martes, 26 de abril de 2016

Martes de consignas, ocasos y reflexiones

La consigna es hacer, vivir, ser... toda clase de verbos activos.

El problema radica en la conformación, en la explicación, en la obviedad. Todos los caminos de la existencia parecen conducir inevitablemente hacia la extinción, hacia la nada que un escrito de estas tierras señala que venimos, de donde habríamos sido arrancados a fuerza. La vida entonces sería un contrasentido en donde por caos se opondrían fuerzas a la inercia normal del vacío de la existencia. Pero si somos contrarios a la nada, entonces tendríamos que ser algo tan absurdo como un todo, tan completo como el conjunto de aquello que es a plenitud. No sé, no creo que pueda hacerse una reducción que simplemente niegue una idea que ya por sí presenta la concepción de lo ausente, puesto que toda presencia ya sería suficiente para contrariarla.

Quizá la tarea sea por más, absolutamente superior a hallar una justificación de la existencia, en tanto la realidad es más fuerte y conlleva interrogantes también profundos, derivados de la pasión por cuenta de la mera posibilidad de estar. Algo habrá que hacer a partir de esta presencia, en algo tendrá que terminar ese salto biológico hacia el desarrollo de un ser (persona) que tendrá a través de su voluntad y de su accionar, un eco sobre la existencia de otros. Ser entonces, conlleva el hacer, incluso por cuenta de las omisiones conscientes o no, puesto que cada existencia se halla conectada, relaciones de poder, de acción, de conveniencia, de placer.

Cansarse es fácil, la actividad pareciera ser una contravención a la naturaleza misma de la vida, aun cuando esta es dinámica, pero a su vez la inercia no es afin a nuestra biología y es posible que el mismo aburrimiento al que muchas veces he hecho referencia, sea tan solo una forma de resguardo cultural de las formas del pensamiento, de las características de la razón, de la confección propia de las ideas.

Solo queda encontrar una excusa que no lo sea tanto, un momento detenido para examinar el siguiente paso, sin caer en tanto lugar común e intentando que nuestros discursos difieran aunque sea en la forma final de exposición, para que las ideas y acciones personales den cuenta de algo de valor individual. ¿no? 

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