martes, 14 de enero de 2014

No, pues...

No, pues... En algún momento (creo) me quejé por la absurda ociosidad pretenciosa, por aquello que contribuía a que todo el mundo se considere más culto de lo que es, y que todo aquel con una mínima muestra de conocimiento, se aparte de lo humano con unas infulas clásicas, predicables únicamente de dioses y reyes.

Gracia, clase, honor; los que menos lo tienen suelen ser los primeros en detentarlos, en configurarlos, definirlos y perseguirlos. En definitiva todo síntoma de diferencia en positivo, de virtud engrandecedora, no es otra cosa que un factor de exclusión, puesto que para eso es la diferencia...

Ahora, me pondré mi brillante armadura y me iré a cazar...


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