martes, 30 de marzo de 2010

Reflexionar

Hace rato que no sé cómo empezar una entrada, es como si a veces no me naciera de a mucho escribir aquí, lo cierto es que he estado escribiendo a modo de narrativa de mi vida en otro espacio mil veces más intimo y parece ser que no necesito este; Sin embargo las necesidades son engañosas, más cuando se trata de la satisfacción, ya que una es la narrativa que necesita ese ejercicio de recordar y saber ¿por qué se hacen las cosas?, y otra muy distinta es la narrativa de la existencia, de saber ¿por qué estamos aquí?

Este Blog siempre ha sido más un espacio reflexivo y de encuentro de mi mente con esos temas que me ocupan de la vida, y todos los complejidades propias de su devenir, que una forma de compartir las cosas que me pasan; Alguna vez intenté hacer de este un sitio más personal plagado de algunas anécdotas, pero no lo conseguí y terminé siempre escribiendo lo que pienso por encima de lo que me pasa.

Tengo muchas cosas que ocupan mi cabeza, reflexiones a medio terminar y otras a medio empezar y no es que esto precisamente sea el culto a la mediocridad, pero las cosas a medias no son más si no cosas que necesitan completarse y no un problema de rendimiento o productividad (y es que ese par de palabras me producen escozor).

Reflexionar es algo que hacemos todos, sin embargo unos más que otros y peor aún solo algunos pocos nos sentimos bien de hacerlo, pensar esta tan infravalorado que mucha gente se siente culpable (ociosa incluso) cuando se detiene a hacerlo, a mover esa maquinaria invisible que produce pensamientos. Ya lo escribí una vez y lo hago de nuevo, que me pareció muy ofensivo cuando alguien me dijo que "el que piensa pierde", y yo me pregunto, ¿Por qué? Si, en algún momento entendí que pensar tanto no es bueno, como no es bueno ningún extremo, porque según dicen, todos los extremos son viciosos; Sin embargo pensar no es malo, y en definitiva quien piensa no pierde, solo gana de una manera distinta.

Nos han enseñado que ganar es una eliminación del otro, que para poder alcanzar algo, primero debe pasarse por encima de quien primero lo haya alcanzado, es decir, todo es una competencia, y eso siempre implica que alguien debe perder, aún se muestra como algo natural, la evolución, la supervivencia del más apto; Tomando leyes naturales para cuestiones humanas, cuando para otras cosas si se dice que la razón prima sobre lo natural y que lo más humano está precisamente por encima de la naturaleza. A que voy, a que no siempre es cuestión de ganar, a veces simplemente es algo para uno, con uno solamente, ni siquiera un reto como tal, sino simplemente una cuestión de desarrollo personal, y es que uno no se desarrolla solo de la manera que se proyecta a los demás, de esa en que se resalta todo lo exterior, también existe nuestro fuero interno, aquel que no se confronta a los demás porque está oculto, latente. A ese yo interior si le interesa que pensemos, se alimenta de ello y tiende a vivir con hambre en el caso de algunos sujetos; Somos seres complejos con necesidades simples, con quereres y deseos infinitos, con respuestas impredecibles.

Tenemos en nuestra construcción complejidades de todas las otras formas de la naturaleza a las cuales supuestamente sobrepasamos en nivel evolutivo; Somos aves, lagartos, serpientes, mamíferos, peces e incluso amebas y virus; A veces eso que somos sale a relucir más que nuestra propia humanidad compuesta, por eso hay de quienes se jura que son perros, o ratas, e incluso dentro de la apropiación de la vida contemporánea por lo natural, hay quienes son unos aviones. Tan diversa es nuestra composición, que simplemente pasamos por varias fases, por etapas naturales en que nuestro ser nos exige diferentes cosas para lograr la tranquilidad tan comúnmente confundida con felicidad.

Hoy realmente pido que no se deje de reflexionar, de pensar las cosas, de extender la mirada hacia el infinito y empezar a desenvolver algunos ¿por qué? Busquemos la respuesta, aquella que no se haya en el fondo del vaso, ni en las esquinas de la última pulgada de nuestros televisores, ni en el almidonado espacio virtual de nuestras bitácoras y redes sociales; Hablar con uno mismo, responderse y responderle a la vida no puede olvidarse, ya que, nadie puede convencernos de que todo está dicho, pensado ni mucho menos hecho.