domingo, 25 de mayo de 2008

La Negra Maria Teresa/Dimensión de la Tierra

LA NEGRA MARÍA TERESA
Oscura, de tinta china,
era la María Teresa:
pupilas de lumbre mora,
piel de betún y de brea,
sonrisa de caña dulce
su boca de miel de abejas
y las manos como dos
guillotinadoras negras.
Nunca supieron mis ojos
ola de mar más violenta;
danzando la cumbia sólo
se puede pensar en ella,
en el trópico vehemente
u oblicuo de sus caderas
como una llama creciendo
en el volcán de las piernas.
El alcohol del currulao
la hundía entre las tinieblas;
bajo el vestido los senos
tomaban voz de protesta,
en agujas de luceros,
buscando romper la tela
y en riña las dos palomas
con la quietud de la espera.
María Teresa jugaba
las manos como culebras,
en marejadas de ritmo,
casi loca, casi eléctrica,
casi infantil, casi bárbara,
entre azogues que envenenan
y era una noche con luna
la sonrisa de la negra.
Prendida de ron podía
verse el fuego de la herencia:
negra, de africana estirpe,
por la sala cumbiambera,
dengueándose de lujuria,
ya de ron, ya de candela,
ya de aguardiente o guarapo,
repicando con las piernas,
iba enseñando las fauces
de sus enaguas babélicas.
El "bon bon" de la tambora
el "chinguí chinguí" que enerva,
el "firilú, firilú"
de la flauta nocharniega
y el "tren tren" de la requinta,
pólvora de la demencia,
sabían que era un ¡arriba!
de corazón y de arengas.
Ay, ay, que me ta quemando
la sangre entre laj acteria;
vigen rel Cajmen, María,
San Antonio, Santa Elena,
la calentura mi gente,
la juelza re larrechera
y er pícaro rel injuante
que me tiene toa ejtrecha!
Con este decir atávico
turbio como su presencia,
entre la hoguera del baile,
mordida por mil flaquezas,
con los brazos entreabiertos
y las manos con dos velas,
se recreaba en la sala
la negra María Teresa



Dimensión de la Tierra (fragmento)
Tierra para él amor, para la lucha,
Para la muerte, para la victoria;
Para la imprecación y la blasfemia
Para el vino total y alto júbilo,
Para alabarla, para hablar por ella,
Para llorar con sangre su abandono.
Para calmar su dolor de ausencia,
En él exilio de sus maravillas..,



Hugo Salazar Valdes
Condoto (Chocó), 1928 - Buenaventura (Valle), 1997

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