En febrero del año 2013, empecé a querer, considerar, a determinar una pequeña reflexión especulativa de corte más o menos profundo en relación con la voluntad. Quizá debería empezar por dar cuenta de su significado, hacer algun acercamiento a través de la semiotica o desde las percepciones propias del lenguaje, sin embargo tengo claro que este rasgo humano tiene varias aristas que parten desde el individuo y sus diferentes manifestaciones.
El sabio internet nos presenta varias aproximaciones al termino, desde una perspectiva puramente individual y psicológica, encadenada sin embargo con aquella dimensión social individual en tanto lo que se piensa, concibe y luego se quiere o desea se vincula con el orden social, con la libertad.
Según múltiples acepciones del Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L., el término "voluntad" puede entenderse como la facultad del ser humano "(...) para gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado". De igual manera se relaciona el concepto con una capacidad, la cual lleva de la mano un grado de esfuerzo, en especial desde un punto de vista correlativo a la decisión, más que a la aptitud. También se toma desde esta idea la disposición o el mandato de una persona, como concreción o manifestación de su deseo.
Pero uno de los puntos de vista que más me interesa es el que está relacionado con la intención para hacer, con la gana o el deseo aplicado, con el fin de lograr o ejecutar alguna acción. Con la forma que toman los deseos, los quereres, la misma necesidad. La voluntad es la expresión razonada del movimiento, la oposición en desarrollo de nuestra caótica naturaleza a la inercia propia del fin de la existencia, hacemos, construimos, vivimos, en ejercicio de esta fuerza que nos lleva hacia adelante como un desarrollo del ser, antes que del estar.
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Existimos desde tiempos que anteceden a nuestra propia historia, como una muestra constante de acción, de influjo sobre la realidad, lo que puede o no estar motivado en nuestro deseo de control sobre nuestro alrededor, sobre la necesidad de superar nuestra propia mortalidad a través de edificios que desafíen la gravedad, el tiempo, el espacio, que sean más eternas que nuestra frágil y finita existencia, dado que los pensamientos perduran, el conocimiento se perpetua a través de las formas que ha fraguado el ser humano para hacerse siempre presente. La voluntad es un sentido de exaltación, una forma de acercarse a lo divino, de alcanzar las pretensiones propias de lo eterno y lo sublime en razón a la búsqueda de propósitos, el establecimiento de metas trascendentales que permitan a cada persona desarrollarse de la mejor manera posible, no se trata únicamente de algo como la felicidad, ni de un principio de mera supervivencia, se trata de la disposición filosófica, del sentido reflexivo de la presencia, de una contemplación de la existencia que derive en un principio, que de sentido a la historia, detalle un pasado, constituya un presente y aclare de alguna manera la incertidumbre del futuro.
La intencionalidad es una idea derivada de la responsabilidad y que ha llegado a ser constituida desde los elementos relativos al sujeto, que tienen efecto en la forma que toman las acciones, en especial desde las reacciones o consecuencias de los mismos. Es decir que la el elemento volitivo no es otra cosa que la expresión razonada en procura de una determinada consecuencia, o que incluso permita establecer que se conoció con cierto grado de certeza que algo sucederá luego de haberse aplicado una acción, y que de alguna manera lo acaecido no fue originado por el azar, con independencia de que el resultado final si haya sido intervenido por fuerzas ajenas o extrañas al entender del ejecutor.
Pero más allá de la responsabilidad de los sujetos racionales, la voluntad es un concepto que procura dar una idea de motivo, antecedente consciente o incluso de planificación, consideración previa o presupuesto de hechos o escenarios.
Quizá la idea trascienda únicamente a una razón como quise, que fundamentara la acción, como oposición consciente a la inercia también derivada de la aplicación de lo racional. La gana o energía que se presenta como contraprestación a la misma desidia, a ese malestar de lo consciente que se deriva del cansancio trasmitido a la especie y que ha trascendido nuestro propio humor, quitando el mismo sentido existencial que es propio del ser humano, al que clásicamente se le ha tildado de consciente en virtud de su relación con la realidad, tanto aquella derivada de lo sensorial, como toda aquella que se ha generado en razón de su pensamiento y emoción.
El malestar de la existencia, los problemas derivados de la corriente moderna, homogeneizadora tanto del pensamiento, como de las razones conscientes propias de la cuestión existencial, se presentan como una negación al problema, de manera que si la razón es negada o reemplazada parcialmente, en el mismo sentido se establecerán cadenas de motivación que alteren la dinámica de la voluntad, sustituyéndola por un seguimiento a la idea generalizada que ha sido adoptada.
El individuo se hace entonces, uno solo con la realidad frente a la cual ya ha perdido el poder y la voluntad de alterar. Y este, es un problema para otro día, para otra especulación.
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