jueves, 15 de diciembre de 2016

Tal vez

Su partida, en gran medida, oscureció mi pasión por escribir aquí...

Tal vez.

Lo que sucede es que cada uno de mis días se ha resultado acompañado de un despertar, de una reflexión profunda, sincera, sobre lo que significa estar, lo que quiere decir seguir. Hoy y ahora probablemente sea el mejor momento para hacer las cosas, pero estos "slogans" están muy gastados, tanto como las reflexiones que muchas veces he titulado como tal.

En algún momento volverá la inspiración, cuando deje de estar consumido por los días, acechado por las noches sin sueño, agobiado por el paso del tiempo.

Como si pudiera evitarlo...

Tal vez.

jueves, 10 de noviembre de 2016

10.11.2016

Estamos, siempre, maniatados por la voluntad. Somos la cárcel, el carcelero y la llave. Así, la responsabilidad es tan grande, que mejor nos quedamos encerrados, hacemos la vista a un lado, y nos tragamos la llave.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

09.11.2016

El ser humano es tramposo, los rompecabezas los arma como sea, de tal manera que si le faltan piezas, ¡se las inventa!

martes, 8 de noviembre de 2016

08.11.2016

El dolor no es una expresión de humanidad, al contrario, es una expresión de divinidad. Creamos a un ser superior que nos sirviera para aliviar aquel dolor.

Martes de verdadera reflexión

Me he enfrentado constantemente a esto.

Quizá sea la época, los hechos repetitivos, el sino de la cercanía de un evento en que todo queda a la deriva, o no. He llegado a muchas conclusiones durante todos estos años en que me he dado a la tarea de escribir, de especular de manera más o menos razonada sobre las cosas, sobre los sucesos. En este momento, no tengo claro cosas que antes sí tenía, lo que quiere decir que la cotidianidad está cosechando frutos en mí, que he perdido algunas de las cosas que antes colmaban mi consciencia, que llenaban mi ser.

A esta idea llego luego de consultar los escritos viejos. Es claro que soy yo mismo, pero mis ideas no se encuentran tan agudas como antes, llenas de pensamientos otrora complejos, concepciones formadas, opiniones hechas. Tal vez he empezado a sufrir por cuenta de la anestesia que presenta el mundo, quizá es falta de realizar las actividades que dan profundidad al espíritu, a la vez que consolidan la mente.

Sí, quizá sea eso.

lunes, 7 de noviembre de 2016

7.11.2016

El que no gana, generalmente tampoco pierde, sin embargo se encuentra jugando, lo quiera o no, lo busque o no.

El juego es irreducible, inescapable.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Deshumanización

Hay, en definitiva, muchas cosas que actualmente me hacen reflexionar. Sin embargo, no todas estas cosas logran quedar plasmadas de alguna forma en éste, mi sitio. Pocas cosas logran sacarme del estado de letargo en que me tiene el trabajo, y es que ni modo, hay que lograr el sustento, pues es difícil -o casi imposible- dedicarse de una forma ideal a la contemplación, reflexionar de manera crítica es un ejercicio reservado a aquellos que poco a poco tienen menos cabida en este mundo que busca inflexiones críticas concisas y concebidas a través de un formato preexistente, ojalá a través de un formato económico que ocupe poco tiempo de los otros.

Es raro como la monotonía lo apabulla a uno, el propio aburrimiento. Y es que sobre este tema he lanzado varias y gastadas reflexiones. De ellas, debo decir, que me encantaría que hubieran sido compartidas, vistas al menos, por otros, pero el mismo mal que aqueja nuestras vidas, la sobreproducción, el exceso de información, el lleno absoluto de nuestros tiempos -que incluso deja poco o nulo espacio para el ocio-; todas esas circunstancias han disminuido nuestras posibilidades de dar paso a otros aspectos relevantes de la vida. Y eso mismo impide que podamos buscar algunas palabras de consuelo y desconsuelo. Estoy, quizá, condenado a que nadie lea esto.

Lo importante, es estar ocupado. La cotidianidad se trata de recibir información, variada -quizá-, repetitiva -lo más seguro-; sobre el ambiente, sobre la verdad de otros en relación con las cosas. Sucesos, historias. Vemos con resignación los éxitos de los demás, los que se han convertido en foco de nuestras propias frustraciones. Nos gusta sufrir, hacernos daño, a través de la idea del otro, aquel a quien seguimos, a quien le damos "like", justificando la envidia a través de un sentido de lo bueno, de la prospección del sentido de la vida, y todo otro pensamiento indolente puede llegar a ser visto como una forma tácita de aceptación a una vida que no es la que se debe vivir. Toda forma de indiferencia es vista como una debilidad, y por el contrario la fortaleza se encuentra en aspirar, en desear, en gustar, y por supuesto, en necesitar. Así, la expuesta vida de otros nos recuerda lo pobres que somos, lo fracasados que somos, lo infelices que somos.

Qué complique.

Quizá muchas de las personas que ahora sufren de adolescencia eterna, quienes se resisten a crecer, y que sobrepasan por mucho el síndrome de Peter Pan, entiendan mejor que yo lo peligroso que resulta el aburrimiento y como el mismo carcome cada estructura medianamente sana del pensamiento.

Pero el problema se extiende más allá de las costumbres, trasciende a la ciencia de lo social y ya se encuentra profundamente arraigada a lo que nos hace personas. Nos está cambiando.

Quizá todos los adultos ya nos hemos convertido en nostálgicos, a causa del efecto progresivo-destructivo que ejerce la cultura popular, la cual se transforma al mismo ritmo frenético que lo hacen las formas de comunicación. Quizá lo más grave es que la capacidad de crear, de trascender la esfera de lo real se encuentra mediada por un continuo malestar relacionado con el conocimiento que se tiene por cuenta de la corriente de información recibida a diario. Esto es más cierto cuanto más bajamos en la edad de los afectados.

(Paréntesis: Malditos determinismos, nos tocan a todos, pero aun cuando parezca un atentado contra la propia juventud, lo cierto es que el espiral de decadencia que pudo haber comenzado con el mismo advenimiento de la modernidad, y que ha continuado y haciéndose latente a partir de la expansión de las formas de comunicación, de los medios de expresión; ese fenómeno absoluto terminará por destruir mucho de lo que hace que valgamos la pena como sociedad).

De esta forma, no se crea tanto en la medida en que todo puede resultar ya gastado, intrascendente frente a lo que es nuevo. Esto, sumado a que los gustos trascienden a la percepción estética de lo que es o no bueno, de lo que puede llegar a cambiarnos de mayor o menor manera. No hay lugar más que a la aceptación, pues el cuestionamiento es peligroso y está reservado a ese otro que es ajeno, que es común en su diferencia y diferente como precepto de discriminación y eso, por supuesto, genera estructuras desviadas de poder relacionadas con la cohesión. Mejor dicho, si eres como yo, tendrás mejor oportunidad de expresar lo que difiere, de lo contrario, serás rechazado por raro, por extraño.

Vivimos nuestras vidas al ritmo que demandan las vibraciones de nuestros teléfonos móviles, los cuales son tan inteligentes que saben como romper con la dinámica de nuestras vidas. Su influjo se cola por encima de los momentos con aquel que estuvimos esperando por ver o sentir, atraviesa las reuniones con los amigos, daña los instantes en familia. Extrañamos a ese otro, pero no lo disfrutamos cuando está. Renegamos del trabajo, y por tanto lo hacemos a medias mientras consultamos una y otra vez el avance de esa línea de tiempo, definida a través de los estudios de nuestros datos, de las costumbres que entre una y otra opinión, entre una y otra frase rebuscada, entre una y otra imagen gastada de los mismos sucesos que nos llevan solo a pensar que somos miserables, que estamos reducidos a un centenar de metas y sueños sin realizar; entre toda esa información que se desplaza infinitamente al capricho de nuestros dedos, de forma mecánica muchas veces. Entre todo eso se nos va la vida y ya no la disfrutamos.

Las personas se encuentran en cualquier situación de su cotidianidad y a la vez están pendientes de otra latitud, de otras personas. Cada cual se siente con el derecho, ante la inmediatez de la comunicación, para disruptir todo instante personal del otro; cualquier momento es bueno para una conversación sin sentido con estas otras personas con quienes sería mejor charlar un poco sin la intermediación de un aparato. La tecnología nos está haciendo cada vez más introvertidos y está empezando a afectar la forma en que nos relacionamos con otros, a afectar las estructuras de pensamiento y a aislarnos. Y esto es grave, en la medida en que como seres humanos en realidad, somos criaturas altamente sociales.

Nos estamos deshumanizando.

martes, 18 de octubre de 2016

Sobre los perdedores

La presente entrada resultó, o tuvo lugar después de lo sucedido en Colombia el día 2 de octubre de 2016, luego de que las personas fueran consultadas sobre su parecer respecto del proceso de paz, el que serviría para terminar con un conflicto de más de 50 años.

Aquel ejercicio democrático, que presentó (al menos formalmente) una única dicotomía como opción para enfrentar este embrollo que resultó siendo la oportunidad de lograr un cese (formal al menos) del conflicto armado interno, reduciéndolo a lo sumo a una persecución de bandas de criminales; este ejercicio mostró en efecto lo que está mal con todos nosotros.

Lo que sorprende, es que los más liberales y considerados en campaña por el "sí" luego sacaron los dientes y las garras ante su indignación, y se les salió, del fondo del alma, aquella personalidad guerrerista que sí, podía establecer un perdón, si se quiere, al bando combatiente, al criminal que negocia, y no a su compatriota que tiene una opinión y convicción diferente (los del "no").

Claro está, esto no fue así en todos los casos, ni pasó en todos los estamentos, aun cuando el fanatismo electoral no distingue credo, nivel de educación o económico.

Estas líneas, esta reflexión tan enredada, va a que la tolerancia, el anhelo de paz, tampoco debe ser excusa para la censura, ni para evitar la confrontación de ideas. He visto que airadamente algunos del "sí" se han indignado (razón de ser de las redes sociales al parecer), pero en términos generales la actitud ha sido de confrontación de ideas, de disensos y búsquedas, con el fin de esclarecer los diálogos que desde la esfera política llevaron al colectivo a tomar esa decisión.

Lo democrático no se trata solo de vencer o ser vencido. De hecho la paz institucional, es aquella que tiene en cuenta el ser y el deber ser, puesto que las personas han de tener cierto grado de auto regulación, no se trata solo de acatar, si no de respetar, de tolerar incluso. Hacer lo que se debe, y desarrollarse sin atropellar tanto al otro, de tal forma que no se le perturbe sin ninguna razón, que no se le cause daño. Así, cuestionar a otros, exigir del gobierno o de los políticos no es dañino, por el contrario es beneficioso y debería ser tomado como una obligación, tanto como salir a usar las herramientas democráticas.

Pero nuestro principal motor de la existencia es la pereza, nos creímos muy bien el cuento de que "la pereza es madre de todos lo vicios, pero es madre es madre y se respeta".

Aquí nos han enseñado a que alguien más se ha de ocupar, y que es de alguien más la culpa. El otro existe solo para correr con culpas y responsabilidades que no se quieren, y aquello como la institución, el Gobierno, es una cosa ajena.

Así, nos han enseñado a obedecer, a callar, a trabajar, pero solo en apariencia, y cuando el que controla está mirando.

En el fondo lo único que habita es rabia, desidia.

La rabia puede canalizarse expresándose, en lo posible con todo el respeto del caso.

Pero la desidia si parece estar metida en lo más profundo de nuestros seres.

Disentir, también es resistir.

Pero a veces siento que los que disentimos somos cada vez más pocos.

jueves, 13 de octubre de 2016

La tolerancia del otro

Dejar ser.

Sí claro.

Alguna vez se me ocurrió escribir sobre la tolerancia, aunque tal vez no con la idea adecuada en términos del alcance del concepto.

Solo basta recordar que tolerar es según el diccionario: "permitir o consentir algo sin aprobarlo expresamente". Esto del alcance puede llegar a ser intuitivo, en la medida en que se habla de permitir o consentir, donde lo contrario es impedir o disentir. Esto lleva a pensar que el concepto comprende dos tipos de tolerancia, una que implica una actitud pasiva desde la posibilidad física de reacción frente a lo que se desaprueba, pero se deja ser; la otra, que se manifiesta en un reproche que no habría de pasar de un escenario de discurso, o incluso desprovisto de éste y que en todo caso podría referir a un ejercicio de reflexión, de dialogo o de simple negación consciente.

Pues bien, imaginemos por un momento que cuando se realiza un cuestionamiento, cuando se hace una crítica no se está dejando de consentir.

El consentimiento es la voluntad. Se pueden llegar a aceptar acciones o consecuencias negativas y también se puede autorizar. De esta forma al consentir sin aprobar, como se desprende de la tolerancia, se está teniendo conocimiento de algo, y se está permitiendo, lo que no implica que al respecto no puedan realizarse observaciones.

Las personas asumen que la tolerancia es una medida de pasividad y que se trata únicamente de permitir, sin que pueda hacerse nada más, sin que pueda actuarse, como si las relaciones entre seres humanos fueran pacíficas, univocas, unidimensionales y unidireccionales. Aquel otro, que está del otro lado de la carga perceptiva, debe ser capaz de asumir todo el cúmulo de expresiones y emociones que sean posibles desde y este lado de la relación.

De esta forma se considera que la tolerancia es solo hacia mí, y no del otro. Que tengo derechos absolutos, a expresar cualquier opinión en desarrollo de los principios liberales básicos como la opinión y el desarrollo de la personalidad. Nadie ha de detener la expresión de un emisor absorto en una mecánica de libertad y tolerancia individual, pues de otra manera esta persona -este otro- está atentando contra la persona, no lo está tolerando, no lo está respetando.

Dejemos el respeto para otro día, ya que el mismo es formal, relativo y de una construcción enteramente social. La tolerancia de 'uno', lleva de la mano la posibilidad de ser, y el derecho a que lo dejen ser, a que no se le interrumpa, no se le cuestione, no se le critique, y por supuesto, que jamás se le indique que sus argumentos, el fondo de su expresión, sus ideas, están de alguna forma equivocadas o no son tan coherentes, gráciles, adecuadas, pertinentes como aquel 'uno' lo considero.

Pero si todos son sujetos de tolerancia, si todos deben ser tolerados, el escenario conlleva un conflicto de libertades y de derechos que resulta más harto de lo que esta entrada permite.

¿Dónde queda el otro?

El otro por lo general, no existe. Esta sociedad se ha ocupado de negarlo sistemáticamente, en convertir al mundo en un colectivo de 'unos'. Esto, a partir del reconocimiento del individualismo, por sobre cualquier característica de la individualidad. Es una diferencia tonta, quizá, pero se impone una idea colectiva que no permita la crítica, el dialogo o la construcción desde y hacia el individuo. Así, se le enseñan las ventajas, los derechos, las virtudes de una situación sin permitir una experiencia siquiera cercana al valor propio de lo individual, a los aspectos básicos de la introspección, no, esto no es importante, por tanto la idea del otro tampoco lo es.

Solo se reconoce al otro para hacerlo sujeto de toda esa serie de obligaciones que la escala valorativa personal concibe como 'buenas' o 'justas' frente a quien observa, frente a quien determina, frente a 'uno'.

¿A que va todo esto?

A que a 'uno' no le importa tolerar lo que hace el otro, no le interesa. Está preocupado en que las ideas que gravitan por su cabeza, pero que no concibió, que se auto impuso por cuenta de la corriente mayoritaría, de la tendencia, de la moda, que todas esas ideas transiten libres y nunca sean cuestionadas, pues de otra manera ese otro, es un intolerante.

Y ya  sabemos cual es el remedio para quienes no toleran, a esos no los vamos a tolerar acá.

lunes, 10 de octubre de 2016

El problema somos nosotros

Mario Mendoza, escritor colombiano, curioso explorador del comportamiento humano, presenta una exposición de lo que en términos del plebiscito colombiano significó el ejercicio democrático del 2 de octubre.

Dejo el enlace.

http://mariomendozaescritorcolombiano.blogspot.com.co/2016/10/el-problema-somos-nosotros.html

lunes, 26 de septiembre de 2016

Continuar

Perder la confianza es difícil.

Entender que lo que sucede, la forma que toma la cotidianidad, es solo eso: el ser.

Continuar, a pesar de las perdidas, a pesar de las contradicciones, de los sucesos. Y sí, cada momento se extiende tanto como lo dejamos, existe quizá en una concepción, una perspectiva pensada a la que denominamos tiempo, el que consideramos inefable, infinito, inmutable. De ahí que nos cause tanta fascinación lo eterno, lo incierto, aun cuando la incertidumbre nos agote, nos colme de ansiedad y temor.

Lo cierto, es poco, o incluso nada.

Una reflexión puede llevarnos a la muerte y cada instante de agonía va de la mano de una serie compleja de razones para negar, para incidir en nuestra propia percepción y negar los procesos consecuentes a través de la razón.

Sí.

Negación, consciente.

Pero esta, en todo caso, no es necesaria para continuar.


miércoles, 17 de agosto de 2016

Aforismo

nombre masculino
1. "Frase o sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte".
2. "Una declaración u oración que pretende expresar un principio de manera concisa, coherente y en apariencia cerrada"

1. Espalsa- Calpe.
2. RAE.
Fuente directa: Búsqueda de Google.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Seudoexplicación del "cafrismo" y sus consecuencias

Comencé escribiendo sobre los cafres, pero únicamente desde su perspectiva relacionada con el internet y las redes sociales, mismas sobre las que después tendré que dejar ir toda la ira que merecen, y bastante que si es. Pero lo que me ocupa no es mi extensa carga de malestar con internet, ni con lo que representa, ni como cada día es una nueva excusa para consumir nuestras esperanzas, para agotar nuestra energía, para mantenernos lo más ocupados posible, de manera que nos resulte complicado darnos algún escape, un tiempo para cada uno, un minuto de silencio, pero no por cuenta de algo impuesto por el colectivo, propiciado por los medios, derivado de alguna suerte de influencia: compra esto, come aquello, qué divertido es hacer esto, qué bueno es viajar allí...

Lo ven, mejor no hablar de ello por ahora.

Esta es una reflexión que surgió de un largo malestar, quedado atrás en el tiempo por cuenta de esa pila de circunstancias, hechos, deberes y preocupaciones que suelen ya adornar de manera constante mi vida. Se suponía que las últimas circunstancias de la vida de la ciudad en la que habito, al igual que un amplio buscar y rebuscar entre las opiniones, esputos, vociferos y expresiones de los habitantes de este terruño, me habían llevado a considerar, lo que en realidad siempre he sabido, y que aun hoy, al finalizar de cierta manera este escrito: que vivo en medio de una cantidad insana de gente canalla, zafia, ruda, violenta, ignorante, rústica, grosera... gente cafre.

En parte el anterior, era un texto ya usado, ya pensado, ya escrito, que continuaba así:
No se trata solo de quienes a diario viven a zancadas, empujones y atropellos, desatando su propio deseo de contacto con el otro a través de micro riñas por un par de segundos de ventaja, o un pequeño espacio en el cual apiñarse, abriéndose paso a como de lugar y abusando de esa complicidad miserable que se pretende luego de tener cada vez menos que dar y si mucho que perder. No ceder ni un milímetro, aprovechar cada momento, capitalizar la desidia o el cansancio ajeno, así se mueve el cafre, pero al menos el de a pie vive con algo de consecuencia y está (al menos en apariencia) dispuesto a confrontar a sus semejantes, incluso puede llegar a desearlo.
Pero al margen de todas estas personas faltas de educación y que por cuenta del poco espacio que la vida les da para realizarse, sometidos a los desmanes del capitalismo, esclavos de sus propias decisiones y de la rutina, viven en un completo enfrentamiento contra todos aquellos y escasos enemigos invisibles a los que pueden derrotar, no a los verdaderos, no a quienes los oprimen, y ciertamente no a sí mismos. Entonces, cada momento de cafrismo podría ser un minúsculo triunfo, apenas suficiente para compensar un carácter débil, una existencia febril y devastada. Pero basta de justificaciones, el cafre existe y persiste en su cruzada contra sí mismo y contra los demás, por la razón que sea.
No se trata solo de ignorancia, que es incluso un calificativo que ha perdido sentido y que se usa a menudo para descalificar al otro, una herramienta del cafre para señalar a aquel que no piensa de su misma manera: "ignorante" es el nuevo "campesino" o "palurdo", porque estos otros significados recibieron el suficiente rechazo social como para haber sido escondido por conveniencia, por esa absurda forma de remendar todo a expensas de insertar algunos cambios en el lenguaje cotidiano, para hacerlo políticamente "correcto" o adecuado. El desconocimiento sistemático del otro, de la realidad, de la historia, no es ignorancia, es al menos una impedimento social cognitivo de la peor naturaleza, porque está sustentado en la voluntad de no aprender, de no conocer, de no saber.
El cafre entonces se rodea de una falsa confianza, de una seguridad manifiesta en que lo que hace, expresa, vive, hace parte de un deber ser adecuado, política y moralmente correcto y esto se agrava cuando tiene el descaro de atribuir su comportamiento a los seres superiores en los que cree. De esta forma se crean los peores tipos de cafres, aquellos que sirven en teoría a una deidad que predica amor, respeto, tolerancia, pero quizá solo entre ellos mismos, en donde el afecto hacia el prójimo no pasa de ritos desgastados heredados culturamente y de una serie de consignas que se repiten hasta el cansancio, pero que no tienen una aplicación práctica.
Cada cafre es diferente al otro, quizá sean diferentes especies, tan variadas -he de insistir- como los sustentos y realidades que construyeron a cada uno de estos personajes. Lo cierto es que existen múltiples opciones para que una persona termine engrosando las filas de los cafres. Cientos, miles, cada uno diferente al otro, pero todos comportándose de la misma manera, sumergidos en su mecánica cafrística, reproduciéndose, adaptándose, convirtiéndose en una fuerza de temer.

Tal vez ese sea su mayor triunfo, estamos empezando a temerles.

Decidí escribir sobre este tema porque en algún momento me cansé del constante ruido en redes sociales (otra vez este asunto) con el tema de los paros de transporte, la movilización, la resistencia civil, la "cultura ciudadana", y otros tópicos que necesariamente se desprenden de las aplicaciones prácticas derivadas del actuar de los cafres.

He de expresarlo quizá en un momento posterior, pero la vida está llevando a las personas a una sucesión de reacciones constantes a problemas inventados que tienen como objetivo el causar malestar de índole social, lo cual se refleja en estados temporales de indignación, llamaré a esto la dignidad impuesta de tipo virtual. Puede rastrearse en un determinado año, digamos en el presente, una serie de temas que sirven al corrillo propio de las redes sociales y que incluso traspasa a la opinión que se forma (ja) a través de la radio y la televisión. Así, pasamos de los dramas deportivos, a los aspectos coyunturales e intrascendentes de la farándula (criolla o no), e incluso varios temas de corte necesariamente político. Para la muestra puede tenerse la actual coyuntura en relación con la formación de los niños en los colegios y que incluye temas como la aceptación, tolerancia, diferencia, marcada a través de lo que implica la diversidad de género y lo compleja que resulta la educación en un ambiente rodeado de cafres, a quienes también he de añadir su excelsa condición como discriminadores, solapados, homofóbicos, y tantas otras condiciones derivadas de la continua desaceleración en términos de avance social, en tanto es como si estuviéramos retrocediendo a nuestras más profundas raíces camanduleras, conservadoras y en extremo facistas. 

En algún momento estuve al tanto de las vicisitudes de la dinámica propia de la ciudad que habito, la cual se ha empezado a llenar hasta el tope, y en la que las horas pico son un asunto complejo, y ya sé que es una situación a escala global, como consecuencia de la sobrepoblación, porque básicamente nos seguimos reproduciendo como los animales primales que somos, sin mesura y consideración con los recursos, en especial si los mismos no tienen una verdadera dinámica racional de distribución. Nuestra ciencia social es causalista y se encuentra sometida a las necesidades tecnócratas, en donde se pretende que las cosas respondan a un deber ser, correspondiente con un sistema perverso, al cual le tiene sin cuidado el otro, ese otro que se debate en las calles entre el crimen, la droga y la poca conservación de la dignidad. Eso hace al sistema indigno, pero bueno, siempre que se pueda defender de alguna manera al capital, pues todo vale. De esa manera, está bien visto la acumulación y el derroche característico de los millonarios.

Las herramientas con las que contamos nos llevan a cosas tan ridículas como la congestión vehicular, por la imposición de medios y formas a través de la deseabilidad y los preceptos aspiracionales, aun hay mucha gente por ahí con el "chip" marcado a través del cual su forma de éxito refiere a la posesión de alguna serie de cosas básicas dentro de las que se cuentan los vehículos, porque alrededor de los "centros de negocios" se establecen nichos habitacionales bastante costosos, puesto que quienes históricamente han hecho negocio especulando (además de los banqueros) han sido los dueños de las tierras, y por supuesto, los que se han dedicado a la construcción. Nuestras ciudades se han construido a base de opulencia y vanidad, de manera que el lugar especifico en que se vive, hace parte de ese componente especial al que he llamado aspiracional, que no es otra cosa que el deseo de demostrar que se es mejor que el otro. Así, las personas se encuentran identificados con un estrato, que marca o delimita su forma, estilo, clase social y tantas otras cosas relacionadas con su poder adquisitivo. Pero al margen de las divisiones que se dan entre unos y otros, entre ricos, aquellos que creen serlo y quienes están la mitad, junto con todos los tipos y naturalezas de pobres, los miserables, los paupérrimos y aquellos que están segregados y fueron mandados a los círculos de pobreza que rodean a todo centro urbano, porque es que somos una sociedad progresista que en realidad sigue funcionando en muchos aspectos como un feudo y en tantos otros refiere a una época colonial.

Por las anteriores razones, sumadas a las leyes básicas de oferta y demanda, muchas personas se ubican lejos, a distancias ridículas de sus centros de actividad, de producción y similares. La pobreza marcada aun de quienes aspiran a hacerse con los medios para tener antes que ser, no les permiten otra cosa que la adquisición de refugios totalmente por fuera de un radio racional de acción en relación con sus vidas. Habitan a distancias considerables, largas con respecto a su trabajo, sitio de estudio o similar, además están los horarios, lo que hace que todo el mundo concurra en sus actividades, el famoso horario de oficina marca las vidas de todas estas personas, y pocos afortunados gozan de la posibilidad de desplazamiento corto, o racional.

Así, los centros de producción se densifican de la manera más eficiente para permitir el crecimiento económico de los dueños de los medios de producción, aquellos verdaderos capitalistas de forma que un trabajador en un espacio de 4 m. cuadrados (si tiene suerte y no está reducido a 2 o 3), se hace rendir de forma tal que trabaje por un salario que le representa al dueño de esa fuerza laboral, al menos un 50% de plusvalía, y los tiempos relativos asociados al trabajo, corren por cuenta de este trabajador, de manera que todas aquellas horas de preparación y de efectivo recorrido hacia y desde el trabajo, no son recompensados. Por esto es que hay personas que salen de sus casas a las 6 de la mañana, para regresar a las 7 de la noche, y si contamos la preparación y disposición de sí mismos para irse a trabajar, tal vez esten en sus hogares tan solo unas 8 horas, que es lo mismo que se supone que deben dormir, nada de tiempo para el esparcimiento, absolutamente nada de tiempo para sí, solo les queda volver a preparar sus cuerpos y mentes para otra jornada de opresión.

Pero eso no es lo importante, lo que importa y me ocupa por ahora es lo que se refiere al desplazamiento. Existen recursos finitos, dentro de una franja reducida de tiempo en el cual muchas personas tienen que ir de un lugar a otro. Pero mirando las vías, las formas de desplazamiento, se ven muchísimos automoviles, todos ocupados por conductores solitarios habituados al transporte pausado, a la interrupción propia de una vía congestionada, al trancón, al taco.

Alguien me dirá que es un problema propio de todo el mundo civilizado, más allá de las consideraciones relativas a la perspectiva occidental u occidentalizada, o aquella propia de los países alejados de estas cosmogonías, es un asunto generalizado, presente en casi todas las latitudes, y que responde a la extrema pobreza de todo el mundo, puesto que quien trabaja, quien se encuentra obligado por cuenta del sometimiento de estos medios, modos y formas, es alguien necesitado, puesto que los demás, los dueños, los verdaderos capitalistas viven a otro ritmo, así también se vean atascados de vez en cuando, la diferencia es que tienen todo el tiempo, que no conducen si no que son conducidos, y que nadie, o casi nadie les recriminará por llegar o no llegar, por incumplir, mientras que el pobre, el de a pie, o el que a duras penas puede sortear los costos de un vehículo, vive aferrado a la suerte de poder prestarse al abuso de alguien, a poder ser sometido por el sistema, tiene la fortuna de ser explotado, tiene la fortuna de prestarse a una rutina, de tener horarios, jefes, responsabilidades y metas.

Esta entrada inició a través de los cafres, quizá juzgándolos o notando su existencia, pero no puede dejar de lado que el sentido cafrístico, que la naturaleza perversa de este ser esta rodeada a fuerza con toda esta serie de imposiciones. Así, es poca la esperanza que queda de una forma de cumplir, de una manera de hacer, que garantice una verdadera posibilidad de cambio, una luz al final del túnel, o una perspectiva de libertad, que resulte real.

Pensemos por un momento que el cafrismo no es responsabilidad de un gobernante de turno, no puede ser achacado a una política pública, no es una consecuencia del ejercicio de la acción del Estado, aunque si es un resultado de una sociedad tan canalla, que solo permite la generación de victimas y victimarios, en donde las circunstancias hacen que cada uno pase invariablemente de un extremo al otro, no hay respeto por el otro (por el ajeno), quizá porque no hay incentivos reales para lo bondad, y dado que las construcciones morales del cafre le dan por cuenta de un ser superior la posibilidad de pecar y empatar, o de justificar sus acciones en preceptos torcidos, en pensamientos absurdos que resisten a todo examen moral, y que por tanto no logran ser justificados ni en términos de justicia, ni mucho menos frente a la ética mínima que debe acompañar las relaciones sociales; entonces todo encuentra soporte moral, y ético.

Esta entrada iba a referir a problemas concretos de índole practico en relación con el establecimiento de las formas de funcionamiento, distribución y organización urbana, pero no pude tratarlos al pensar en lo injusta que es la base social sobre la que construimos lo que en ultimas rellena a cada cafre, al igual que a cada quien que no lo es, o quien responde tan solo de manera parcial a este comportamiento desviado que eventualmente se hace casi norma.

Esta entrada quizá siga, con un análisis especulacional (palabra inventada) en relación con la densidad poblacional, las especulaciones en tal sentido, los vehículos, los medios privados y públicos de transporte y la forma que mejor se me ocurre de solucionar todas estas cosas, y es que vean mis notas iniciales para esta entrada, iba por otro lado:

Medios privados de transporte: Automóvil (Carros, Motos), Bicicleta, Caminata.
Medios púbicos de transporte: Buses, BRT (Transmilenio), Metro.
Transporte de superficie, transporte subterraneo, transporte elevado
Modelos de Crecimiento y desarrollo Urbano: Celular, Arterial.
Sustentabilidad, impacto: Económico, Ambiental, Social.

Tal vez no sea a mí a quien le toque pensar una ciudad, en especial una llena de cafres, ¿no?

jueves, 4 de agosto de 2016

Jueves de agonía

Pensarse este mundo es muy complicado, no dejarse anestesiar por la corriente generalizada, no caer en todos los lugares comunes asociados con las mecánicas de deseo y consumo, es absolutamente complejo, inviable. Mi querido internet se ha convertido en un monstruo que preda sobre las intenciones, voluntades y sobre la atención de las personas, parecería que el único objetivo de las continuas herramientas y aplicaciones es lograr que las personas se pierdan en ellas, que se distraigan con ellas, lo que se corresponde con ese modelo de adormecimiento, de superación de la agonía de vivir que parece plantear el mundo actual.

No soy la excepción a estos malestares, me cuesta no dejarme absorber por los malestares de la cotidianidad, al igual que me cuesta no añadirle los propios, puesto que sumar males conlleva una aritmética más sencilla que lo que puede suceder con los triunfos, la dicha, la alegría, incluso frente a la tranquilidad.

Hoy resiento mi condición, maldigo la forma de hacer las cosas, estoy en desacuerdo con las contravenciones, con el paso del tiempo, con los espacios sobre cedidos por cuenta de los malestares, de las diferencias de opinión, de los achaques del tiempo, de los efectos de la misma influencia que yo preciso entender a veces pero que no niega la oscuridad de mi ser. Mis demonios han vuelto a ver la luz, y no han sido aplacados de la manera necesaria, o suficiente. Tan solo ahora, preso de la desolación, desubicado por cuenta de un castigo que se siente inmerecido, es que las oscuras criaturas han podido ser aplacadas de alguna manera, a costa de mi dicha -eso sí-, y eso, no es más que una agonía.

lunes, 25 de julio de 2016

Lunes de falta de inspiración

Vuelvo a la sequía propia de los días sin palabras, de las horas en que se me ocurre, viene a mí cada línea, cada situación, cada escena, pero en donde no soy capaz de concretarlo, de manifestarlo, de fijarlo o decirlo. De expresarlo a través de las letras.

De escribirlo.

Cada día se agota dentro de su propio ritmo, pero por cuenta de la imposición de ritmos, una forma agitada de llevar las cosas, de vivir si se quiere, que no está dispuesta a otra cosa que a poner de presente metas, en donde se debe producir y no hay derecho a un ocio, diferente al que nos imponen, se es exitoso en la medida en que se hacen todas esas cosas, se pertenece a la minoría que produce, se es inteligente si se quiere, lo cual no quiere decir otra cosa que la aceptación de la predisposición del mundo y el aprovechamiento de los esquemas que nos han establecimiento para el ascenso social, para el desarrollo, la superación. Aquel dedicado a lo que está bien y es comúnmente aceptado, aquel que se somete, ese será tenido como inteligente, y si no es lo suficientemente destacado, al menos será considerado como "pilo", pero estas categorías, insisto, están completamente sometidas al juego con las reglas que están allí, e incluso el ser extraño, difuso, raro, o especial, tiene que ver con las formas preconcebidas de serlo, de manera que se destaque lo individual a través de la percepción de aceptación en algún grupo que se haya constituido como una forma de alteridad de lo común, pero que en sí mismo es otra expresión de la manada, la misma oveja, pero con un tinte diferente en su pelaje, o quizá con un pelaje lacio o alguna parte esquilada. El punto es que de toda la manada se saca lana, y a todas se les puede sacrificar para saciar a los lobos. El depredador no está menos lejos de la mecánica de la manada, lo que sucede es que su papel es diferente, debe alimentarse de aquellos que son más débiles, debe estar al tanto de no mutar hacia el sentido oprimido, debe estar constantemente alimentándose, pero no sabe por qué, no tiene idea de lo que le espera detrás de cada comida, no sabe que implica el universo más allá de la manada, poco entiende de lo que le sucede a cada oveja, poco conoce, poco le importa, como a todos. ¿no?


jueves, 30 de junio de 2016

Razón y sentimiento: demonios

En este mundo, la existencia propia contempla tantos demonios que al fin de cuentas uno termina pareciéndose a alguno de ellos. Los demonios se crean, nacen de la mera existencia, como manifestación de la otredad de sí mismo, como una forma de exaltación de la capacidad humana, más allá de una sola dimensión, completa, compleja y diversa. De esta manera no resulta solo un ejercicio de claridad, sanidad o limpieza mental el deshacerse progresivamente de todos ellos... no, va más allá y se deriva de alguno que otro problema en términos de lo que se siente, de lo que está más adentro, o profundamente atravesado entre las dimensiones del ser, del estar de la consciencia como forma autorreflexiva de conocimiento, esa determinación racional que en principio explica como se es de una manera algo más, o diferente en todo caso a las manifestaciones más sencillas dentro del espectro animal.

Quizá esto resulte incompleto en la medida en que no es tan cierto el grado de conocimiento que se tiene de ese otro, pero la arrogancia lleva a quien analiza, a partir de un discurso según el cual su posición es privilegiada y deviene de la configuración de diferentes factores en su favor. En todo caso la razón resulta siendo la culpable de toda esta suerte de conjeturas, certezas e interrogantes, tantas cosas que frente a una u otra dimensión, sirven para determinar un estado real, hasta cierto sentido, según el cual cada uno es un ser dotado, al menos de una posibilidad de realizar juicios, valoraciones y de sacar conclusiones con base en la experiencia, el conocimiento y la observación de cualquier naturaleza y coherente con cualquier grado de entrenamiento.

Tomado de: https://pixabay.com/es/calaveras-horror-muerte-623532/
El privilegio de la razón resulta en algo menos que una licencia para hacer de todo cuanto se ha querido, la libertad que se predica del sujeto, individuo, de la persona, para desarrollarse, expresarse o cualquier otro aspecto que se derive de sus diferentes juicios y razonamientos. Se actúa frente a sí e incluso frente al otro, guardando las proporciones de la respuesta posible y con ello acatando los ordenes superiores que establece la sociedad en conjunto de acuerdo con las posibilidades de coacción, coerción o de reproche.

Los seres complejos, y tan racionales como se puede, producen a su vez razones, formas de sustentar sus dinámicas relacionales, sus maneras básicas y no tanto como respuesta hacia el otro, sino como desarrollo de la condición humana, pues por cuenta aun de la más compleja de las personalidades, y el más enrevesado sistema de valores o principios, e incluso cuando se trata de comportamientos o individuos desviados de lo que dicta la normalidad social, lo aceptado, lo tolerado, lo que es síntoma de sanidad, normalidad, civismo, respeto, es tomado casi que como un axioma.

Estos principios o normas básicos de la humanidad, son tomados también como condición diciente de la vida en sociedad y por tanto de civilización, aun cuando se distinga entre las complejas brechas culturales de oriente y occidente.

Los demonios, se corresponden con todas las culturas, con todos los espectros de pensamiento, cosmogonías, y toda forma de asentamiento social. Tienen que ver con la forma que toma la maldad personal, aun cuando se culpe o no de la misma a una fuerza extraña, ajena, sobrenatural incluso. Lo cierto es que la oscuridad, el aspecto que toma el deseo o el querer sobre acciones o consecuencias dañinas o naturalmente incompatibles con lo que se ha considerado como normal o valioso, es una constante en toda la actividad humana.

Pero mi referencia es a los demonios del pensamiento, a los conflictos del alma, a la forma que toman nuestras frustraciones, temores y pesares. Cuando el sentir permea todas las otras manifestaciones de nuestra razón, arrastrándonos por callejones oscuros, por pasajes fríos, húmedos e incómodos en que nuestra sanidad es puesta a prueba.

Estos demonios están allí por alguna necesidad de nuestro ser, para salir o materializarse de alguna manera, y para algunos se convierten en la materia prima de sus creaciones, o en el sustento de su mal comportamiento y en la esencia de su maltrato a otros, en una excusa, o en una justificación.

El mal está ahí, adentro, sumergido en el corazón de cada cual, y perdura, es eterno y constante, tanto o más que la propia bondad humana.

miércoles, 15 de junio de 2016

... Reflexión 11: Voluntad.

En febrero del año 2013, empecé a querer, considerar, a determinar una pequeña reflexión especulativa de corte más o menos profundo en relación con la voluntad. Quizá debería empezar por dar cuenta de su significado, hacer algun acercamiento a través de la semiotica o desde las percepciones propias del lenguaje, sin embargo tengo claro que este rasgo humano tiene varias aristas que parten desde el individuo y sus diferentes manifestaciones.

El sabio internet nos presenta varias aproximaciones al termino, desde una perspectiva puramente individual y psicológica, encadenada sin embargo con aquella dimensión social individual en tanto lo que se piensa, concibe y luego se quiere o desea se vincula con el orden social, con la libertad.

Según múltiples acepciones del Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L., el término "voluntad" puede entenderse como la facultad del ser humano "(...) para gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado". De igual manera se relaciona el concepto con una capacidad, la cual lleva de la mano un grado de esfuerzo, en especial desde un punto de vista correlativo a la decisión, más que a la aptitud. También se toma desde esta idea la disposición o el mandato de una persona, como concreción o manifestación de su deseo.

Pero uno de los puntos de vista que más me interesa es el que está relacionado con la intención para hacer, con la gana o el deseo aplicado, con el fin de lograr o ejecutar alguna acción. Con la forma que toman los deseos, los quereres, la misma necesidad. La voluntad es la expresión razonada del movimiento, la oposición en desarrollo de nuestra caótica naturaleza a la inercia propia del fin de la existencia, hacemos, construimos, vivimos, en ejercicio de esta fuerza que nos lleva hacia adelante como un desarrollo del ser, antes que del estar. 

Tomada de: https://pixabay.com/get/63a5f9a858c54dfd0798/1448560730/tiger-768574_1920.jpg?direct

Existimos desde tiempos que anteceden a nuestra propia historia, como una muestra constante de acción, de influjo sobre la realidad, lo que puede o no estar motivado en nuestro deseo de control sobre nuestro alrededor, sobre la necesidad de superar nuestra propia mortalidad a través de edificios que desafíen la gravedad, el tiempo, el espacio, que sean más eternas que nuestra frágil y finita existencia, dado que los pensamientos perduran, el conocimiento se perpetua a través de las formas que ha fraguado el ser humano para hacerse siempre presente. La voluntad es un sentido de exaltación, una forma de acercarse a lo divino, de alcanzar las pretensiones propias de lo eterno y lo sublime en razón a la búsqueda de propósitos, el establecimiento de metas trascendentales que permitan a cada persona desarrollarse de la mejor manera posible, no se trata únicamente de algo como la felicidad, ni de un principio de mera supervivencia, se trata de la disposición filosófica,  del sentido reflexivo de la presencia, de una contemplación de la existencia que derive en un principio, que de sentido a la historia, detalle un pasado, constituya un presente y aclare de alguna manera la incertidumbre del futuro.

La intencionalidad es una idea derivada  de la responsabilidad y que ha llegado a ser constituida desde los elementos relativos al sujeto, que tienen efecto en la forma que toman las acciones, en especial desde las reacciones o consecuencias de los mismos. Es decir que la el elemento volitivo no es otra cosa que la expresión razonada en procura de una determinada consecuencia, o que incluso permita establecer que se conoció con cierto grado de certeza que algo sucederá luego de haberse aplicado una acción, y que de alguna manera lo acaecido no fue originado por el azar, con independencia de que el resultado final si haya sido intervenido por fuerzas ajenas o extrañas al entender del ejecutor.

Pero más allá de la responsabilidad de los sujetos racionales, la voluntad es un concepto que procura dar una idea de motivo, antecedente consciente o incluso de planificación, consideración previa o presupuesto de hechos o escenarios.

Quizá la idea trascienda únicamente a una razón como quise, que fundamentara la acción, como oposición consciente a la inercia también derivada de la aplicación de lo racional. La gana o energía que se presenta como contraprestación a la misma desidia, a ese malestar de lo consciente que se deriva del cansancio trasmitido a la especie y que ha trascendido nuestro propio humor, quitando el mismo sentido existencial que es propio del ser humano, al que clásicamente se le ha tildado de consciente en virtud de su relación con la realidad, tanto aquella derivada de lo sensorial, como toda aquella que se ha generado en razón de su pensamiento y emoción.

El malestar de la existencia, los problemas derivados de la corriente moderna, homogeneizadora tanto del pensamiento, como de las razones conscientes propias de la cuestión existencial, se presentan como una negación al problema, de manera que si la razón es negada o reemplazada parcialmente, en el mismo sentido se establecerán cadenas de motivación que alteren la dinámica de la voluntad, sustituyéndola por un seguimiento a la idea generalizada que ha sido adoptada.

El individuo se hace entonces, uno solo con la realidad frente a la cual ya ha perdido el poder y la voluntad de alterar. Y este, es un problema para otro día, para otra especulación.


lunes, 13 de junio de 2016

Pausa para lamentarse

Son múltiples las cosas que pasan por la mente de una persona medianamente consciente. Resulta complejo hablar de uno mismo, y hacer cualquier clase de reflexión que quepa dentro de una categoría loable en términos de crecimiento personal, si es del caso, o de algo que sirva, pero todo, todo puede ser controvertido, o mejor, desestimado. Sí, porque el auto conocimiento es egoísmo, y es malo. La observación de los demás, se constituye en una crítica, que usualmente también es mala si no está acompañada de alguna señal de acción, una disposición de cambio a través de un consejo, sin embargo, esto también es malo ya que no se puede decirle a otros como hacer las cosas.

Los consejos, las opiniones y las críticas solo sirven (o tan solo se aceptan) si acaso suelen ser constructivas, positivas o si en realidad disfrazan alguna clase de elogio o disposición de alabanza frente a quien se dirigen, claro, salvo que se esté dentro de una posición de autoridad con respecto a la persona, caso en el cual el mensaje será tolerado en una mejor manera, o incluso adoptado si la posición está mediada por alguna suerte de dominación por efecto del carisma o la admiración.

En fin. Es poco lo que se puede decir en realidad, salvo que goce uno de alguna forma de ser, de una personalidad cínica, ociosa si quiere, la cual permita ir un poco al rompe con este tipo de imposiciones.

Este mal aumenta en la medida en la que desciende la curva de edad del individuo al que nos refiramos, poco queda de una atención real hacia el otro, ya que las personas son fácilmente descalificadas, salvo que -insisto- sean alguien, y que tengan por tanto una mayor importancia para el colectivo, lo que puede ser rastreado a través de su impacto en el mundo alternativo y cada vez con mayor relevancia que dictan las redes sociales, el internet.

Quizá en algún punto podré explicarme de mejor manera, sin caer en tantos lugares comunes y sin acercarme tanto a lo que critico.

Lo cierto es que estas realidades, sumadas a otras tantas de la expectativa y el devenir cotidianos, simplemente están mermando mi capacidad de resistencia a las vicisitudes del rigor de cada ciclo de rotación terrestre. Esta desidia, propia de la cotidianidad, probablemente terminará acabando conmigo...

jueves, 9 de junio de 2016

Parcial

Todo cambia, todo termina, o uno lo deja terminar...

La vida es una sucesión de instantes, momentos y circunstancias pasajeras. Basta con hacer memoria a través de las imágenes capturadas en épocas distantes o no tanto, y es sorprendente todo lo que vuelve, todo lo que se siente de nuevo, de la manera propia que dicta la memoria, de esa forma que no es del todo coherente con la realidad, de esa forma en que sólo existe el pensamiento humano, tan profundo y complejo como la tesitura de los sueños.

Recuerdo, melancolía. Cada fragmento hace parte de otra realidad y por tanto de otra vida, aquella que fue dejada atrás, a raíz de una decisión, como resultado de un ejercicio de voluntad e incluso como forma de atender a una fuerza, suceso o acontecimiento insalvable.

La inevitabilidad es tan relativa como la disposición del espacio, del tiempo, de las distancias y los momentos, puesto que todo está tan intrínsecamente conectado como alejado y revestido del caos universal. Todo cambia, todo se termina, todo pasa por algo a la vez que por nada. Los espejos de la razón forman cascadas de reacciones, nuestras acciones se miden por el impacto que causan en otros, pero a la vez son poco tenidas en cuenta para el crecimiento personal, para la introspección.




miércoles, 1 de junio de 2016

La maldición de los 19

No querido(a) lector(a), no le voy a salir ahora con ningún tipo de experiencia surreal en relación con la edad. De por sí, ya me encuentro un tanto lejos de aquella edad que sugeriría el título.
El guarismo, corresponde con otro efecto, refiere a otra situación, y tan egoísta como es este Blog, no tiene que ver ni siquiera con su autor, o al menos no directamente. A lo que haré referencia, de lo que me ocuparé no es de otra cosa que del mismo espacio, de éste en el que se plasman estas letras y el cual, tiene la maldición de las 19.

Hmmm. Claro. Con razón. La equivocación tiene sentido en que el título es "de los", mientras que aquí menciono a "las".

Pero se trata en todo caso de las entradas, de cada una de estas anotaciones que configuran esta bitácora o WeBlog.

He notado como desde el año 2007, en el que inicié este proceso de pensamiento, de sanación, de crecimiento espiritual a través de la palabra (Ja). No he podido volver a un estado de creatividad que me permita tener un número considerable de entradas por mes. Por la razón que sea, que incluso ya se encuentra gastada, tanto como más de una reflexión que pasó por acá, un pensamiento fugaz o una idea enrevesada que jamás pudo llegar a ser una especulación (de las que no hago desde 2012, a pesar de los preludios y los planes, los borradores y las ideas para...).

No he podido pasar de las 19 entradas en un mes muy activo, como ese de mayo de 2016 aún no tan lejano, o incluso del enero de 2015 en que también fueron 19. Y es curioso como los números se hacen uniformes aun en lo que responde a cada año, 36 (2012), 30(2013), 37(2014), 37(2015)...

Qué pasará con la vida que la vuelve tan monótona, tan repetitiva, cíclica, al menos en términos de rutina y de trabajo, de ansiedad, estrés e insatisfacción.

Menos mal existe ella, y cada día es grácil, bello, o al menos tiene algún asomo de dicha por la bondad de la existencia plagada de alguna que otra sensación no extinguida por cuenta de la consciencia.

¿no?

lunes, 23 de mayo de 2016

Humanidad como preludio de una reflexión


Esta entrada y su posibilidad de convertirse en otra, nació de la reflexión sobre el sentido de la condición de las personas.

¿Qué es el ser humano?

¿Qué es la humanidad? 

Tomado de: http://www.imagenessincopyright.com/2014/03/simbolo-de-humanidad-unida-y-equidad.html

Me he preguntado eso en más de una ocasión, como una reflexión inacabada proveniente de la literatura, el arte y el cine... Quizá exista una o varias condiciones o características que nos hagan tener sentido como especie, como crisol cultural y como seres individuales dentro de un espectro natural al cual hemos creído superar...

¿Será?

viernes, 20 de mayo de 2016

Viernes de falta de paciencia

Qué cosa con los viernes.

Sí, la vida es probablemente una experiencia cíclica, un espiral en el cual las cosas se reflejan unas en otras, en la cual unas cosas hacen homenaje en otras, en que se suceden eventos que con cierto cuidado podrían ser predecidos. Quizá es un mal propio de la consciencia, que no está totalmente establecido entre aquellos que no reaccionan más allá de lo que dicta la inmediatez de sus sentidos, supeditados a la ceguera de nuestros tiempos. Esta vez no se trata solo de un problema de contraste generacional, no soy quien para establecer este tipo de relaciones de desagrado por los actual, de nostalgia por lo pasado. De hecho no recuerdo algún momento en que las cosas hayan sido diametralmente diferente, tan solo una caída hacia el abismo, hacia un fondo previsible, pero no cercano, pero con una distancia creciente en dirección a la salida... Tan lejos.

La paciencia radica en las acciones de los otros. Esos extraños habituados con costumbres tan decibles, tan ciertas y esperables que la paciencia no debería faltar. Existe una explicación a todo lo que hacen, a todo lo que dicen, sus vidas son abarcables, aun cuando estén llenas de energía, alegría. Es un poco la dicha de la inconsciencia, el resultado de los estados inertes, de la poca reacción ante los estímulos del mundo. La seguridad falsa que da existir sin poder ser del todo, por vivir sedado por cuenta de las recompensas que ha enseñado el marco de acción limitado al cual se ha aprendido a entender, a interpretar como parte de sí, la costumbre ciega. La misma estructura de seudo reacción que dice como acontecer, como comportarse ante ese último día de la semana, quizá no se den cuenta, no logren observar lo que causan con otro. Se detesta este día por lo que otros hacen a través del mismo.

¿No?

jueves, 19 de mayo de 2016

Sin sentido

Perorata.

Una idea.

Otra.

Somos, una sombra, un destello en la oscuridad, un pedazo de miedo, una miseria en la constante del tiempo, un parpadeo,

Mi cerebro se apaga.

miércoles, 18 de mayo de 2016

El título no importa

Hagamos de cuenta que el universo hoy de verdad se encuentra conspirando para nuestro beneficio, que cada cosa buena conlleva otra y que el oficio de ser es recompensado con una ventura provechosa, dichosa, o feliz.

Estoy atrasado en los pensamientos, en las ideas y las reflexiones y esto quizá obedezca a un desacato a la rutina, a la de escribir, a la de leer, a la de pensar. Todos los eventos, todos los momentos y las consecuencias se hacen menos importantes cuando uno se encuentra atravesando por alguna suerte de momento sinuoso, accidentado, turbulento. Pero al final el viaje es uno mismo, y es interesante por sí, y para sí. Con independencia de los pesares, las culpas y los desasosiegos.

¿No?

martes, 17 de mayo de 2016

Martes de incapacidad

Es curioso lo que sucede cada vez que una persona se somete a un problema de salud, su rendimiento personal y laboral disminuye ostensiblemente, y sí, quizá lo más importante tendría que ser la restauración de su estado natural, la recuperación de su salud.

Pero no.

Al régimen preestablecido tan solo le importa el rendimiento.

Se trata de la manifestación de la idea del control social por cuenta de la acción, pero degradada a través de la presencia, por lo que la idea del rendimiento es en realidad una falsa idea, o una que tan solo sirve de excusa para establecer metas, consolidar indices y creerse el cuento de la calidad.

Si uno está sometido por su cuerpo y como consecuencia de alguna falla en el organismo se presenta un dolor, lo más importante es encontrar las causas del mismo, buscar arreglar lo que está mal y cambiar de alguna manera ese estado de cosas...

Hoy estoy certificado como incapaz, de trabajar al menos, quizá de pensar, incluso puede que no sea capaz de responder.

Quien sabe.

lunes, 16 de mayo de 2016

Diatriba a favor de los blogs

Todos estos increíbles espacios (los Blogs) fueron cediendo ante las redes sociales. ¿Qué tan diferentes somos ahora de lo que eramos hace 9 o 10 años cuando si estaba de moda leer los blogs? Fuimos absorbidos por el carelibro, por los feeds de otros, por el chisme constante y la envidia marcada en ver que han hecho los demás que nosotros no podemos hacer.

Esto fue una cuestión de comunidad, y tenía todo tipo de contenido dentro del naciente internet 2.0. Recuerdo perfectamente que dentro de las personas que nos considerábamos blogeros, habían varios con unos contenidos muy personales y a la vez un poco payasos, con historias propias o inventadas, algunos hacían relatos o ponían imágenes de mujeres desnudas, todo tipo de contenido. Pero para crear todo ese contenido, y especialmente para consultarlo, necesitábamos tener un computador al lado, era necesario que se usara el terminal, y casi todo era escrito o a lo sumo con imágenes, dado que nuestra banda ancha todavía estaba cruda en términos de velocidad, y en realidad de ancha aun tenia poco. La principal diferencia era la imposibilidad aun, de contar con un acceso realmente portátil a los contenidos, así que la blogosfera tenía lugar en los momentos de ocio en las oficinas, durante las tardes luego del trabajo o la universidad y como paliativo para las noches de insomnio.

Tomado de: https://pixabay.com/es/taza-espresso-platillo-vajilla-1320578/
Pero hasta el insomnio y las rutinas fueron absolutamente trastocadas por cuenta de los teléfonos inteligentes. Aun recuerdo lo que era apagar el móvil en la noche, debido a que no se necesitaba para nada más y cualquier llamada entraría por el terminal fijo o podría esperar hasta la mañana, ah, era el mismo tiempo en que estos móviles tenían una expectativa de carga de varios días y no de unas cuantas horas. Estos teléfonos que nada tenían aun de inteligentes, sólo sonaban cuando entraba una llamada, y por lo general era de un familiar, un amigo o alguien cercano, aun se usaban más los teléfonos fijos.

Ciertamente el primer cambio se dio por cuenta de la invención de las redes sociales, el monstruo Facebook llegó para quedarse y empezó a absorber a la gente con la posibilidad de estar al tanto de los demás, esa interconexión para suplir la mórbida curiosidad de la tan envidiosa gente, para darse cuenta de manera tan anónima como lo permite internet, de que habría pasado con esos amigos olvidados del colegio, con esa traga (crush) de los primeros años de pubertad que quizá fue parcialmente aliviada a través del ejercicio manual. El compañero que te hacía matoneo (este concepto se inventó recientemente, pero todos saben a que me refiero), y el que esperabas que se hubiera hecho viejo, quedado sin pelo y quizá llenado de horribles cicatrices desdibujadas por su propia obesidad. Quizá establecer el paradero de unos y otros, poder charlar con un par de primos o familiares que hicieron una vida muy alejados de tu lugar. Sí, quizá todo eso lo permitió, pero también trajo consigo varios males que se agravarían y perpetuarían en las siguientes generaciones.

Esta red social fue permitiendo progresivamente que se compartieran más y más cosas personales, que se hicieran álbumes completos para reflejar los instantes de nuestras vidas, catálogos de recuerdos que no estuvieron nunca más guardados para aburrir a las visitas, ocupando espacios tradicionales en los recibidores y las salas de estar. Los nuevos amigos de internet, aquellas personas tan solo conocidas o alguna vez vistas, el compañero de clase con el que nunca cruzamos palabra, aquella persona que vimos una sola vez pero que sabíamos que existe, el chico o chica que era demasiado guapo o guapa para atrevernos a hablarle durante las clases de la universidad. Todas esas personas ahora estaban metidas en un mismo saco junto con las verdaderas amistades y la familia, con nuestro otro significativo, todos denominados "amigos". Y toda esta gente ahora podía estar al tanto de nuestras vidas,  pendiente de nuestros estados, de los momentos retratados y de todo lo que ello conlleva.

Dejamos de pasar el tiempo con nuestras personas cercanas pero a su vez empezamos a chatear más con ellos, o quien no recuerda las esperas en el "messenger" que era instalado en todo computador, y que nos servia para hablar incluso con esas personas que nos topábamos en nuestros espacios cotidianos, pero con quienes cada vez menos cruzábamos palabras cara a cara, puesto que podíamos mejor hablar durante un "mejor" momento del día.

Uno de los peores males que vinieron por cuenta de esta revolución, tuvo que haber sido el maldito botón de "me gusta", que puso a cada contenido a ser considerado por los otros, de manera que ante nuestro afán de aprobación, cada estado, cada palabra, cada imagen, empezó a tener un propósito para agradar a otros. Si subo esta imagen y me dan 5 "likes" soy mas bonita, o más interesante, pero si me dan 15 soy la más bella del mundo. Mujeres y hombres por igual comenzaron a mostrarse más, a dejarse ver, con la excusa de la auto satisfacción de la elevación del ego, y nunca de algo perverso o erótico, menos ropa, más poses.

En medio de todo esto también nació la red de microblog, el Twitter y con ello la posibilidad de que las personas expresaran sus pensamientos pero en tan solo 144 caracteres. El ritmo de vida crecientemente acelerado, el cerramiento de los espacios de relación, el asentamiento de la cultura del rendimiento y de la ocupación, empezaron a generar en la gente un sentido del tiempo, de la actividad, que dio al traste con todos los años anteriores de acercamiento a la red. De esta forma el microblog fue perfecto para esta gente cada vez más ocupada, con jornadas de 12 o 14 horas, con una vida entregada al trancón, a la incesante chichonera (al montón), en donde el siguiente avance tecnológico haría cada vez más valioso el tiempo, pero a su vez más escaso.

Con el advenimiento de los smartphones y la tecnología de internet móvil, ya poco quedo en términos del blog escrito. Unos se perdieron en las mieles del microblog y varias comunidades muy fuertes se trasladaron por completo a Twitter, en donde se fueron convirtiendo paulatinamente en lideres de opinión o en estrellas de la micro carreta, de la sátira y el humor de 144 caracteres y ni hablar de los "trending topics" o de los "hashtags". La plataforma sobrevivió para los románticos y los extraños, porque incluso los millennials tenían su propia forma de blog, más estilizado y con menos palabras, más visual y por tanto más llamativo, el Tumblr, en donde lo importante es consumir o crear la mayor cantidad de contenido, lo que se hizo más fácil a través de las herramientas para compartir (o rebloggear) que no tengo claro si nació con el mismo Twitter o fue introducida de manera independiente por este último servicio.

Existen nuevas y variadas herramientas para el tráfico y la producción de información, en particular la visual, dado que las palabras escritas siempre han tenido menos popularidad con independencia de que han sido las responsables del avance de la humanidad (toma esto maldito Gutenberg). Podría quedarme horas reflexionando sobre las demás redes sociales, sobre el contenido,sobre la apropiación de ideas, sobre las mutaciones presentes en las formas de recibir y comunicar mensajes. Pero lo cierto es que esto lo escribo más para mí que para cualquier otra cosa, porque si bien en otros tiempos me leían los miembros de esta comunidad y muchas otras personas, hoy en día me iría mejor abriendo un canal de Youtube y explicando esto con algún tono de voz chillón, o haciendo caras.






domingo, 15 de mayo de 2016

Y así

Tomado de: https://pixabay.com/es/gato-gui%C3%B1o-gracioso-pieles-1333926/
Anteponerse a la expresión de un pensamiento es prácticamente una preocupación, o puede llegar a ser una planeación según el sentido práctico del que se dote a la actividad, o a la concepción de lo futuro. Quizá nos hayan enseñado a pensar linealmente, pero nuestra mente trasciende las dimensiones propias del mundo que a duras penas hemos podido entender, de manera que no es raro que nuestros pensamientos se encuentren transitando entre uno y otro tiempo, entre el recuerdo y la nostalgia, entre la ansiedad y la preocupación. Porque el mañana es incierto, pero al pensar en él usamos la experiencia, la construcción de todo nuestro ser hecho a través de la acumulación de vivencias, de otros sentires y pensares y la absoluta capacidad que tenemos para dar al traste con todo, para eso, nada y lo absoluto a la vez. Bien por nosotros, porque eso no suele servir para nada.

viernes, 13 de mayo de 2016

Viernes de males comunes y recurrentes

Hoy es viernes, uno de aquellos tantos días en que la gente parece aparecer sin ganas de trabajar. En donde se acumula el "cansancio" de los demás días, en donde las personas se alegran por la ilusión que les presenta el llegar a disfrutar del tiempo de descanso, de pasar su tiempo libre con sus otros significativos... Claro, porque los días anteriores estuvieron llenos de agobiantes labores, de extenuantes deberes, de poco o nulo tiempo para compartir, porque estamos cansados siempre, estresados y necesitados de cualquier cosa: dinero, tiempo, dinero, espacios, dinero, cosas, dinero...

Quisiera volver a la época en que todo esto me afectaba menos, en que era más consciente y el viernes era un día cualquiera, y no un signo liberador...

Ambientes

Tengo que detenerme, parar todo lo que estoy haciendo, tomarme un momento para hacer un paneo alrededor, darme cuenta. Hay al menos unas 4 personas enfermas, que tienen serios problemas de salud y que por supuesto están poniendo en riesgo el bienestar de los otros al trabajar en estas condiciones, en un ambiente que no tiene mayor ventilación . Calor, frío, luego bochorno y otra vez calor en cuanto se pueda. La humedad cambia tantas veces que resulta difícil cuidar de una afección respiratoria. Quizá la tierra se desquita de su maltrato e intenta deshacerse de sus más complicados habitantes, pero por frágiles que resultamos, aun así parecemos tener una resistencia terca hacia la eliminación.

Tomado de: https://pixabay.com/es/vaticano-escalera-gr%C3%A1ficos-roma-1136071/
Alguien se encuentra de pie y otro más le habla en esas condiciones, se discuten temas que no tendrían que ser debatidos, se aprovecha para poner al tanto al otro del corrillo del momento, para dar cuenta de alguna pequeña necedad que termine de limar las asperezas dentro del competido mundo laboral, de aquel otro que quizá si se largara dejaría un campo libre para mí. Es aquel a quien han felicitado o llamado la atención por su trabajo, ¿es bueno? ¿si sabe de eso? ¿por qué le alcanza el dinero para irse cada nada de viaje?

Uno tras otro, cada ambiente se circunscribe en otro, colinda, se traslapa, o tiene un área o volumen que es común. Pero dentro de cada esfera individual, existe una miseria más o menos oculta, una realidad que es o no proyectada, una necesidad o varias, un espectro o un ser vivo, un fantasma, un actor, un asesino, un verdugo, o muchas personas sin rostro.

Otra "¡salud!" para la siguiente ronda de estornudos.

jueves, 12 de mayo de 2016

Hacia dónde vamos

En estos últimos días he estado leyendo bastante, de variados y nutridos temas, y también he estado realizando algunas investigaciones sobre la virtud humana, o incluso en relación con la misma estupidez, aun cuando esto último tiene poco de conciso y definitivo en tanto se desprende de mi propia forma de ver las cosas, ¿o no?

Tengo una preocupación constante en relación con las formas que han tomado los consensos, esto en la medida en que la argumentación y el pensamiento crítico en mi parecer, han ido perdiendo fuerza, cediendo ante fuerzas que antes si bien existían, no tenían el poder que tienen ahora.

La opinión se ha vendido como un derecho, como una derivación clara de la libre expresión que incluso muchas veces como discurso o idea, se desprende de la responsabilidad básica inherente a toda acción humana, sin embargo, esta idea resulta muy conveniente a expensas de lo que implica el disenso. De esta manera, se puede decir lo que se desee, siempre que no se contravenga el orden preestablecido, o que no se contraríe al emisor de la opinión que se contrasta, y esto se agrava si acaso se cuestiona algún objeto de culto, deseo o gusto, dado que todos estos han tendido a convertirse más que todo en fanatismos.

Nuestra cultura se la ha pasado constituyendo estructuras propicias para la creación y mantenimiento de ídolos, durante los últimos 50 años. Las mecánicas propias de la cohesión a nivel comunidad, las ideas nacionalistas o las identidades a través de grupos basados en conexiones étnicas y culturales, se han ido desdibujando a través de la creación de aldeas globales desprovistas de circunstancias de verdadera cohesión que propenden más por una idea de identidad en la adopción de unos mismos patrones, que por la aceptación de diferencias y la solidaridad de tipo orgánico, propia de las sociedades anteriores.

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El exceso de medios de comunicación y la llamada conectividad, han causado que las personas se aíslen más y eviten (por la razón que sea) el contacto personal. Así, toda interacción tiende a mediarse a través del filtro de una pantalla, o de una aplicación (app) que minimiza el grado de atención que se le presta al otro, de forma tal que se pueda adelantar en simultanea, varias tareas que resultan tanto o más importantes que la misma relación. Esto, es culpa de las estructuras sociales que a partir del advenimiento del presente siglo, han reencausado las motivaciones e incluso las formas de control, pervirtiendo los objetivos personales por cuenta de una excesiva fuerza en la autodeterminación, de manera que es la propia persona la que se pone metas constantes, y se ocupa, y como no si además debe atender a toda la corriente de información que está siendo inyectada en su vida a través de su terminal personal, su conexión con la red, de la cual hace parte innegable. Pero no me quiero detener más sobre este tema, puesto que no es ello lo que hoy me preocupa.

Retomando, los problemas de comunicación son transmitidos en cascada hacia las nuevas generaciones, de la mejor manera que se puede pero con los agravantes propios de una cultura y un sistema educativo en crisis. En primer lugar a los niños se les enseña desde muy pequeños a ser extremadamente competitivos, pero con el único propósito de que sus estructuras de pensamiento respondan a la predación del otro que ya se da en el mundo, puesto que somos en teoría muchos y los recursos son muy pocos, con independencia de que sea un problema enteramente de distribución, por cuenta del acaparamiento, de la vanidad y de aquel egoísmo que si es malo, no como el que he predicado en más de una ocasión en este Blog.

A los infantes además se les bombardea de ideas sobre derechos, valores y preceptos morales, totalmente desprovistos de contexto, de esta manera se les enseña lo especiales, importantes y valiosos que son, pero no se les instruye sobre el otro, de manera que se educan considerándose imbuidos de gracia, de tal manera que tienen todo el derecho del mundo (todos), a equivocarse, a opinar, a hacer y deshacer, porque a diferencia de sus padres, ellos sí son el futuro y están llamados por supuesto, a hacer grandes cosas y son entonces imparables.

Bueno. Lo anterior quiere decir que las nuevas generaciones no conocen que es estar equivocados, ni que es obrar con responsabilidad, puesto que en su derecho a vivir la vida como a bien lo tienen, no pueden ser condenados de manera alguna, ni por las leyes humanas, ni por las divinas. 

Lo anterior, no es otra cosa que la negación de la consciencia, desconectar a estas personas de la idea de la consecuencia, de la física de la responsabilidad, los hace más valientes, arrojados, pero a su vez los convierte en seres absolutamente dañinos y en potenciales psicópatas.

Pero al margen de la responsabilidad y la consciencia, también queda presente un tufillo maluco en lo que refiere a la forma de comunicación, discutir con un adolescente siempre fue complicado, pero al menos las generaciones anteriores reconocían la autoridad aun para negarla (esto de la autoridad es un tema difícil, pero va para otra entrada), y la rebeldía hacia parte de un proceso de madurez que necesariamente facilitaba los consensos posteriores. Hoy en día no se puede cuestionar al otro, puesto que aun los adultos se encuentran entregados completamente a una dinámica de enemigo que resulta endémica, y que es consecuencia de todo lo que he mencionado antes y algunos otros problemas más a nivel personal, individual o social, que hacen que las personas se encuentren sometidas de manera constante a estrés y que a través de espacios como las redes sociales, simplemente exploten, en particular si se tiene en cuenta que la expresión mediada por las terminales, brinda una seguridad que no puede darse mediante las formas de comunicación más clásicas.

Pero concretando, lo que me preocupa es lo que sucede cuando se cuestionan los ídolos de estos jóvenes, que fueron criados para hacer respetar sus gustos y sus aficiones, pero al parecer nunca para aceptar la crítica, o los mismos gustos y aficiones de otros. Así, las personas en su afán de lucirse, de aparentar, de mostrar, en su búsqueda constante de "likes", de aprobación y reconocimiento, no resisten que se les cuestione, y todo cruce de palabras en ese sentido, resulta en un conflicto, y es diciente que muchas de las replicas a una opinión en disenso, tengan como punto común un "cállese" o como lo vi en alguno de los foros a los que acudí antes de escribir estas líneas "KYC"... Patético.

Escribiendo estas líneas me doy cuenta que de todas maneras estoy un poco falto de perspectiva, dado que estos problemas no tienen nada que ver con la generación, y que están zurcando todos y cada uno de los espectros sociales.

Nuestra sociedad se ha convertido en una dicotomia entre obligación y libertad, en donde las personas "deben" o "tienen" todo el tiempo, de manera que están constantemente ocupados, entre el devenir del trabajo, los caos por el transporte público, las distracciones obligadas y recurrentes, y el poco tiempo para el descanso, las personas están constantemente buscando el fin del ciclo semanal, se espera con ansias que sea viernes y se maldice toda la existencia cada vez que llega un lunes. De igual manera el que estudia espera desde el primer día de su trimestre, semestre o año escolar, que llegue el fin del ciclo, que se acabe rápido, y no se trata solo de la educación regular media, o básica, si no de aquellos estudios necesarios o no que incluso se hacen con recursos propios. Y es que tenemos que ser alguien, sí, desarrollarnos como personas, sí. Y por tanto se tienen que hacer esas cosas que no nos gustan. Pero, ¿qué nos gusta?. Trabajar no es, estudiar tampoco, descansar tampoco porque la gente evade sus vidas de la mejor manera que puede a través de la constante presencia en la oficina.

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No somos felices solos, pero no valoramos a los nuestros, amamos a nuestras familias pero no resistimos pasar tiempo con ellos. Somos la sociedad de la contradicción, de la ocupación, del rendimiento, de la producción, de la información, del conocimiento, pero también del cansancio, del aburrimiento, de la preocupación y el estrés. Lo cierto es que quienes están sometidos a un régimen normal de responsabilidad tienen que trabajar para vivir, y no les queda tiempo para educar a sus hijos, ni para quererlos, ni para apoyarlos, ni para corregirlos, ni para nada que no sea maldecir sus propias existencias y buscar formas de escape en aficiones, gustos, modas. Todos buscamos en algún grado aquella anestesia que nos libre de la agonía en que se nos convirtió vivir, y cualquier cosa funciona: dios, drogas, alcohol, ejercicio, meditación, arte, literatura e incluso el fanatismo por cualquier cosa o ídolo que resulte estimulante. Para huir de nuestras vacías existencias, del aburrimiento al que nos condicionó la vida digital, tenemos que estar recibiendo información, siendo entretenidos todo el tiempo, siguiendo a otros porque todos somos seguidores de alguien que resulta más inteligente, más bello, más carismático.

Así que entre cada celebridad menor o mayor, nuestra vida se nos va en aplausos que ahora toman la forma de pulgares arriba y que para esos otros con una mayor estrella, fortuna o suerte, o quienes si han sabido como trabajar y esforzarse, son solamente una forma de monetizar nuestras frustraciones. Pero aun estas personas, se sepultan en los excesos, y consumen montañas de dinero transformado en estimulantes (anestesia), porque su propia existencia también les resulta miserable, porque hasta la atención cansa, o agobia de una manera que es resistida de diferentes maneras.

No se para donde vamos, pero no es para un buen lugar.

(Espero resolver y desarrollar todos los puntos que dejé sueltos en esta entrada)