Hoy, es momento de hacer una reflexión distinta. Nos están midiendo, nos están calificando al tiempo que nos espían. Todo lo que decimos, lo que pensamos, lo que producimos, a donde vamos. El mundo se convierte poco a poco en un escenario, uno en el que el público nos evalúa todo el tiempo, y sus herramientas no son otra cosa que las maldingas redes sociales en donde cada día ocupamos más de nuestro tiempo (al que me diga que Blogger es una red social le quito el saludo, porque no lo es).
Todas nuestras actividades en internet se encuentran constantemente monitoreadas por aquel gran hermano que no es otro que grandes corporaciones, pero también -Y haciendo el trabajo sucio de estas- pequeñas y medianas empresas de tecnología que se dedican a capturar y procesar grandes cantidades de datos con el fin de que aquellos emporios del capital, aquellos monstruos que son dueños de casi todo, se sigan convirtiendo en los dueños del mundo.
El siguiente es un vínculo a una nota, bastante juiciosa sobre el papel de las evaluaciones financieras, su método y la importancia que tiene y que tendrá para nuestras vidas en un futuro cercano.
No se trata de la paranoía masiva por circunstancias como las que se evindencian en la conocida serie de Netflix, Black Mirror. No, se trata precisamente de lo que están haciendo con nuestros datos, con el resultado de nuestras interacciones y con los rastros que dejamos en internet como consumidores, que es, en realidad, el único aspecto para el que importamos dentro de la experiencia colectiva de internet de la actualidad.
Nuestros resultados de búsquedas, eso ya se sabe, el tipo de contenido que compartimos en redes como Facebook e Instagram e incluso la naturaleza y condición de los "amigos" que tenemos en las mismas redes, son y serán usadas como una forma de medir qué tan buenos somos para pagar. Claro, esto tiene sentido en un mundo que por un lado aboga porque nos desprendamos de lo material y vivamos, claro, el ahorro, pfff, ¿para qué? Lo importante es lo que se vive, por tanto hay que viajar, así uno no tenga como pagar el pasaje o en dónde alejarse. Vale hongo, siempre podremos usar un airbnb o incluso aterrizar en el sofá de alguien más, a través de couchsurfing. Claro, pero es que todo esto cuesta, los pasajes cuestan y se pagan, por lo general, a través de tarjetas de crédito; porque estos no pueden ser reemplazados por una app alternativa para hacer un viaje en avión.
Si nos gastamos lo poco que podemos ganar en viajes y la propiedad como tal es imposible (pues algo como comprar una casa o un apartamento hoy es impensable), entonces tendremos que necesariamente lidiar con los bancos, confiar en la tarjeta de crédito para estirar nuestros ingresos, porque siempre serán insuficientes si tenemos en cuenta todos los gastos normales, aquellos otros no tanto y la multitud de cosas que "tenemos" que hacer, y que es necesario comprar, tener, tener, tener y tener.
Por eso me preocupa, un mundo en que nos forzan a usar este tipo de herramientas y en donde las mismas se encuentran armadas con un fin perverso, que es modificar nuestros comportamientos para que no nos vayan a calificar más. Toma tus cinco estrellas *sonríe*.
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