Hay una sensación extraña que lo aborda a uno a ratos; he explorado en oportunidades anteriores los momentos en que una persona puede llegar a ser y a como estar, la agobiante agonía que significa el simple hecho de existir, que es exacerbada por la continuidad de lo malo y lo discontinuo de la tranquilidad; en fin...
Había empezado estas palabras lo que parece ya siglos atrás; el tiempo también es uno de esos fenómenos difíciles, nunca le corresponde a uno y parece ser que solo es tuyo cuando ya no te sirve tenerlo, cuando ya esta gastado y peor, cuando no hay nada que hacer.
Seria la mejor manera de describirlo: Inevitable.
Tan inevitable como lo anterior es que tengamos que sentir y casi siempre lo malo antes que lo bueno, y dependiendo de la intensidad se vuelve, se hace peor el sufrir porque no podemos siquiera compararlo, su efecto es... devastador
Empecé esta irreflexión sin sentido y así mismo acabará, lo cierto es que es el resultado de un desvarío continuo, del incesante, inevitable golpeteo de lo sentido; siempre allí.
Había empezado estas palabras lo que parece ya siglos atrás; el tiempo también es uno de esos fenómenos difíciles, nunca le corresponde a uno y parece ser que solo es tuyo cuando ya no te sirve tenerlo, cuando ya esta gastado y peor, cuando no hay nada que hacer.
Seria la mejor manera de describirlo: Inevitable.
Tan inevitable como lo anterior es que tengamos que sentir y casi siempre lo malo antes que lo bueno, y dependiendo de la intensidad se vuelve, se hace peor el sufrir porque no podemos siquiera compararlo, su efecto es... devastador
Empecé esta irreflexión sin sentido y así mismo acabará, lo cierto es que es el resultado de un desvarío continuo, del incesante, inevitable golpeteo de lo sentido; siempre allí.
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