Somos poco menos que el reflejo de alguien o algo más. La descendencia conlleva la dilución de la especie, de la raza, del conocimiento, aunque se considere que el mismo se transmite incluso geneticamente.
Somos como estamos y parecemos menos de lo que somos. El mundo se ha hecho grande a expensas de la grandeza humana individual bajo el estandarte de la supremacia del mundo humano civilizado, el mismo que ha impuesto una consciencia colectiva y unos conocimientos aprehendidos e innecesarios para reemplazar la curiosidad propia de la creatividad e intelecto de la especie.
Somos una mancha en donde antes había un trazo firme, una sombra en donde antes yacía una silueta definida y con un volumen correspondiente a una estampa lúcida.
Somos café en la mañana, almuerzo al medio día y desgane en las tardes.
Somos eso, y mucho menos...
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