Hoy no tengo nada de que escribir, sin embargo si tengo ganas de hacerlo; este sentir, esta necesidad, choca de plano con la fuerza que sobre mi cuerpo tiene el hecho de estar trasnochado. En estos momentos lucho contra el sueño y tecleo mientras veo el mundo en transiciones con sombras que caen como cortinas y me pausan la luz.
Solo quiero decir que siempre se puede volver a empezar todo. Ser realista no debe ser una excusa para matar la poca esperanza que no mata lo crudo, eminente del acontecer; la cotidianidad se presenta cada día robando lo mejor de cada uno; llevándose nuestra alma a cucharadas, sirviendo nuestro optimismo sobre una cama de nuestros sueños, como si no fueran suficiente festín nuestros sentimientos.
Por eso es que uno puede ser terco, no ganar siempre pero saber perder, y sobre todo acumular la experiencia necesaria para poder volver a intentarlo, llenarse de destreza y habilidad.
Conmino a la sabiduría porque sin ella no hay justicia en razón alguna, sin ella no hay cabida para un buen entender de sentimientos, para una aventura en lo desconocido. Aún para desbordarse y caer por la pendiente debió haberse sabido del paracaídas, de la sincronía, de la anticipación. Preparar y calcular son medios para evitar resultados nefastos, no para negar los procesos.
En fin, no tengo nada que escribir.
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