martes, 25 de agosto de 2015

Punto de no retorno

En estos días, nuevamente me he enfrentado a la inexorable levedad del ser, leve, frágil, la existencia humana en sí misma es una contradicción a cualquier condición o axioma, de tal suerte que muchas veces no se sabe. Se existe porque de una u otra manera la voluntad ajena estuvo involucrada, eso sumado a la suerte, al azar propio del caos cósmico del cual siempre he estado prendado, pues en cierta manera a este debo mi vida. Los días pasan, uno detrás del otro, horas que se suceden a través de ecos sumidos en el silencio que no dejan ver la propia velocidad a la que se supone se desplaza este monumental pedazo de hogar en que nos encontramos.

A este hogar es que hoy quisiera referirme, en donde unos y otros están discutiendo varios temas en relación con la bien o mal llamado "punto de no retorno", relativo a aquel estado en que ya nuestro planeta no tiene arreglo, o el daño ambiental es irreparable, y en donde se ha examinado por varios bien o mal llamados expertos, aquello que toca al ser humano, con voces de alerta que miden el consumo de recursos, la afectación al medio ambiente y al ecosistema y el cambio climático principalmente.

Imagen tomada de: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c9/Tarvasj%C3%B5gi_nov._2013.jpg

He visto, leído y escuchado, diferentes puntos de vista en relación con estos temas. Al parecer el mundo está sumido en un proceso que pronto (o incluso desde ahora mismo) llevará a una crisis irreversible, con un daño a su vez irreparable, lo que se verá en el corto y mediano plazo en un cambio climático, puesto que no se trataría solo del aumento global de la temperatura media del aire, sino también ante la presencia de fenómenos cada vez más frecuentes de extremos climáticos tales como profundas sequías, lluvias continuadas, huracanes, etc.

Es como si el planeta cada vez se manifestara con más fuerza, y afectara de una manera más diciente a las personas. Claro, esto es evidente y no requiere mayor explicación si históricamente revisamos como se comporta la vida en las ciudades en que hemos vivido durante los últimos 10, 15 o 20 años, cualquiera podría indicar que las temperaturas han aumentado considerablemente. Pero esta situación tan evidente tiene otra serie de explicaciones que incluso tocan la misma forma de construir las ciudades, el propio urbanismo y la forma en que las personas se han comportado. No hay que ser un experto en el clima para saber que una extensión considerable de asfalto y cemento no absorbe de la mejor manera la radiación solar, de tal suerte que el suelo y el aire se calientan, y sucede lo que pasa normalmente: el aire caliente se eleva y pasa a ser reemplazado por aire frío, lo que a su vez causa vientos que traen nubes y afectan la manera en que la humedad se ha concentrado previamente. Con un poco de imaginación y una inteligencia promedio, al igual que el recuerdo de las ciencias básicas aprendidas en la primaria (la educación de la niñez) se puede entender que un microclima como el de la ciudad, es afectada por la pobre arborización de la misma, y en general la falta de fuentes suficientes de agua, la inadecuada urbanización y por supuesto, el exceso de personas.

La densidad poblacional a mi juicio es el mayor de los problemas de los seres humanos, que tiene varias explicaciones. Una pobre educación sobre las consecuencias de la natalidad, que probablemente también se explica en una nula o también pobre educación sexual y que dispara los embarazos no deseados, en un país en donde la reproducción es aun un problema asociado a la religión y en que la gente de frente se persigna y reza, y por detrás es altamente promiscua. Sin contar con un sistema legal que no da a las mujeres control sobre sus cuerpos y obliga a que en estos casos los niños deban nacer o nacer, pero sin ayudar de verdad a estas madres a su desarrollo y el de los infantes, en tanto la norma propugna por la vida del neonato, pero en ningún caso por su dignidad, eso a nadie le importa. Por otro lado está la tecnología, la técnica, la medicina, factores que hacen que las personas mayores, los adultos mayores, prolonguen su vida por más tiempo de lo que en principio se habría esperado, de esta manera nuestro mundo se está llenando de niños, jóvenes y ancianos, pero solo hay recursos y facilidades de producción para los que están en una edad intermedia, los adultos formados y capacitados.

Los humanos entonces, se reproducen como si no hubiera un mañana, y en mi caso me parece fácil de ver cuando en un día normal de descanso casi todo sitio al que arribo está adornado con la clásica pareja de padres atormentados (de esos que olvidaron como sonreír) con al menos un par de infantes que no superan los 10 años de edad. Quizá su nivel actual económico les permita darles el sustento, lo necesario. Aunque también veo mucho padre joven sin los suficientes recursos (o ganas) de criar a sus hijos, a esos que probablemente no fueron del todo deseados. Padres que no crían a sus hijos porque deben trabajar a como de lugar para asegurar ese sustento que en el caso de los infantes es mucho más costoso que con respecto a los adultos, puesto que los gastos de desarrollo y educación, que cada vez son menos cubiertos por el Estado (a quien sin embargo si le importó desde un principio que no se evitara un nacimiento no deseado), con abuelos que cansados como están de una vida que ya en sí misma les reportó una vida sacrificada se encargan de ver (y criar) a sus nietos, teniendo que vivir y convivir con hijos que nunca superaron el ciclo que antes se consideraba normal, de independencia, de hacer una vida propia. Ese ciclo al que responde el sistema de principios y valores, y sobre el que incluso está cimentado (al menos en teoría) el modo de producción económico.

Así las cosas, somos muchos, algunos dirían que muchos más de los que aguanta nuestro planeta, y en principio no estarían tan equivocados, de no ser porque consumimos mucho más de lo que necesitamos. Ese es otro de los problemas más graves, el consumo. En este punto peco incluso como parte de esta colectividad rampante, nefasta y criminal, la cual tiene y muchas veces desea más. La culpa de esto es muy difícil de encuadrar, e incluso inútil. Resulta mejor intentar hacer algo por la humanidad, desde cada uno, disminuir el impacto de nuestro paso por el mundo, no abusar, no destruir, no excederse. Es en el exceso en el que se concentra el mayor problema, los cientos de toneladas de comida que se pierden porque la gente pide más de lo que puede comer; decenas de zapatos, bolsos, accesorios y muchos otros que responden únicamente a un sentido de la acumulación e incluso de la moda, los cuales resultan muy difíciles de derrotar.

Bueno, existen de todas maneras posturas críticas frente a este tipo de corrientes, y frente a los sucesos que dan cuenta de un mundo saturado, contaminado y en creciente depredación. El problema, sigue siendo la gente, es demasiada y no cumple sus ciclos naturales mientras que se concentra en multiplicarse sin crecer, en dejar retoños que no lleven ningún legado, puesto que su desarrollo es incompleto y no tienen nada que dejarle al mundo, posiblemente no tuvieron tiempo de aportar nada, mientras que los que aportaron son marginados, inutilizados y despojados de importancia al tiempo que se les mantiene con vida por conveniencia del sistema, el cual sin embargo se basa en una planeación a largo plazo que resultará insostenible en el mediano.

Hay que hacer,  lo que hay que hacer: Cierto, vivir de manera más responsable y pensar un poco más en el otro, por pura relación de supervivencia desde uno mismo, porque ese otro podría ser nuestro verdugo, a menos que se convierta en una influencia positiva en nuestras vidas, al tiempo que deberíamos nosotros serla en la suya...

Difícil, la vida, el mundo, el círculo de lo humano se ha cerrado alrededor de sí mismo, sin pensar en lo que le rodea, de tal suerte que algún agujero causado por su paso destructor, por su accionar depredador, será lo que lleve a su aniquilación.

lunes, 3 de agosto de 2015

El que espera, pues espera

Esto se corresponde bien con la idea de que quien se levanta temprano es ayudado por la divina providencia, porque no basta con que debamos hacer las cosas por nosotros mismos, sino que está bien metida dentro del imaginario colectivo la idea de que existe un poder superior que en principio está ahí para suplir la falta de voluntad de cada cual. Dicho esto, la idea misma no se correspondería a otra cosa que a la justificación, y a la pereza (por supuesto). Después de un largo rato, me he visto abocado nuevamente a hacer uso de este espacio, con el tiempo respirándome en el cuello y mostrándome lo agobiante de la finitud.

El uso de la paciencia podría ser uno de los más complejos tópicos para una disertación del tipo especulativo, porque no podría definirse de una manera que no resulte escueta, o como mínimo conveniente. En principio he usado esta reflexión como pico esgrimido dentro de la cortés forma en que se ha revertido mi tolerancia, o incluso desde un punto de vista un poco más regular y por tanto pusilánime, la ausencia de la misma, como si esta implicara la aceptación completa sin ninguna arista, de este tipo de situaciones. Aceptar, respetar, tolerar, no son exactamente sinónimos, ni implican en momento alguno la anulación del ser, o el simple repudio de la concepción y consciencia individual. Pero no es esta manera en que se pone a prueba mi voluntad, mi tranquilidad y mi capacidad para acallar cualquier pensamiento homicida el que me ocupa actualmente, no, no se trata de eso.

Se trata de la otra forma en que se ve este asunto, en tanto la paciencia es esta virtud de oponerse al malestar mismo que supone el hecho de dejar ser, de permitir que las cosas vayan, aun ante el sobresalto que supone poner algunas cosas al cuidado de otros, funcionar entonces a expensas de ese otro. La otredad es ajena, extraña por definición y eso implica necesariamente perder el control, muchas veces por completo.

Este tipo de circunstancias en las que se consolida la forma de ser, la forma de estar a través del manejo del tiempo, son las que consolidan esa otra forma de paciencia, la que se forja por espera. Existe entonces una manera de ver, de hacer, de contar, de vivir, que implica una agobiante y a la vez nutrida realidad: El ritmo de vida es uno solo, y nuestra percepción acelera o ralentiza las situaciones en atención a múltiples situaciones, que a su vez son también circunstanciales. Y es que entender la realidad es un gesto complejo, un guiño a la materialización de la razón, que seguramente no puede ser del todo realizada, pero que resulta todo una experiencia en hacer al menos alguna que otra aproximación, como seres pensantes y conscientes de la realidad que nos rodea, que nos ahoga a veces, porque el aire es solo una sustancia en la que podemos subsistir, en donde nos es natural existir, pero lo que no implica que no nos rodee, puesto que el espacio a nuestro alrededor tiene algo, muchas cosas, y la resonancia de estas, su reflexión, refracción, frecuencia, es lo que nos permite sentir, incluso el paso del tiempo.

El que espera entonces, generalmente no tiene de otra. Somos dueños únicamente de lo poco o mucho que las restricciones que nos rodean permiten, y la nuestra es la ilusión de la libertad, sometida a leyes tan determinantes y difíciles de romper como la gravedad, e incluso a aquellas de corte social que limitan total o parcialmente el desarrollo de nuestras mentes.

El grado de limitación es proporcional a la consciencia, a la aceptación de la lógica que subyace al límite, incluso porque se nos ha mostrado históricamente que somos débiles, y que hacemos lo que hacemos, para sobrevivir, casi como si toda circunstancia endógena y exógena correspondieran a la naturalización, porque claramente toda evidencia y lógica muestra que el deber ser es constantemente un equivalente del ser, para hallar el primero, de tal suerte que la imaginación usualmente es tan valiosa y constructiva como la corriente generalizada lo permita, y esto aplica a todas las ciencias, a toda disciplina, a todo acto o valor humano.

Esta es una reflexión inacabada, escueta y agobiante. Como todas las importantes.

También aplica:

Paciencia (2008)
Consecuencias
Sólo
Tiempo y espacio
Paciencia (2011)
Martes: Desafío de paciencia
Exaltaciones y Calmas