Tomado de: http://www.imagenessincopyright.com/2014/07/llave-antigua-con-fondo-claro.html |
Seguir con este blog, con el ritmo que tuve el mes anterior no es nada fácil. Los días se hacen una constante que aun no tan repetitiva como podría (en un sentido de estar peor), si conllevan una rutina que guarda un peso considerable al acumular quehaceres en medio de los deberes y quereres. La cotidianidad se rodea de plazos, límites y tiempos, que sumados a los lugares necesarios para el amor y la dicha, terminan limitando el ocio, dentro del cual muchas veces esta bitácora no tiene un lugar determinado.
Escalas, graduaciones y medidas. No es de ninguna otra manera en que se sobrevive al ritmo de vida desde lo establecido y comúnmente aceptado. La corriente generalizada de pensamiento nos obliga a establecer prioridades y a buscar términos de referencia para nuestras vidas que se adecuen al discurso de la eficiencia, del rendimiento. De esta manera también hemos terminado por asimilar al ocio como algo improductivo y que debe casi que ser escondido, dejado a un lado y enterrado de la más felina forma. Pero algunos hemos optado por no establecer vergüenzas basadas en criterios ajenos, en especial ante lo ilógicos que resultan, contradictorios, ladinos y tan propios de estas sociedades que premian lo perverso por interposición de la virtud que está más gastada que las reflexiones al respecto.
Dejarse ir, dejarse llevar. Dejar ser.
Así, cada espacio es tan importante y tan especial como circunstancial. Porque la circunstancia es un camino necesario para la llegada a una consecuencia de índole significativo, lo cual tampoco implica que cada acción deba responder a un antecedente solemne o que revista de la mayor importancia para nuestra vida. Cada pequeña cosa de la cotidianidad incluso, está marcando una estela de puntos que conforman la línea de nuestras vidas, la cual no es recta como ya lo he mencionado varias veces, sino que resulta sinuosa, reptante, caótica.
Es ese mismo sentido del caos cósmico el que forza que cada una de mis acciones queden de manera impune ceñidas a la uniforme discontinuidad de mi haber, lo cual celebro cuando me permite permanecer lucido dentro de la red entrópica de mis propios pensamientos.
Ese mismo sentido del caos me llevó a titular esta entrada, porque es viernes otra vez, porque nuevamente todo confluye hacia el verdadero aprovechamiento del tiempo libre (ja, aprovechar), o simplemente porque si.
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