La costumbre es una mala base para tomar decisiones, y por costumbre me refiero al confort que se deriva del “tener”; sin problemas aparentes, lo que implica seguridad y tal vez para algunos hasta felicidad. Lo que hace que se convierta en uno de los principales motivos, o incluso finalidades en cuanto al comportamiento de otras personas, es decir en que es anhelado por muchos. Desde el simple “estar ahí", seguridad y confort que se cree tener precisamente por la certeza de algo que no se mueve, aun cuando los seres humanos somos dinámicos y no está en nuestra naturaleza lo estático. Tal vez no me haya expresado de manera clara, pero simplemente creo que lo que se tiene, siempre que permanezca quieto, seguro, resguardado (o en nuestro poder en todo caso), representa para muchos no solo un sentido natural y lógico en sus vidas, sino también una meta para todo aquello que se anhela (todo lo deseado).
Las personas terminan viéndose ahogadas en la monotonía y en la rutina, pero de alguna manera sobrevaloran la seguridad que ellas mismas les representan, llegan incluso a llamar a esta sensación felicidad. Entonces se buscan escapes, algo para vencer la rutina y que sin embargo no trastoquen su vida (su mundo), una contradicción que hace que cada cual sea incoherente, difuso y que se pierda en su frustración al no poder "tener lo que quiere" (desea).
Es por eso que el aburrimiento es un claro mal de época, uno de esos hijos bastardos de la modernidad que nos consume, del pensamiento burdo que nos obliga a estar apegados a algo, que nos llama a la captación y acumulación, pero que aparte nos obliga a buscar dinamismo, pero uno que permita ajustarse a un bucle, a una rutina que no disrupte los diferentes algoritmos del diario vivir y las dinámicas sociales preestablecidas por quienes determinan que se debe o no se debe hacer (precisamente la moda, sino no tendría sentido el modernismo).
Pero a lo que iba es que las personas no pueden dejar de arriesgarse con nuevos aspectos de su vida aunque estos sean dañinos, tediosos o inconvenientes, solo por no perder esa falsa seguridad de la rutina, la modesta facilidad que brinda la costumbre. Yo pienso que la costumbre lleva a la resignación, a la supresión de la rebeldía personal, a la falta de conciencia y por supuesto a la pusilanimidad. Entonces, no debe uno temer buscar la felicidad, así esto implique perder algo del confort rutinario. Debemos agitar nuestras vidas, seguir el ritmo del impulso de nuestros corazones y dar rienda a aquello que pueda de verdad hacernos felices, sonreír no por acomodo, sino de verdadero regocijo.
(Tal vez no se entienda que quiero decir, ni a quien se lo quiero decir. Que más dá, hoy me siento frustrado por tener tan claro esto que quiero expresar, pero no poder hacerlo entender a quien realmente necesita aplicarlo.)