jueves, 29 de marzo de 2018

Dias santos

En algunos momentos de mi vida me he cuestionado sobre la santidad, de la misma manera en que alguna vez me cuestioné sobre los valores que dan pie a "fiestas" como las que generan los feriados o días festivos. En un tiempo estas fechas me valían poco menos que nada, tal vez esto era producto del desempleo, estado en el que todo gravitaba en torno a la necesidad. Aquel impulso por llevar a cabo alguna actividad productiva adicional (más rentable) y por establecer al fin una verdadera independencia, la cual tan solo es posible con un ingreso estable y constante. O al menos eso era lo que creía en ese momento.

Pero esto ya no es importante. Hace ya varios años que mi vida se encuentra sometida a una rutina de trabajo, de ocupación e, incluso, de estudio, que me ha permitido apreciar de manera diferente los días determinados para el disfrute de sí mismo o, en todo caso, para el descanso.

Descansar. Vaya que a veces lo necesito. En algunas entradas he mencionado lo que implica este ritmo de vida, la monotonía, la ocupación o las necedades y complejidades de la cotidianidad en un mundo sumergido entre ruido, al cual tengo que huirle todo el tiempo valiéndome de la herramienta de los audífonos y de la buena música. Esa que muchas veces, y quizá sin exagerar, me ha salvado la vida.

Nuestros fiestas son todas derivadas de la tradición religiosa, producto de conmemoraciones de vidas de santos, aquellas personas que según estas mismas tradiciones se destacan por sus relaciones especiales con las divinidades o por una elevación particular de carácter moral o ético. Este vocablo también puede evocar la idea de pureza o de gracia y en todo caso corresponder a características especiales que denotan una cercanía, precisamente, a esa divinidad que sirve como foco de la idea teísta.

Pues bien, no todos los feriados corresponden con fiestas de santos y por tanto no todos estos días son "santos" como tal. La mayor correspondencia en este sentido se da durante la llamada "semana mayor" o "semana santa", en que se recuerda la pasión y muerte de Jesucristo. Pues bien, la tradición de mi crianza es católica y por tanto debí haber servido en algún momento como un número más para engrosar la amplia cuenta de predicantes de esta religión. ¿Para qué sirve este dato? Quizá para nada.

Lo único que pretendía era reflexionar sobre la santidad de un par de días en que en realidad uno no hace otra cosa más que descansar, que hacer uso de su tiempo libre, compartir con la familia y los seres amados y, eventualmente y si es del caso, asistir a los servicios religiosos en conmemoración de estas fiestas.

Un día no está dotado de repente de una cierta carga espiritual tan solo por la creencia de algunos pocos o muchos (los creyentes somos mayoría, sin importar la forma en la que creamos o en qué). Algo como tan aleatorio como la disposición de un Jueves cualquiera y el viernes que le sigue no tienen nada de especiales. Todo es arbitrario, tan salido de cuenta y de control como el mismo caos cósmico que creo a este mundo y a las personas que midieron los ciclos para darles correspondencia con los días y años. Vueltas y más vueltas del mismo espiral en que nada más importa que lo que se hace con cada momento.

Mientras, yo armaré un rompecabezas con la amada.

viernes, 16 de marzo de 2018

Autoridad, un tema difícil, quizá preludio de alguna reflexión

Me he preguntado bastante últimamente sobre lo que quiere decir, lo que implica, el concepto de "Autoridad". Quizá sea algo más de eso que damos por sentado, que no nos importa más de lo que es necesario porque ¿para qué?

Me hace pensar en el establecimiento, en que este es reforzado, precisamente, a través de la autoridad. Represión, dirán algunos, o la presencia necesaria de un orden que de sentido al caos que es la vida misma, pero en el que la respuesta, la consecuencia no tiene la esperada correspondencia que tiene en el mundo verdadero toda acción, puesto que aquel comportamiento no es del todo natural y por tanto no se encuentra permeado por algunos de los postulados más básicos del universo.

La autoridad nos muestra falacias por dominación y permite establecer mejores y más eficaces hegemonías culturales y sociales.

Lo que domina, el establecimiento, la ideología, el dogma, hasta el dinero; todas esas cosas nos gobiernan, incluso la tecnología de la que me sirvo para escribir estas líneas, es toda una autoridad.

Tomado de: https://pixabay.com/es/c%C3%A1mara-monitoreo-s%C3%A1tira-seguridad-1793803/
Ya hablaré sobre la forma de resistir. O de intentar hacerlo.

jueves, 15 de marzo de 2018

Otro poco sobre el cansancio

Este espacio siempre ha sido importante para mi bienestar, para la correcta determinación de mis días. Para que las cosas no golpeen tan duro y pueda, si se quiere, resistir. Sí, es que al sistema se le opone, se le reacciona, se le resiste.

Sin embargo, hoy estoy tan cansado, que ni una pequeña reflexión me sale.

Algo diminuto sobre la corriente del tiempo, sobre el devenir del espacio. Quizá abordar la tremenda complexión del ser y el estar.

La existencia. El uno, el otro, lo que pasa y lo que pasó en su determinado momento. Porque el tiempo es eso que da sentido al espacio, lo que genera la memoria y lo que permite que tengamos una idea de linealidad. Que comprendamos de manera sencilla al universo, aun cuando es una cosa que está muy por encima de nuestra capacidad de entender.

De eso se trata.

Pero para hacer algo bueno con ello primero hay que superar el cansancio.

Confrontación

El líquido rojo que corría por el filo de su arma se había condensado en una extraña forma coralina. La sangre también cubría su armadura y solo el visor de su yelmo se salvaba del pegote. Jadeó complacido. Observó el campo de batalla. Contempló la devastación. Miles de cadáveres desordenados como prueba del cruento desenlace. Solo quedaban él y su enemigo. Un último esfuerzo. Avanzó en búsqueda de una apertura pero tropezó con uno de los cuerpos del suelo. Su enemigo fue más rápido, certero. Un movimiento de martillo, un sonido seco y luego la oscuridad. Cuando el cráneo se rompió, volvió a hacerlo, saltó a otro cuerpo y tomó posesión del mismo. Sorprendió al maldito que lo había atacado antes con una puñalada fulminante en el cuello. La oscuridad había reclamado una nueva alma.

Iván Sánchez

600 entradas

Increíble que ya haya podido completar seiscientas entradas.

Esto tenía que ser un ejercicio de retrospectiva o de examinar qué tanto ha pasado.

Pero no. Va a ser distinto.
Tomado de: https://pixabay.com/es/m%C3%A1quina-de-escribir-antiguos-vintage-2653187/
Cuando llevaba algo así como 500 entradas escribí esto:

Con la entrada anterior complete ya 485 entradas publicadas. Serían muchas más si aquí persistieran los cuentos y los poemas que alguna vez estuvieron manifiestos en este espacio, pero que tuvieron que ser retirados en virtud a que los empezaron a copiar, a plagiar, a reproducir sin la decencia de siquiera mencionar la fuente, mi nombre o seudónimo. 

Pues bien, en la actualidad he podido completar más de una reflexión, he seguido con el ejercicio especulativo constante. La actividad de escritura me relaja y me hace pensar en diferentes cosas que resultan útiles dentro del desarrollo de mi vida cotidiana. Para exorcizar los demonios, para permitirme escenarios de verdadero cuestionamiento, del ejercicio de la consciencia y la razón; espacio que me ha servido para expresarme y opinar, con independencia de que ya nadie lea esto.

No me detendré por ninguna otra razón que sea que ya no sirve este sitio, que ya no tenga el efecto positivo que tiene hoy en día, puede ser que llegue a las 1000 entradas o a diez veces esa cantidad. La verdad es que no me importa de a mucho, porque al escribir resisto, al pensar y ser consciente refuerzo mi propio lugar en la existencia, de forma que seguiré, hasta que aún tenga aliento para escribir.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Otra de aquellas reflexiones sobre resultados electorales

No he sido ajeno nunca  a la política. Considero que es una dimensión importante del individuo y que el Gobierno, la democracia y las diferentes formas para abordar el complejo devenir de los pueblos, de las naciones, de los Estados; son temas que deben ocupar a todas las personas, puesto que la política pública es clave para la determinación de las condiciones básicas para subsistir o progresar dentro de un determinado país.

No debería estar explicando la importancia de la dimensión política de los seres humanos, pero en un país con una tasa de abstencionismo tan ridículo y en el que pareciera que las mayorías se manifiestan a través de prácticas clientelistas y corruptas, es necesario que el pequeño porcentaje de personas que votan bajo una premisa de opinión o con una consciencia del ejercicio electoral, conozcan la importancia de esto que están haciendo.
Tomado de: https://pixabay.com/es/demostraci%C3%B3n-a-ver-demostrar-2137450/
Para mí todo empezó por allá en el año 2010 con una reflexión titulada País de..., por supuesto ustedes pueden completar el título con aquella frase que se acuñó luego del asesinato de Jaime Garzón o con la frase despectiva más adecuada que encuentren. En esa reflexión me ocupé principalmente sobre democracia y, de alguna u otra forma, referí al deber ser de la democracia. Claro, era ese el momento histórico adecuado para elegir a alguien diferente, pero desde esa fecha el electorado, aquel colectivo de masa que no responde, al parecer, a ninguna lógica crítica; eligió a quien se les dijo; una decisión (cuando lo fue) motivada por un sentimiento de falsa seguridad sobre la base de la explotación de los diferentes miedos a los que históricamente se habían enfrentado las personas. Violencia, mucha. Este país durante el siglo pasado estuvo expuesto a un sin fin de manifestaciones de una guerra luchada entre nosotros mismos y cuyo objetivo no era otra que el control de los medios de producción tradicionales y alternativos (ilegales). Mafias y diferentes organizaciones criminales se encargaron de hacerle la vida imposible al campesino y se vieron, de un lado y de otro, cruentos crímenes que hicieron pensar que una política de Estado fuerte era la mejor solución.

Pero la violencia no cesó durante aquellos años anteriores al año en que escribí esa primera entrada. Por el contrario, existió un recrudecimiento del conflicto y otros pasaron a ser los principales victimarios (incluido el Estado) en tanto que se conocieron actos de extrema crueldad, con una canallez sin precedente en el que las victorias del Estado, contadas como estadísticas en contra de "los bandidos" como pudo haberles llamado el señor del sonsonete sobre firmeza y grandeza; esas victorias parecieron inflarse con víctimas aleatorias de aquel cúmulo de miserables y marginados que siempre son los destinatarios de las peores decisiones de Gobierno.

Pero tal vez esto sea una exageración, quizá lo que haya estado de por medio haya sido algo menos que una lucha ideológica por establecer la corriente de pensamiento imperante en el país. En ese tiempo no se notó tanto, según lo que me permite evocar la memoria, pero lo cierto es que había que darle continuidad a la política estatal de seguridad y al parecer esto solo podía ser asegurado a través de este señor que estaba siendo indicado por aquel otro que había "mejorado" por "completo" la seguridad en el país, arrinconando a los actores del conflicto y  garantizando, entre otras cosas, la movilidad básica dentro de este terruño.

En todo caso en ese momento se perdió la posibilidad de elegir a alguien diferente, y de ese alguien quizá me ocupe en otras líneas más adelante.

Luego, en 2014, tras las elecciones también para presidente del país escribí de nuevo. Esta vez una entrada titulada:  País de... (4 años después). En esta sí fui un poco más profundo en el análisis, porque de nuevo el país, aquel escenario de cruenta desigualdad y en el que no mucho cambió en los últimos 4 años; esta vez eligió de nuevo entre dos males casi iguales. Uno que representaba la continuidad de un gobierno amparado en las prácticas más politiqueras posibles vistas desde el mismo Frente Nacional en donde poco había de seguridad y en la que las circunstancias de desigualdad se fueron acrecentando para dotar a aquellos "marginados", como son abordados en el texto, de menos voz y cada vez menos formas de salir de su propia miseria y marginalidad.

Pero los fantasmas del comunismo y del castrochavismo que se empezaron a agitar como banderas para la unidad ante el miedo, fueron tan poderosos que la decisión estuvo dada para que se evitara la llegada al poder de alguien aún más nefasto que quien en ese momento lo detentaba. Todo el ejercicio electoral se erigió sobre bases mentirosas, sobre promesas vacías y dicotomías peligrosas como aquella entre la paz y la guerra. De esto da fe mi entrada y quiero por eso dejar algunas líneas acá como recordatorio:

Lo cierto es que en esta fecha, las personas parecen estar conducidas hacia un arrebato por el manteniento y garantía de la libertad, de aquella para moverse supuestamente en el país, aun cuando no tengan los recursos para ello, es la sola idea, puesto que es lo único que basta; una libertad idílica sostenida en la premisa de un gobernante con 'mano firme', que pueda -supuestamente- poner freno a un movimiento peligroso que aún hoy suele causar más pavor que cualquier monstruo de closet, nada menos que el comunismo. Lo curioso es que un pueblo que adolece de una marcada ignorancia, producto no menos que de la falta de oportunidad que ha supuesto la mala administración desde hace más de 12 años, de la política pública, donde en una lógica guerrerista precisamente, se destinan montones del dinero de los impuestos para sostener una guerra que solo existe cuando se requiere un motivo de naturaleza electoral, un conflicto que parece tan lejano, tan distante, pero a la vez tan natural, y que muchos saben que existe, pero no viven realmente en tanto no estan expuestos a los efectos de la violencia y el crimen que se encuentra tras los campos de batalla, que nos son otros que los campos en que viven aquellos a los que groseramente he llamado marginados.

¿Por qué libertad? Esa es la idea que se encuentra intimamente ligada a la de seguridad, aún falsa, aún falaz. A este proyecto de nación se le viene embaucando desde siempre con la promesa de libertad, y aquellos que dominan, se han encargado de hacer cierto aquella máxima frente a la cual 'la esperanza es lo último que se pierde'. Y esto no es nada diferente de la realidad de quien no tiene nada o tiene muy poco, y que ni consciencia le han dejado desarrollar, quien solo vive esperanzado y con un conocimiento de sí mismo que se limita a la comida del día, para quien la ilusión se materializa en novelas, en realities y en futbol, lo que no hace nada difícil que alguien con la suficiente habilidad mesianica, con la capacidad manipuladora de un estafador a gran escala; consiga aunar a sus fieles, tal como aquellas iglesias de corte radical a la espera de ser llevados al más allá por una inteligencia superior, lo que equivale posible suicidio colectivo, y que en todo caso no lleva a nada bueno. El arte de esta dominación basada en la esperanza está en someter a través de engaños tan elaborados que aún cuando parecen absurdos, son los que más tienen efecto en las mentes de los marginados, quienes aún cuando pueden saber de antemano lo imposible de las promesas encarnadas en su mesias, prefieren un sufrimiento estoico en esta etapa, con miras a una recompensa ideal, utópica. Es un engaño perfecto.

En los últimos años se han dado a la tarea de convertir a la libertad en una moneda de cambio, con sus varias especies y motivos, de cara a la posibilidad de hacer fortuna con ella, y añadirla con otros intangibles explotados por unos pocos, por la escaza minoría, la misma que se beneficia de la guerra y de la explotacion indiscriminada del territorio y los recursos nacionales, para quienes el Estado es una mina, una torta o una masa frutal que debe ser convertido en sustancia gelatinosa para untar (guiño).

Moverse tranquilamente por el territorio nacional o darle duro a la guerrilla no deberían ser afirmaciones suficientes como postulados estructurales de campaña, puesto que la seguridad del Estado es una política institucional y no la bandera de uno u otro candidato.

En octubre de 2016 escribí Sobre los perdedores, esta vez sin centrarme en las consecuencias de este ejercicio electoral y más sobre el marcado pensamiento canalla y cafre que encontré en las manifestaciones de supuesta democracia. En donde los consensos parecían estar enmarcados en este odio visceral que no ha servido más que para que se acrecienten las diferencias, para que se polarice más el país y, sin embargo, todo parece igual y servirse de lo mismo.

Tomado de: https://pixabay.com/es/seleccione-elecci%C3%B3n-elecciones-rojo-1671535/
Antes no me había ocupado de un examen de las consecuencias directas o indirectas de los ejercicios democráticos para elegir la composición del Congreso de la República, tal vez por lo que éste mismo implica. Este es un país con una supuesta división y equilibrio de poderes en el que, sin embargo, un presidente puede hacer muchas más cosas de lo que uno pensaría. Aun cuando le hagan oposición en el órgano legislativo, como ha pasado con el actual. Esto quiere decir que las mayorías en el congreso pueden llegar a servir únicamente para fines clientelistas al igual que para el mantenimiento aparente del poder por fuerzas como las del señor este que no quiere despegarse de aquel y quien ha logrado nada menos que una buena cantidad de representación a través de una campaña agresiva en todas aquellas zonas en donde la democracia es un chiste e incluso en aquel escenario donde se supone que reina el pensamiento crítico: internet.

De aquella fuerza política fue la mayor cantidad de publicidad con la que me encontré en Facebook y Youtube. Casi sin presencia de otras caras o candidatos, quienes decidieron que así fuera por austeridad o falta de dinero, o incluso con alguna suerte de compromiso con el ambiente.

Este ejercicio muestra que todo se queda en los mismos con las mismas. Que las tradicionales formas de conseguir, manipular y amarrar las intenciones de voto se siguen perpetuando a través de los tiempos y que, en todo caso, lo que queda para el voto de opinión es una marcada desinformación y un aprovechamiento de aquel temor básico que tiene la gente por perder lo poco que tiene, a pesar de que son estas mismas fuerzas las que les han impedido tener un poco más.

El sistema es perverso y sigue haciéndose cada vez peor. La gente (del común) ahora sí tiene acceso a redes sociales. Casi toda la población tiene acceso a internet y está pegada constantemente del chat y de toda otra suerte de medios para perder el tiempo. Todas estas personas son un cociente de masa que es altamente manipulable. A la cual el miedo por el comunismo y por convertirnos en otro país, a pesar de las complejidades para que eso llegara a ser cierto, les ha servido para salir a votar por aquel que les digan, por aquellos que no van a permitir que esos miedos se concreten.

Y habrá que esperar a ver qué pasa durante las presidenciales en mayo, pero desde ya auguro que no será nada bueno.

martes, 13 de marzo de 2018

Escepticismo como preludio a una reflexión

Pues va. Siempre es bastante grato contar con la ayuda del diccionario para empezar a hablar de un determinado concepto. Grato, ¿verdad? Pues a veces no tanto, y es que de eso precisamente quiero hablar hoy, porque me tiene un poco harto que el mundo esté tan perfectamente diseñado (en cuanto a estructuras sociales) que todo se dé por cierto, se dé por sentado o sea incuestionable.

"Escepticismo" (Del lat. mod. scepticismus, der. del lat. mediev. scepticus 'escéptico'.). Según la RAE esto es: 1 "Desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo". o, 2. m. Fil. "Doctrina que consiste en afirmar que la verdad no existe, o que, si existe, el ser humano es incapaz de conocerla".

A pesar de que me encanta la segunda concepción debo desecharla, en principio, en la medida en que si la verdad no existe, y si existe el ser humano es incapaz de conocerla, pues aun la verdad relativa a este mismo "axioma" da pie a una falacia circular (o por petición de principio); y no creo que la verdad no exista, si no, no podríamos tener algunas certezas básicas para poder existir. Es sobre la base de lo que se da por entendido que vivimos vidas medianamente funcionales sin estar a toda hora debatiéndonos en una decisión compleja sobre uno u otro tema.

Me explico. Algunas cosas deben ser tomadas como ciertas, necesitamos axiomas dentro del pensamiento científico y estructurado, necesitamos principios fundacionales, reglas de la razón que den piso a nuestras elucubraciones o que a un nivel más responsable que el de mis pensamientos, sirvan como punto de partida para el avance de la ciencia y de la técnica. Muchos de estos pensamientos de base, de estas verdades son, entonces, completamente necesarias como parte, he dicho, de una vida más o menos sencilla. Simple no es lo mismo que sencillo y hago esta aclaración porque facilitar las cosas no es caer en un extremo de falta de profundidad, o en un escenario en que se niegue la razón.

No. Muchas veces he sostenido en diferentes círculos (y cuadrados) que en mi entender una de las cosas que mueve al mundo es la pereza (quizá no haya dado tan tremenda explicación en este sitio). Y para ir más allá del posible chiste y decir a qué me refiero basta indicar que hemos hecho (como seres humanos) muchas cosas para ahorrarnos el esfuerzo, para tener vidas más cómodas. Para que, en teoría, cada vez nuestro esfuerzo se viera abocado hacia lo intelectual precisamente y menos a las labores manuales.

Pero eso mismo ya nos hizo demasiado dependientes del establecimiento, de la estructura y de aquel consenso del cual no participamos.

Por esta razón soy un completo convencido de que el ser humano necesita ser más escéptico y dedicar más tiempo a cuestionar el establecimiento, la estructura y cada uno de estos consensos en los que no participa. El individuo debe cuestionar su sociedad, el ciudadano su nación y su establecimiento político, y la persona debe cuestionar sus derechos y obligaciones. Debemos participar de las discusiones, debemos establecer nuestro criterio a través de la búsqueda consciente de argumentos, de la investigación de los aspectos de la vida que nos atañen y no esperar a que la solución llegue de otros o peor, que nos sea impuesta.

lunes, 12 de marzo de 2018

Necesidades o necedades

Cuando se trata de determinar lo que uno necesita, solemos hacer más trampa de la "necesaria", esto con el fin de obtener alguna clase de justificación para confundir los verbos modales. Sobre eso ya me he ocupado antes, de manera tangencial o no. De lo que se trata es de indicar que nuestra frágil voluntad es la que en realidad compone nuestro catálogo de necesidades. De esta forma nuestra compulsión por tener se convertirá, inexorablemente en una necesidad, mientras que le hacemos el quite a las cosas básicas que hacen más amable el "ser", que complementan la existencia y la hacen más satisfactoria.
Tomado de: https://pixabay.com/es/escarcha-macro-fr%C3%ADo-invierno-1903886/
Por defecto no tenemos ninguna idea de la razón por la cual habitamos este mundo. No sabemos para qué (o por qué) estamos ni tampoco por qué somos. Estos son propósitos, dudas existenciales, las cuales son más fáciles de llevar a través de medios o formas de anestesia (religión, drogas, sexo, etc.). Cada cual encuentra la manera de no pensar en ello, incluso haciéndose menos consciente, más torpe, más cafre.

Pero las necesidades si las tenemos, nos recuerdan varias de las condiciones inherentes al ser humano. Necesitamos varias cosas para subsistir, cada una tras de otra en una sucesión de aspectos más o menos vitales. Otras que requerimos como seres sociales que somos, y otras tantas como individuos formados para una larga sucesión de tareas complejas y enfoques especiales conforme con nuestro lugar en el mundo. Quizá aquel lugar que hayamos escogido, tal vez un escenario más propicio para el desarrollo de nuestros pensamientos y sentimientos. Todo esto es valioso y hace al ser humano. Pero ciertamente hay otras cosas necias, innecesarias y que solo sirven para dar rienda a nuestra capacidad para aprehender deseos ajenos, o tan simple como nuestra incapacidad para detenernos un momento a pensar.

Y decir que no. Maldita sea.


sábado, 10 de marzo de 2018

Ejercicios de decisión

Hoy es otro de esos días en los que en mi país se lleva a cabo un ejercicio electoral. En algún momento tuve un ejercicio de dicha al ser consciente de que existen varios contextos para la elección, para la escogencia y para la selección, y que cada una de estas palabras, entonces, implica un ejercicio de la vida diaria, de la misma política, de la cotidianidad. Que conlleva el desarrollo de principios de orden general, de aspectos necesarios para la constitución de verdaderos consensos como unidad de orden social necesaria.

Sin embargo todo es un poco una mentira. No digo que sea totalmente mentira, aunque casi. Se puede abordar la vida a través de un enfoque fatalista, o tal vez se puede abordar de manera crítica este tipo de sucesos. ¿Pero a qué me refiero?

Simple, es un nuevo ejercicio de elección, uno en el que se podrá examinar si los polos, si los extremos son los que más empatía causan en los electores, o si, simplemente todo seguirá como siempre porque la fuerza de la costumbre, el peso de la necesidad y la agobiante apatía puede más.

No lo sé, pero tampoco le auguro a esto algo enteramente bueno.

En todo caso: ¡mañana hay que votar!.

jueves, 8 de marzo de 2018

Jueves de ausencia de formas adecuadas

Esto de escribir todos los días es un ejercicio bastante complicado. No es como tal que no tenga algo para decir, es, simplemente, que todo puede llegar a ser repetitivo y, por otro lado, tengo muchas cosas en mente que requieren un ensayo mucho más largo que el de una entrada simple como esta que escribo en este momento.

En este día me sucede. Estoy afectado por el correr de las formalidades, de aquellas impuestas por aquel otro cuya sola presencia fastidia. Y es que he reflexionado y especulado sobre la tolerancia del otro y no he querido entrar a discutir sobre el "respeto", que según como lo veo es más un valor de igualdad más que una virtud necesaria para no dañar la convivencia social, para no tomar un camino violento o inadecuado frente a los demás.

Las formas. Acudimos a ellas siempre que necesitamos una excusa para un proceder que exceda el sentido común (o que lo reemplace). Porque el procedimiento, la ritualidad, crea en nosotros la ilusión de lo correcto, de aquello que es total y comúnmente aceptado.
 
Somos víctimas de los convencionalismos, de todo aquello que se supone "está bien". Pensar por nuestra propia cuenta, tener alguna suerte mínima de actitud crítica frente a la vida, a lo único que lleva es a un problema incesante. Se choca. Ser una persona chocante es, precisamente, que lo que uno pueda llegar a expresar siempre sirva como preludio de un problema. Nadie está dispuesto a ser confrontado, nadie quiere que le digan que está actuando mal, que no lo sabe todo, que no es la persona que cree ser o que sus palabras o acciones no son de completo y buen recibo para alguien.

Las formas, las formalidades, el ritual, son pequeños contratos de sometimiento. Algunas son más que necesarias para una convivencia "civilizada". Pero las demás para lo único que sirven es para demostrar que vinimos al mundo a estar, a pasar por ahí sin dejar la menor huella, salvo que esta huella se alinee junto a las de todos esos otros especiales y que están aquí para demostrar su valía, para dejar una muestra de su paso por este universo en el cual somos poco menos de estadísticas convenientes para mostrar la futilidad de nuestra propia existencia.

miércoles, 7 de marzo de 2018

Caer

No puedo más con esta idea que se sostiene a lo largo de todo el maldito internet y que reza que el género es una construcción social, nada que ver con la biología. Sí, claro, como la gravedad. Sigan pensando eso por favor, pero compruébenlo, nieguen la naturaleza, y con ello, salten de una gran altura, quizá floten, quizá sigan caminando en el aire.

Pero no.




Caerán.

martes, 6 de marzo de 2018

Martes de excesos

Creo que mi ser empieza a darse por vencido, que deja de ser para empezar a estar. Que empieza a considerar detenerse o dejarse llevar por la inercia espiralada de la existencia. Hoy mis palpitaciones anuncian de nuevo el advenimiento de la enfermedad, la conveniente aparición de la molestia, del malestar, de la indisposición.

Como de costumbre todo se junta y los días pasan sin consciencia, sin sentido y sin que pueda detenerme lo suficiente para aprender algo de ellos. Un aspecto insignificante seguido de otro y la consciencia de que solo el amor puede darle sentido al tiempo. No debería ser así y sin embargo es muy poco lo que puede hacerse al respecto, porque la consciencia es un camino poco absoluto. Porque pensar es no tener certezas, no es el control si no que es la falta de éste y la esperanza de ir hallando poco a poco respuestas.

Claro, si es que se sobrevive a la rutina.

lunes, 5 de marzo de 2018

Lunes sin color

El lunes azul (Blue Monday) es tan ridículo como el viernes negro (Black Friday). Los días no tienen un color como tampoco una categoría. Sin embargo, para este mundo (moderno) que solo puede ser explicado a través de infografías y de conceptos rápidos y contundentes, quizá lo mejor sea dar a cada cosa, a todo, algún carácter simbólico que lo haga inconfundible. Pues sí, aquel lunes de enero puede llegar a ser el más tiste del año y en sí cada uno de los lunes del año pero creo que para el común de las personas (los convencionales) todos los lunes son amargos, tristes, difíciles.

A veces entiendo el malestar de las personas por cuenta del inicio de la semana laboral. Quizá tengo algo que ver con mi propia condición, con lo que tengo para hacer, con aquello a lo que me enfrento dentro de una rutina que no es la ideal o a la que quizá ya no encuentro el chiste.
Tomado de: https://pixabay.com/es/dolor-de-cabeza-el-dolor-la-cabeza-1910649/
Solo al intentar escribir este texto tuve al menos un par de interrupciones, sin contar con el continuo resonar de los teclados, los eventuales clics de los "mouse" y todo lo demás que solo contribuye a la cacofonía de ruidos que no lo dejan a uno concentrarse del todo. Que son la pesadilla de la oficina moderna. Sin contar con quien no ha aprendido lo mínimo del respeto y tiene, además, su celular con todas las notificaciones a todo volumen (la semana pasada alguien acá tenía esto tan duro que hacía eco en todo el piso).

Este ritmo de vida, este frenético resistir, aguantar, soportar; ha puesto incluso en peligro mi vida. Mi cuerpo no está hecho para lidiar con este tipo de cosas. No soy un ser convencional, tampoco parece que perteneciera a este tiempo y a veces simplemente me pregunto si mi forma de ser no es anacrónica, si no se ha perdido en la corriente del tiempo y pertenece al mismo recuerdo al cual lo hará esta entrada una vez sea publicada.

Así las cosas, este lunes no tiene ningún color. Es un día más de la semana y aun cuando pueda coincidir de manera detestable con lo que siento, con los achaques de la salud y la convencionalidad, no tiene nada que ver en sí y por sí. Es hora de dejar las estupideces de un lado y dejar de absorber los mensajes de las etiquetas que nos han impuesto. Claro, catalogar, etiquetar, nombrar, son cosas importantes dentro de la economía de la reflexión, para no detenernos ante cada instante de consideración objetiva, para no pensar de más. Pero tampoco debe ser una excusa para dejar de pensar.

domingo, 4 de marzo de 2018

Una entrada de añadidura o cómo es de bueno hablar carreta

Así es, me encanta hablar, sin embargo no lo hago tanto como debiera. A veces siento que no seré bien considerado, que no seré comprendido y es que claro, puedo expresar toda una gama de pensamientos y sentimientos, pero lo cierto es que hay mucho que no es suficiente para que, lo que en verdad pienso, para que todo aquello que pasa por mi cabeza, todo el tiempo, para que las cosas que vienen a mí durante cada segundo, para que las reflexiones derivadas de mi paso por el mundo, para que las expectativas se cumplan, para que los deseos trasciendan los planos de la realidad; todo puede llegar a ser cierto aun cuando lo mismo palpable y cierto tenga niveles.

Así es y lo ha sido desde hace un buen rato. Mi condición de pensamiento me impide, como quizá se lo impida a muchas otras personas, el expresar todo lo que pasa por mi cabeza. No es correcto o tal vez se trate de que los pensamientos deban ser íntimos. Muchas de las cosas lo deberían ser y tal vez por la inquietante condición moderna (millennial) que hace que se tenga que compartir (estados, actualizaciones, trinos, etc.) algunas personas si pueden llegar a considerar que sus pensamientos son lo suficientemente valiosos o útiles para irlos por ahí desplegando.

Tomado de: https://pixabay.com/es/fuegos-artificiales-fuego-2585843/
Pero los pensamientos refieren a todo lo que hace la razón con cuanto percibimos. Nuestro cerebro es tan complejo que en ningún caso puede analizarse bajo una óptica de circuito integrado o bajo una lógica de algoritmo, puesto que no somos computadores, ni siquiera máquinas. Nuestra mente es un cuerpo complejo en que la consciencia fluye junto con los pensamientos y recuerdos y en donde todo pasa al mismo tiempo. La imaginación, la razón y el sentimiento están ahí presente mientras que lo único que da sentido a cualquier línea de expresión, no es otra cosa que el mismo tiempo, pues de otra forma nuestra propia razón podría perderse entre la percepción personal y la correspondencia espacial.

Darse cuenta, es difícil. Aunque con cierto esfuerzo ya no se precisa de alguna suerte de ayuda química o de algún transgresor que ponga a nuestros sentidos y a nuestra mente a trabajar de mejor manera, no. Somos capaces de abrir nuestras mentes a las sensaciones del mundo exterior, a pesar del ruido de la calle, del olor nauseabundo de los postes y las esquinas, e incluso a pesar de todo el smog que se queda pegado a nuestras pieles y que luego impide que nos desenvolvamos adecuadamente en términos de las sensaciones de nuestra piel, aquel gigantesco órgano que nos sirve como sensor de temperatura, así como de tantas otras cosas.

Como puede observar cualquiera que haya resistido la lectura de este texto, está en mi naturaleza el expresarme, de tantas formas como me sea posible y respecto de tan variados temas como esté a mi alcance. Especular es bueno, teorizar, pensar en las razones para las cosas. También es interesante y muy provechoso para todo el ser el que uno pueda aprender cosas, que se ilustre y halle respuestas en las observaciones y especulaciones de otros, las que tal vez sí fueron probadas, las que pudieron haberse consolidado con el fin de quedar dentro de un esquema de consenso que permita tenerlas, al menos en parte, como ciertas.

sábado, 3 de marzo de 2018

Sábado de exposiciones inoficiosas o con oficio limitado

En momentos como este me pregunto sobre la necesidad de la exposición. Sobre el carácter de aquello que debe decirse pero cuyo mensaje en últimas terminará en la caneca de todas aquellas ideas y conceptos que no sirven para algo en concreto, y es que claro, para qué expresarse si a veces es claro que no hay nadie dispuesto a escuchar. Nadie (o quizá muy pocos). En alguna entrada a la que titulé precisamente exposición y motivos hablaba de la confrontación y de la condición fluctuante del ser humano para que éste logre ser como aquello de lo que está compuesto: agua.

Tomado de: https://pixabay.com/es/ola-playa-oceano-mar-espuma-agua-1905610/
Pues bien, en enfrentamiento y la confrontación son ejercicios que se están dejando de lado, que se están evadiendo por la constante pusilanimidad de que son víctimas todos los hijos recientes de la modernidad. Las personas dejan de hacer y dejan de vivir, no solamente por cuenta de su comodidad y de aquella condición de adaptabilidad que se asoció a la resignación antes que a la resiliencia; Si no que también se trata de un temor a que en sí mismos y en quienes los sucedes se repitan las condiciones que antes forjaron la propia personalidad de las personas que les dieron vida, o sentido o un poco de ambos. La crianza al fin y al cabo se trata de ejemplo y de enseñanza.

Pero quizá se actuaría mejor si nos volcáramos sobre la condición de empatía que hace que podamos ser seres completos y sociales, es lo que sustenta, en cierta manera, el instinto de auto conservación. Deberíamos enfrentar a otros, confrontar nuestras emociones, discutir para lograr consensos o aunque sea para dejar en claro nuestros sentimientos y para que no se presenten malos entendidos. Pero por el contrario te consumes entre "emojis" y gestos ridículos y luego eres incapaz de darte a entender o de explicar algo sin entrar en algún conflicto aún más grave. Yo quisiera que hablaras, tú y el o ella, así como cualquier otro al que hace tanto tiempo no ves a la cara por andar revisando qué otra persona le dio "like" a tu última selfie.

viernes, 2 de marzo de 2018

Viernes de falta de ganas

Viernes. Sí, lo es, de nuevo. Ni más faltaba, el tiempo pasa, tiene que hacerlo, no tiene de otra.

Y es fácil entender por qué cada vez es más pesada la semana de trabajo. Quizá sea porque ahora que mi vida se encuentra satisfecha en aquella dimensión del ser que me resulta más satisfactoria sin que sea individual, pues los fines de semana no son solo descansos si no momentos añorados en que salgo casi que corriendo a buscar aquello que anhelo. Todo lo lleva a uno a esto, a buscar con desesperación el salir de la rutina, el dejar de ver todo lo que no es tan satisfactorio En cierta manera escapar, porque hay un límite de tolerancia para la confrontación, porque tampoco es bueno quedarse a sufrir con las consecuencias de una vida sin sentido, o de una existencia fútil que, de una u otra forma, requiere de respiros.

Aún siguen sin significar gran cosa para mí estos días, pero el sentimiento de desidia generalizado también se contagia. Las malas energías se pegan y resulta uno cubierto hasta la cabeza de cosas que ni se esperaba, lleno de todo lo que otras personas emanan aún sin darse cuenta. Y es que este es el común denominador, no darse cuenta, ir por ahí sin ser, tan solo existir.

Quisiera que fuera diferente, pero mi cabeza a veces no da para tanto. La madrugada la falta de una buena rutina de ejercicio o aquellas salidas creativas que para mí son fundamentales. Todo esto hace que la vida se complique, que se llene de aquel ruido al que ni siquiera puedo escapar con los audífonos, uno que parece que emanara desde dentro de mi propia cabeza. Así, tengo que lidiar con los demás, con el clima, con la contaminación y con mi propio desgano porque hoy es viernes.

Pero mañana es sábado y por fin podré tenerte en mis brazos D.D.

jueves, 1 de marzo de 2018

Como funciona el mundo

Esto no tiene formato de pregunta. Es claro que antes que buscar plantear más interrogantes, lo que suelo hacer en este sitio es comportar un sentido claro (tanto como puedo) desde una hipótesis de carácter especulativo que sirva como punto de partida para abordar una cuestión problemática. Y claro, yo no le tengo miedo a los problemas, los veo desde el punto de vista de la curiosidad que me caracteriza, un problema es algo que implica un interrogante, que plantea una situación que requiere de una solución y aquella, la solución, es un resultado, algo que llega después de un proceso racional, algo derivado del uso de la razón, de un proceso que implique la consciencia.

Pero el mundo funciona de otra forma. Los problemas son entendidos como maneras de entorpecer al establecimiento, como trabas a la estructura, circunstancias que afectan el sistema, que no dejan estar, que es aquello que más importa a las personas. A ese cúmulo común de seres que no soportan que su reducido mundo se mueva, por temor a que colapse. Todo problema es síntoma de algo que está mal. El problema, entonces, califica a quién lo plantea como alguien problemático y este otro tipo de personas son sometidas al ostracismo, porque aquel otro (el primero) rehúye de la confrontación de su propia razón, porque aquella persona que resiente cualquier actitud crítica no está preparada para aprender, ni para conocer más cosas diferentes a lo que ya le enseñaron. Porque se le huye al aprendizaje, se prefiere el adoctrinamiento y la instrucción.

De esta forma, entre menor sea el grado de verdadero conocimiento (ni qué decir de la sabiduría), mayor es el grado de certeza de aquel cafre de que está en lo correcto, de que su senda, su opción de vida, su opinión, su actitud, son adecuadas. Es el tránsito de la convicción personal sobre la inmutabilidad de las formas, aún de las virtudes, a una total trampa basada en el dogma de la moralidad, del espejismo que se crea la persona sobre quién es, sobre lo que significa, su sentido. Es por eso que estas mismas personas fácilmente caen en alguno de los espectros que niegan la consciencia y que establecen formas alternas a la percepción de sí mismo y de la realidad. Pero todo es una impostura, una verdadera falacia que se les construye sobre la base mitológica de un establecimiento que se sigue, pero no se comprende. Porque el sistema enseña a obedecer antes que cualquier cosa. La religión, el alcohol, el mismo ejercicio, o cualquier  otro dogma de cuidado personal (del cuerpo o espiritual) son formas para dormir o negar la consciencia, para escapar de la inexorable condición del ser, aquella que aun cuando puede llegar a ser compleja, dura, es multi dimensional.

Para eso se necesitan problemas. Se necesitan reflexiones, especulaciones, hipótesis y tesis de la más variada condición y como no somos seres absolutos, también necesitamos de consensos, porque en los demás hallamos el reflejo de la razón, más allá de lo que nos muestran nuestros propios sentidos. La percepción es una herramienta de la consciencia, la que sirve para explorar el mundo y hallarle algún sentido, para comprender y abordar

Insomnio

Creo que alguna otra vez empecé una reflexión con la definición del insomnio.

Insomnio: Dificultad para conciliar el sueño cuando se debería dormir...

En ese momento fui irónico, indicando que bastaba "definirlo para entenderlo" y que ya se podía solucionar.  Porque la forma de cambiar cualquier cosa es tan solo aceptar. O todo podría reducirse tan solo a decirlo, a una forma perversa de programación neurolingüística en donde nada importa porque todo puede cambiarse a través de la voluntad: ¿te duele? entonces piensa que no, y se pasará; ¿te preocupa? Pues deja de preocuparte. Simple, ¿no?

Claro, y esto de nuevo es una cita de mí mismo: "la magia de las palabras, o el positivismo aquel que de forma pusilánime pretende que las cosas carezcan de significado y que se les reste importancia; obviamente, por la magia de la reducción, de la negación, de la simplificación, todas los problemas se hacen circunstancias anómalas, las crisis se convierten en inflexiones, en curvaciones a las que no se debe prestar el mayor cuidado".

Así, las personas no deben esforzarse en conseguir la fuerza para superar todos los obstáculos. No. Lo que deben hacer es "minimizar estos últimos hasta el punto de que estos supuestamente sean mas franqueables, tanto como si en lugar de saltar un arroyo, se caminara por la ladera hasta su nacimiento para cruzarlo con un simple paso".

Pero sigo pensando en que es una trampa, una mentira que tal vez es necesaria para superar el día a día; autoengaño, un pajazo mental que tal vez ocupa más espacio que toda una cama king size.

Lo que me recuerda...

Sí, jajajajaja, dormir.

Esta entrada quedó muy parecida a la anterior, pero ni modo.