El tema con los viernes es que todo el mundo se encuentra a media marcha, o tiene poco o nada de ganas de hacer, lo que naturalmente se ha visto en la obligación de realizar, muchas veces por decisión propia.
O es posible que cada día nos estemos quedando sin más opciones, o es lo que pienso cuando reflexionó como me habría gustado ser pescador o artesano, y vivir de la naturaleza; o tal vez un artista marcial entregado a la disciplina del cuerpo...
Pero no, hay que comer. Y por duro o difícil que nos resulte, las personas que se dedican a pescar, a los artes manuales o a las artes marciales, pueden bien terminar en las calles de nuestra abarrotada ciudad, coleccionando malas miradas y lastima en forma de monedas o sencillamente vivir en una pobreza que haría sonrojar al mismísimo Yisus.
A esta hora me lamento un poco, al no tener la libertad de poder quedarme en casa a reflexionar sobre la vida y los otros demonios y angeles que rondan mi cabeza, y sin embargo, debo quedarme aquí a la sombra de este computador, a expensas de algunos pendientes y de unos cuantos propósitos no tan inmediatos, cosas que pueden y deben ser postergadas ante la sombra funesta del cansancio por haber hecho tanto o más de lo que correspondía en días anteriores...
Lo bueno es, que es viernes.
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