita establecer las reglas de reconocimiento sociales, pero se supone que hoy en día deberían ser más flexibles o variadas, pero a la final lo que se nota es que esta el mismo valor de antes, conservador y resistente al cambio y el otro que ha sido pervertido y que en el fondo es tan resistente al cambio, como ese valor al que en principio se opuso al ser concebido. Ser tolerante es difícil, en especial cuando uno no está de acuerdo con esas formas de pensamiento, con esas culturas y subculturas, pero lo que sí es difícil es lidiar con aquella intolerancia disfrazada de orgullo de muchos de aquellos que decidieron ser diferentes, seguramente solo para llamar la atención, por captar y acumular miradas.

Ver También:
Reflexión Uno: Buscando el Reflejo.
Reflexión Dos: Más Real que Vivo.
Reflexión Tres: Luces (1).
Reflexión Tres: Luces (2).
Reflexión Cuatro: Egoísmo.
Reflexión Cinco: Amor.
Reflexión Seis: Caos.
Reflexión Siete: Física y Química.

Reflexión Ocho: La Soledad.

La primera imagen tomada de http://policialocalmiguelturra.blogspot.com/2009/09/educar-en-valores-i-la-tolerancia.html
Segunda imagen tomada de http://www.zardoyas.com/puralinea.php?paged_list=servproc&servproc_last=1 
1. De una canción de las 1280 almas llamada "Te veré alla afuera".

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