viernes, 24 de septiembre de 2010

Fragilidad

Ayer me encontraba escribiendo una nueva entrada para este blog, sin embargo algo paso con el computador y se bloqueó, resulta que suelo tener ultimamente un poco de mala suerte con la tecnología; Ahora mismo temo que en cualquier momento este aparato deje de funcionar y el escrito se me quede inconcluso, lo bueno es que el blogger cada cierto tiempo guarda un borrador, con lo que no tendré que empezar de la nada. Tenía varios temas pendientes para escribir, aunque aún puedo terminarlos, solo tengo que tener algo de paciencia puesto que no es seguro guardar cosas en el disco duro de este aparato; Es increíble lo complicado que resulta hacer varias cosas sin la ayuda de la tecnología; por ejemplo yo intento escribir, pero cada vez que lo hago a mano, no me sale igual y me siento lento, torpe e incluso a veces un poco tonto; Alcancé a pensar en la posibilidad de usar una maquina de escribir cuando no tenía el computador, pero no tengo ninguna a la mano, habría que hacer la prueba a ver que tal sale, incluso podría llegar a pensar en comprar una para mí.

He estado enfermo, de una manera que solo me pasa a mí; Afortunadamente tengo la ayuda de mi ella, la cual el día de ayer cuidó de mí; Sin embargo en la noche me sentí tan mal, que creí que no vería el sol de hoy, pero aquí estoy dándole certeza a aquella frase que dice "mala hierba nunca muere", aunque ni soy tan malo, ni soy tan hierba.

El caso es que la vida es tanto breve como sustancialmente frágil, aunque los seres humanos podamos llegar a ser muy fuertes, y ejemplos hay bastantes; Como si no fuera suficiente con las contradicciones propias de nuestra existencia, nos enfrentamos a diario a otras como la del sentido de nuestras vidas y hasta la propiedad sobre la misma. Todo alrededor nuestro es tan frágil, tan delicado, que al parecer siempre tenemos que ser cuidados de una u otra manera, tal vez esto ayuda a que seamos tan sociales y que siempre estemos necesitados de otros, como si fueran el papel periódico para envolver nuestro delicado espectro vidrioso. Y es que a veces nos rompemos con una facilidad que no es propia de aquella fuerte fibra de proteína de la que estamos hechos, incluso se supone que nuestro corazón se rompe cada cierto tiempo por las intromisiones ajenas en el funcionamiento de aquel órgano que parece cargar mucho más que sangre; En conclusión a veces me siento muy fuerte, y creo que no soy el único al que le pasa, muchos por allí están en ese momento con la mirada elevada, la barbilla recta o hacia el cielo y los hombros en posición de galante duelo, caminando a sus anchas como si el mundo les perteneciera y entonando canciones de tiempos memorables, tonadas de triunfo, con palabras de ánimo desmedido y sonrisas que anuncian su paso con una cascada de perlas exhibidas en un mostrador de mercado de las pulgas.

Muchas veces he deseado ser más fuerte de lo que soy, mejorarme instantáneamente de cada dolencia, con un parpadeo desaparecer los malestares; Con el chasquido de mis dedos lograr que se vaya cada uno de esos pesares, que los pedazos vuelvan a unirse, que se regeneren las heridas del cuerpo, al igual que las del alma. Lo bueno es que tarde que temprano me curaré y con ello el día de hoy será tan solo un recuerdo más de aquella fragilidad que me recuerda que en definitiva, si soy humano.

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