De alguna manera tenía que dar alcance a mis entradas anteriores, no por nada más, ahora intentaré hacer un ejercicio de inflexión, de absoluta introspección. La consciencia no es suficiente, la inteligencia es relativa, tanto como la verdad y realmente es un paradoja el vivir contrariado por un mundo, el que sin embargo ofrece buenas perspectivas, bellos panoramas para perderse en él. Hay que morir intentando, o intentar hasta morir, ¿quién soy yo para negarme a ello?
Me he dado cuenta (de nuevo y sin embargo) que no entiendo muchas cosas que pasan a mi alrededor, en especial todo aquello que se relaciona directamente conmigo (consecuencias, efectos y relaciones). No quiere decir que no me conozca, ni que me encuentre negando de alguna manera la realidad, no. Es únicamente que algunas situaciones se me hacen ajenas, pese a conocerlas. No es suficiente el hecho de conocer para saber, o incluso de poder comprehender para aprehender, o incluso entender para propiamente darlo por entendido. Es fácil observar a otros y hacer especulaciones, planear por escenarios, calcular reacciones y consecuencias, pero se hace uno un gran lío cuando se trata de aplicarlo sobre sí, es el entendimiento sin la posibilidad práctica de darle completa aplicación. Puede ser en gran medida porque cualquier método seudo científico se queda corto a la hora de establecer pautas para las relaciones humanas, Además, de plano es un hecho, la objetividad e incluso la subjetividad objetiva se pierde cuando intercede cualquier tipo de sentimiento.
Puedo decir también que es innegable mi incapacidad, no para entender como si para procesar algunos reflejos condicionados de mi maltrecha cabeza, ya lo escribía antes, culpando a una terquedad que considero absoluta, pero que no es otra cosa que una convicción que a medio camino se ha transmutado para que por suerte de su propia denominación resulte más llevadera, menos pesada.
También esta entonces el desajuste, causado tal vez por el mutismo emocional que es todo menos selectivo, por el contrario, es un switch de encendido y apagado; lo grave es que cuando permanece mucho tiempo apagado, procede a dañar la maquina de sentir, y todo afecta mucho (se sobre siente), causa sobresaltos que afectan de un modo severo el recipiente de esta compleja máquina de quejarse, y en estos casos deja de ser incluso solo una mascarada de drama.
Todo se ha agravado desde que soy un ser humano incompleto, lo que me recuerda una marca de abrasión dérmica que está en un poco más del 70% de su proceso de desaparición y que a veces me da la impresión de doler, o de causar picazón, tal vez también sea una idea un tanto esquizofrénica, aún no estoy seguro del todo.
Por supuesto, seguiré rechazando lo comúnmente aceptado, la corriente generalizada, las poses, las tendencias; algunos me han hecho reflexionar sobre si incluso el mismo malestar existencial sea una forma de tendencia, al igual que la compra de libros o hasta la vuelta a ciertas cosas de la llamada cultura 'pop'. Ahora que lo pienso hasta la ironía es una forma generalizada de abordar la vida, en tanto que la rareza es forma general y lo general tiende a ser raro.