La noche se alzaba de nuevo llenando de oscuridad la ciudad; Todo ahora no era más que el recuerdo del cálido abrazo de la luz del hermoso sol que había caído ante el necesario ciclo diario que lo sometía. Se tejía la noche en una maraña de olores y recuerdos de lo que podía ser otro mundo; Pero a la vez se constituía también en un algo nuevo y vívido aunque a la vez distinto, muy distinto...
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En esta ocasión los miedos le darían forma a una figura en la noche; Se trataba de algo misterioso y lleno de sombras, profundo y tenue a la vez; Una representación de lo más oscuro, del terror, de la angustia propia de un mundo enfermo, o probablemente necesitado...
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Nunca supo por que había terminado allí, y jamás lo sabría. Se había quedado a un lado del camino en el paradero, esperando con ansias el último autobús. Pero en algún momento la profundidad de la noche la consumió; Se sintió sola, perdida, angustiada y temerosa de aquello que sabía que no estaba, pero que en su inconciente tomaba forma de peligro...
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Su corazón latía fuerte, de manera que podía sentirlo y escucharlo como un compás que indicaba algún suceso próximo y desventurado; Poco a poco tomaba con más fuerza aquello que guardaba entre su bolsa; Siempre se había reprochado esa compra, el impulso que la había llevado a hacerse a un arma, con la justificación de sus salidas a altas horas de la noche, no le brindaba la seguridad suficiente, ni respondía a su miedo...
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Pronto. Al parecer sus temores se materializaron en una figura que parecía moverse de una forma sobrenatural y con un impulso de otro mundo; Pensaba en las fuerzas de la noche, en los peligros y en su propia angustia, a la vez que con una calma increíble tomaba el arma que guardaba en su bolso y sin mas, casi al tiempo que salía la disparaba sin mayor dubitación...
Roberto nunca se imagino en medio de su borrachera que acercarse a una mujer sola en medio de la noche, refugiada en una parada de autobús le significara no poder volver a caminar entre los vivos; Mientras ella se lamentaba de que la noche, convirtiera a una señorita amable que atendía cientos de llamadas quejumbrosas a diario, en una temerosa, pero despiadada asesina.
Roberto nunca se imagino en medio de su borrachera que acercarse a una mujer sola en medio de la noche, refugiada en una parada de autobús le significara no poder volver a caminar entre los vivos; Mientras ella se lamentaba de que la noche, convirtiera a una señorita amable que atendía cientos de llamadas quejumbrosas a diario, en una temerosa, pero despiadada asesina.
Septiembre de 2007. Todos los derechos reservados.
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