Soy la serenidad que lleva a la meditación
Y tu eres ese tan sagrado mantra
Soy ese juguito e' parcha que te baja la presión
y siempre que te sube tu me llamas Ya
tira la sábana sal de la cama
vamos a conquistar toda la casa
De todo lo que tu acostumbras soy contradicción
Creo que eso es lo que a ti te llama"
(Fragmento de La Complicidad, por Cultura Profética)
Como raro, los ojos se abrieron para dar paso a más sombras, para dibujar sueños a medio camino, para eterealizar lo real y para realizar el ocaso. Realmente lo he intentado, perderme en el olvido mientras pausada y contradictoriamente te recuerdo; aunque debo decirlo, ¡sos un mal de tiempo completo!, un espejismo de lo que debería ser, pero que jamás estaría bien, como un pecado repetido, como una muestra de irrespeto, por el orden de las cosas.
¡Oh delicioso caos!, me gustabas más cuando no vestías curvas femeninas, cuando al respirar no sentía aún el ácido y lechoso vapor de tu ausencia, cuando al mirar a un lado veía un espectro de mi ser y no un pesado lastre de tu presencia, aquí tan cerca que me tropiezo contigo a cada paso, en cada recodo y en cada peldaño, y eso que mis escaleras son todas en bajada y mis caminos están plagados de zarzas.
Una simple promesa, dos palabras o quizá un centenar de las mismas, alimento y tal vez un adiós; sin embargo este llegó antes. Se anticipó como lo hacen todas las otras desgracias conmigo, aprendieron a saltarse la fila y a llegar, venir, volver e incluso jamás irse.
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