En un tiempo sabía cómo poner etiquetas, en otro, podía escribir sin pensar, sobre cada cosa que me pasaba durante el día. En estos tiempos me cuestiono sobre el escribir, me pienso sobre el conocer, reflexiono sobre las oportunidades, sobre las calidades, sobre los defectos, las virtudes y el deber. Maldito deber.
Hoy este espacio cumple diez años, desde que en un momento cualquiera y como ejercicio propuesto por quien me ayudaba de la mejor manera posible a pasar los días, me aventuré al ejercicio del escribir. ¿Increíble, verdad?
Este espacio ha tenido de todo: mis primeros cuentos, cientos de ensayos sobre la cotidianidad, la desidia y el poder de la reflexión. Sobre todo y nada.
Porque así ha sido mi vida. Ha dado tantas vueltas y aun, afortunadamente, no me siento tan viejo como en efecto empiezo a estarlo, tan solitario, tan huraño.
Varios años, entradas, reflexiones, costumbres, escritos, pesares, ella (varias ellas o ninguna).
Todo, ha pasado como deben pasar las cosas, sin que otra persona, aparte de quien escribe, caiga en cuenta de lo importante que es reflexionar, de lo que implica escribir, pensar, incluso, a veces, cuando se puede... actuar.
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