Maldito año nuevo.
He decidido desde hace un tiempo que me encanta maldecir, es algo que se me da bien tanto como pocas otras cosas. Y quizá es que el verdadero talento me sea esquivo, o tal vez esa cosa no exista y por tanto no pueda, por más que lo intente, alcanzarlo.
Como sea.
No soy bueno para esto de los propósitos de año nuevo, pues este tema del año es tan aleatorio como puede ser y parte de la decisión de alguien, al igual que el mismo número del año en que nos encontramos. Y es que damos por sentado tantas cosas y lo que sucede es que nuestra vida es dictada. Corresponde con lo que nos dicen, lo que nos enseñan, a agachar la cabeza y a hacer caso.
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