jueves, 20 de mayo de 2010

Desespero

Esta entrada responde a una pequeña conversación que tuve por msn con el señor AV, encontrándome con su especial forma de asumir la cotidianidad. En principio me hallaba precisamente desesperado, este sentimiento es un pico emocional bastante complicado, que tiene que ver con el hecho precisamente de perder toda esperanza, se supone que esta es lo último que se pierde, pero eso no es tan cierto, yo ciertamente he dicho en más de una ocasión que la esperanza es lo único que se pierde, a la final la vida se nos va en sueños, en ilusiones y en la vana o no tanto susodicha, que no tiene otra cosa que ver si no con que nuestros deseos se realicen efectivamente. Solemos atarnos a ideas e ideales de lo que debe ser nuestra vida y como tienen que transcurrir las cosas a nuestro alrededor, carecemos de las respuestas pero como también lo he escrito antes, somos felices inventándolas, artífices de nuestros mayores y más dolorosos desengaños, nos entregamos a la satisfacción constante de nuestro orgullo y en alguna medida al alimento permanente de nuestra ilusión.

Nos sumergimos en una vida llena de contrastes en la cual lo último que intentamos precisamente es mostrar nuestras particularidades, con un afán extremo de estar dentro, pero a la vez con la contradicción constante de ser excluidos de todo aquello que nos “ate”, cada cosa la vemos como una afrenta contra la libertad y como un medio de dañar nuestro mundo, ese que hemos construido con retazos de otras vidas (nuestros padres, familia, parejas y amigos), de las cuales solo tenemos una muestra, la de aquellas melodías que se reflejan en nosotros, aquellos rostros que nos aman o nos temen y que nos cambian tanto como nosotros a ellos, mientras seguimos embarcados en la búsqueda de la continuidad y el equilibrio.

Soy malo para improvisar, precisamente creo que por tener un plan es que me he vuelto compulsivamente bueno para sentirme desesperanzado, para abandonar todo buen precepto racional y emotivo, para dejarme consumir por el tedio, para dejar que las cosas buenas se escapen de mi y que en su lugar quede una gran nada. Porque soy una caricatura, porque tengo claro que las personas distintas no pueden hacer cosa diferente a caricaturizar ese estándar del "otro", la convencionalidad se encuentra tan marcada que lo distinto se ve como caricatura, yo parezco sacado de un comic a tres tintas y lo peor, es que cuando se es un dibujo, se llora tinta y se escupen puntos, y a uno todo se le escapa entre líneas.

Entonces es mejor (saliéndome de mi propio ejemplo), perdernos en verdades, tan propias que se apersonen, tan únicas que sean melodiosas, casi todo entonces es un problema de armonía, de lograr el equilibrio, pero uno real; ¿Porque de que sirve poder ser escuchado si no te van a recordar?, me gusta el ejemplo de pretender ser una canción, de ser compuesto y llegar a otros oídos, de que puedan disponer de uno y entenderlo, completarlo, porque considero que puede uno ser suficiente pero no estar completo, de otra forma no buscaríamos nada, porque lo tendríamos todo.

Si yo fuera canción, tendría un coro mortalmente pegajoso, como lo que silbaría aquel condenado a la muerte, y quedaría como la culpa grabado en todos aquellos que vieran la ejecución; Me gusta también la idea de llegar a aquellos desesperados que buscan aquella emisora que tenga espacio para ellos, en ciudades que los rezagan y que prefieren desesperarse antes que darle cabida a estos necesitados a quienes sus deseos se les escaparon, a quienes todo se les vino abajo y tuvieron que retomar el hilo después de una noche de conversación distante y cercana, que encontraron su propia melodía entre el ruido ensordecedor de la noche, del silencio que cobija y es tan alto que apaga algunos sonidos; Silbando, cantando y componiendo versos que se vendan solos en las esquinas o que simplemente se reescriban a sí mismos, en un consuelo dado a tiempo y en la tranquilidad de aquello que se hizo así haya quedado mal hecho… o incompleto.

Siempre se necesitará algo de egoísmo para poder sentarse apropiadamente a componer, sacar de uno y para uno, guardar y conocer, intuir primero para después poder compartir; Porque cada canción de desespero puede ser de esperanza, es solo ajustar la letra y entintar la partitura, ya que no hay nada que no pueda ser arreglado. Hay que buscar con quien cantar o al menos perder el miedo a intentar alzar la voz, siempre, puede haber alguien que escuche, incluso uno mismo.

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