martes, 8 de abril de 2014

¿A quién no?

Cada día de esta vida me cuestiono, sobre el cómo y el por qué de las cosas; los problemas explosivos, las cuestiones tendenciosas del ambiente, las dificultades del ser y del estar y otras tantas cosas que acosan mi consciencia, y parte de mi imaginación. He tenido que luchar con unos demonios personales tan fuertes que podrían llegar a atemorizar casi a cualquiera, al más fuerte de todos, al que resulte indolente, recio, o sabio.

Lo que he aprendido poco a poco, de manera progresiva y gracias a mi continua experimentación, la cual el ojo inexperto podría confundir con un errar metódico, es que cada vida necesita una dosis suficiente de drama existencial, de un malestar que soberbiamente llene de significado cada uno de los días, para contrastar con cada bienestar, tragedias que resalten las buenas nuevas, los episodios felices y aquellos instantes que vale la pena recordar y atesorar.

Con todo y ello, me sorprende como todo el mundo guarda con mayor celo la nostalgia, o rodea y enmarca cada episodio memorable, de alguna carga pesarosa, lastimera o con un tinte de marcado fracaso. Quien crece, recuerda los momentos pasados de su niñez como aquella circunstancia deseable y perdida para siempre, la libertad, la vitalidad y todo aquello que necesariamente, u obligadamente debía acontecer, pero que considera materia de un hecho pasado, un periodico de ayer...

Llegué a esta reflexión al leer a mi amigo y colega AV, quien sabiamente y con su estilo pulcro, impecable, relata aquellas cosas de la cotidianidad que se asoman en cada respiro y con cada pestañeo. Luego de una brillante introducción encuentro que las cosas especiales le pasan a cualquiera, "como a todos". Esta lectura, más exactamente estas palabras, me motivaron a escribir esta entrada.

¿Y a quién no?

Al parecer todo el mundo (todos), cae en la frivola tarea de trivializar partes de su vida en función de zurcar mejor por las oleadas de tragedias, desamores y altercados propios de su curso; seguramente es proque el manual de petete de la seudoayuda indica que para superar los problemas, los mismos deben achicarlos, aunque cualquiera que sepa de física debe saber que a mayor presión, mayor temperatura, con lo que reducir artifialmente los problemas lo único que causa es que estos estallen...

Una de las peores formas de minimizar algo personal, es incluirlo dentro de una generalizacion que toque a un conjunto mayor e indeterminado en el cual cada uno sea una mínima parte o algo tan efimero como el grado que pretende darsele al problema; me explico, cada cosa deja de tener la importancia para el universo individual en la medida en que aplica para todo el grupo social al que se pertenece, lo que nos devuelve al "como todos", "como a todos", o "¿a quién no?".

Tambien puede obtarse por trivializar al objeto, la situación, si acaso el sujeto no puede ser total o correctamente reducido, puede circunscribirse la situación a una esfera de generalización que invisibilice la misma, de forma que ya se aplica un "como todo".

El problema principal, es que este tratamiento genera escenarios en que la capacidad para afrontar un impasse se desdibuja al dar paso a una reducción, la via fácil que consiste en no otra cosa que en sacar lo propio y meterlo dentro del costal de cosas que tienen los demás y que por reflejo resulta simple en términos de diagnostico y solución (mi manera molesta de decir que se ve la viga en el ojo ajeno, y no la paja en el propio). Entonces, tenemos personas que se quejan de no tener autoestima, pero no dan lugar para un auto conocimiento y auto reflexión que permita descubrir sus fortalezas incluso a través del contraste, porque no hay lugar a un engaño más grande que el considerar que la percepción es única y parte de la gran capacidad para sentir, procesar pensamientos y emociones, dentro de la lógica de la experiencia que curiosamente para la mayoría de pesonas implica directametne sabiduría, cuando en muchos casos no es más que vejez, un cúmulo de deberes que se incrustan forzosamente en el desarrollo de cada persona, y que por intermedio del hacer, transmutan el ser hasta volverlo dispensable, igual, como todo, como todos.


Nota: No logro concentrarme del todo, este trabajo es una sucesión de eventos malucos sin ningún orden que los haga más tolerable, con tanta gente con palabras raídas y colmadas de una extrema banalidad... No sé como hago.

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