Bogotá D.C.
El clima ciclotímico, bochornoso y friolento a la vez; que golpea a esta ciudad es una cosa peligrosa. Y ha causado a mi parecer una epidemia de tosedores y tosedoras compulsivos, personas que, afanadas por las reprimendas laborales, prefieren ir a sus trabajos a expensas de su salud, y la de otros, y contribuir malamente con la cacofonica melodía rutinaria de la oficina citadina.
Esto sin embargo, no es tan grave o supone un disturbio menor para las acosadas mentes y resistentes existencias de las personas que a diario dan lo mejor de si mismas con el afán de hacer arribo a los espacios reducidos en que a expensas de computadores, cosedoras, perforadoras, y cientos de clips y hojas de papel; marañas de escritos, peticiones, oficios y memorandos, entre tantas otras formas de comunicación ritual, solemne, formal; se construye el mundo y se solucionan los problemas de la vida.
Hemos entregado nuestro mundo al cumplimiento de deberes, a la obligación incesante constante y continuada de hacer algo para alguien más...
Estamos perdidos...
...Y el clima no ayuda.
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