Todos los días son diferentes. Sí. Pero a la vez son el mismo día, la misma cosa. La monotonía lo atrapa a uno y quisiera devorarselo a cada instante. Es poco lo que se puede hacer para contrarrestar la incomoda fijación de lo pre establecido, el influjo de la corriente de información, el consenso con el cual nunca se tuvo interacción alguna para llegar a confrontar o a disentir siquiera sobre sus puntos. Las reglas, listo, pero los discursos se encuentran sumergidos en una ideología dañina que trae mensajes claros en contra de la independencia y la actitud crítica.
El mundo premia la incapacidad y tan solo alienta las disposiciones estandarizadas relativas a la búsqueda de lo que está más allá. La actitud, la consciencia, todo debe estar mediado por lo que se entiende como bueno o justo y aun a pesar de ello, todo termina siendo relativo.
Hoy es uno de esos días, uno cualquiera en que todo pesa, todo se siente. Aun, peor.