Y sí, otro ciclo. Otra vuelta, otro giro.
Ha pasado de nuevo y cada vez le hallo menos gracia.
Maldita sea, es como si cada vez fuera perdiendo sentido y no solo frente a la propia existencia si no que está delirando en el espiral cíclico.
Es poco lo que me queda del gusto por lo otro.
Es nada lo que ahora me inspira a llevar a cabo cualquier clase de celebración.
Pero está el otro.
La otredad es una constante disruptiva, ahí en donde tendría que haber una variable.
Pero a veces yo mismo me sorprendo de que nada pueda llegar a serlo, a pesar del dinamisco y del caos universal.
Pero yo que sé, soy uno más, con un año más.
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