"Sabemos que no el desocupado jardinero Adán,
sino el Diablo -esa pifiadora culebra, ese inventor de la equivocación y de la aventura, ese carezo del azar, ese eclipse de ángel- fue el que bautizó las cosas del mundo. Sabemos que el lenguaje es como la luna y tiene su hemisferio de sombra."
(Borges Jorge Luis, El idioma de los argentinos. p.182)
El mundo se compone de luces y por consiguiente de sombras; las luces varían en intensidad, color y brillo; incluso están las luces que dan forma a las almas, el rastro de la vida en los cuerpos que iluminados nos muestran su ilusión de existencia; La luz en cada una de las miradas, que hacen que nos sintamos reflejados, ya sea con el confort del arco iris, las formas completas y complejas: La luz de colores, hadas y estrellas; O en la reducida caja de oscuridad, en que la luz no es reflejada debido a la capa densa, de aquellos que no pueden reflejar nada, o simplemente en otros casos, el momento en que la luz no es suficiente para que se produzca el efecto cromático. Lo importante entonces no se sabe si es la luz o es aquello iluminado; El primer problema nos daría un sentido dentro de lo que podría ser algo como el emisor de la luz; cuando es algo simple, la luz se percibe salir de algún lado, se focaliza, se ubica con facilidad aquello que nos esta dibujando a través de este sentido lumínico. El inconveniente real, radica en aquello que produce luces que se opacan, absorben, reflectan, rehuyen de, y en muchas superficies; En un mundo compuesto y lleno de miles de puntos focales, es complicado a veces, encontrar la fuente de la luz, incluso muchas veces nos vemos deslumbrados, y es bien sabido que la luz en demasía es tan fuerte y a veces peor, que la mas completa oscuridad. Aunque no nos sea fácil, llegar a percibir de una manera conveniente o gratificante aquello necesario para nuestras vidas; Si es claro que aquella es nuestra realidad, no es nada nuevo, nada que no se nos haya ocurrido antes, lo que pasa es que la confusión es natural, la tenemos cada día en nuestras vidas, como algo que reconocer de manera sencilla, pero no algo que sea fácil de abarcar; confundimos fácilmente lo perceptible, abarcable, entendible o conocible, incluso a veces tendiendo a mezclar, como siempre sin reparo alguno, recordando que pensar no nos sirve, a la final es mas heroico y sencillo actuar, además, es mas rápido, entonces, es mas moderno.
sino el Diablo -esa pifiadora culebra, ese inventor de la equivocación y de la aventura, ese carezo del azar, ese eclipse de ángel- fue el que bautizó las cosas del mundo. Sabemos que el lenguaje es como la luna y tiene su hemisferio de sombra."
(Borges Jorge Luis, El idioma de los argentinos. p.182)
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Entonces, las luces nos confunden, dan forma de manera natural a nuestro mundo, debido a la forma en que nuestro cerebro percibe y forma con ella lo que identificamos en complejos procesos que aun el menos complicado de los trogloditas puede llevar a cabo sin ninguna dificultad; es un sentido especial y necesario en demasía, en extremo necesario. De la misma manera, dan forma en el otro sentido, a nuestros sentires mas abstractos, mas allá de la simple percepción a través de los conductos regulares de nuestras funciones básicas, esto, aceptando que básica y simplemente hacemos ciertas cosas en medida humanas, triviales y susceptibles de ser adoptadas bajo solamente el uso de un leve o medio sentido común, sin una razón especial o una moral (a veces) muy complicada. Las cosas llegan, tienen, pierden o realzan sentido en la manera en que las concebimos según como leemos esos patrones de luz; Pero dentro de mi cuento, hay mas clases de luz, que solo aquella físicamente describible por medio de cálculos físicos, fotones y cuantos. Así las cosas, es claro también que estas luces padecen para nosotros de todos los problemas de las otras luces, también forman, también reflejan y sorprendentemente también deslumbran.
Luego continuaré con estos temas (espero recordarlo), por lo pronto: Las luces del alma; Aquellas que nos nutren y las cuales permiten hacer la forma de espejo, que se pueda ver y ser visto a través de escenarios complejos con sentimientos pares y dispares. Ya lo había escrito antes, nos reflejamos, según la intensidad de la luz que producimos, en otros; de acuerdo a los propios bienestares y malestares que cambian el modo de refracción de aquello que buscamos incesantemente como imágenes de nuestras propias angustias, la consecuencia de nuestras mas profundas necesidades, malestares propios de lo querido y planeado y soñado incluso, porque nuestros sueños se comportan en este sentido como lentes que nublan o aclaran estos reflejos, o simplemente reducen el carácter de la luz, o nos permiten no salir tan fácilmente perjudicados por la fuerza de la luz; Como lo podría ser siempre la fuerza de la razón, el mayor de los lentes, pero que siempre puede ser tan oscuro, tan resquebrajado y frágil como todas las cosas que nos hacen humanos; como los mismos sentimientos aquellas luces vibrantes y magnas que nos dan la posibilidad de llenar grandes escenarios de vida con nuestra luz, esto en definitiva es grande y nos lleva a pensar en todo lo maravilloso que podemos dar, ser y sentir; llenando el mundo de luz, de aquella nuestra. Precisare continuar sobre este párrafo mañana, ahora, estoy cansado y mas que eso, deslumbrado.
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