Esta es otra de esas tantas reflexiones que responden a aquella realidad de la que uno muchas veces quisiera escapar, por la inexorable condición frágil de la voluntad y de la decisión humanas. Por la desidia que inexplicablemente sostiene al mundo y que hace que cada día evitemos con más ganas pensar.
En primer lugar, he de ocuparme de lo que es la consciencia. Aquí es donde recurro a la riqueza de nuestro idioma, a las amplias posibilidades que el mismo nos da para entender nuestra propia vida, si tan solo nos devolvemos a este (el idioma) en lugar de asirnos a los proto lenguajes y metalenguajes que están causando que dejemos de pensar (discusión y reflexión para otro momento).
Según la Real Academia de la Lengua Española, consciencia es:
"1. f. Capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella. (...)
2. f. Conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones. (...)
3. f. Conocimiento reflexivo de las cosas. (...)
4. f. Psicol. Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo".
Lo curioso con esta palabra es que parece tener un sentido similar a la "conciencia", pero en mi escaso conocimiento de la lengua, entiendo que este último término encuadra de forma más coherente en un aspecto correspondiente al sentido moral o ético de las personas, o el mismo conocimiento del bien y del mal.
Pero para este caso me referiré al conocimiento reflexivo de las cosas, porque a la final este es un sitio (Blog) en que se hacen reflexiones. Y en particular haré referencia al estado de cosas que tiene que ver con la dimensión política de cada persona.
Esta idea, de la política surge de la determinación de lo que trasciende al individuo, hacia la comunidad y hacia la sociedad. Es un término que se habría hecho popular desde el siglo V, una vez que el filosofo Aristóteles desarrolló su obra, que se titula con este mismo nombre. Como muchos pueden saber, el término tiene origen en el griego polis que hace alusión a las ciudades, que en la antigüedad eran, en sí mismas, Estados en donde el gobierno era parcialmente democrático.
Pues bien, para muchas otras fuentes (la sagrada RAE por ejemplo) este concepto tiene que ver con el "arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados". Y pueden encontrarse muchas más acepciones relativas a, como ya dije, la introspección sobre los asuntos de la sociedad, tome ésta la forma que tome. Puesto que lo que se busca es desarrollar o atender a una determinada dimensión del ser humano, íntimamente ligada con su naturaleza como animal social o sociable (sí, suena raro, pero denme gusto, somos animales que evolucionaron con base en lo que Durkheim y Weber llaman la "solidaridad mecánica" que no es otra cosa que la colaboración entre los individuos para la realización de tareas, cosa que se refuerza por la etnicidad así como la comunidad de creencias y sentimientos) .
Nos tenemos que juntar, así parezca raro, para decidir en conjunto, para protegernos en conjunto, pues el mundo en principio es áspero para nuestros delicados seres. Es por eso que caminamos sobre la suela de zapatos en la medida en que no poseemos almohadillas resistentes o cascos, y también nos cubrimos porque aún cuando algunos de nosotros tenemos algo de pelo, no se parece al pelaje y a la gruesa piel que resguarda a otros animales. Somos tan frágiles que nuestros bebes tardan años en poderse valer por sí mismos (E incluso muchos llegan a la edad adulta sin saber qué es eso).
Entonces, para un conjunto de voluntades es necesario, a su vez, establecer el conjunto de reglas que sirven como sustento a nuestra sociedad. A eso se le puede llamar contrato social y como nuestra modernidad ya venía provista de reglas que muchos entenderán como naturales y ya no se examina la vida de forma crítica (o ni se examina, ¿para qué?); lo que termina sucediendo es que simplemente vivimos conforme con lo que nos dictan. La modernidad ha gastado el discurso de la irreverencia, pero es algo pueril, que solo sirve para hacer pataletas sin verdadero efecto en la sociedad o en nuestras vidas. Somos reactivos en nuestra forma de llevar el cabello, o en la forma en que vestimos (que dicho sea de paso, por lo general no corresponde mas que con algún tipo de moda), o en alguna que otra actitud que constituye lo que, en lo estrecho que nos resulte el mundo, asumimos como libertad.
Lo he dicho muchas veces, pensar es problemático y la consciencia es en realidad un lastre, porque darse cuenta de lo que está mal es negar el sentido simple y básico de la felicidad, la que nos han traducido de varias maneras, pero que simplemente puede entenderse como vivir al margen de cualquier complicación, incluyendo, por supuesto, las derivadas de nuestra propia consciencia.
Así que cuando se trata de la política también nos solemos dejar llevar por la comodidad. También lo he mencionado antes, que lo que mueve al mundo es la pereza. Porque claro, queremos ahorrarnos cualquier clase de esfuerzo, pues la energía es finita, al igual que la vida.
Todo se acaba, menos las excusas.
En todo caso. Hoy en día veo como muchas personas entienden el ejercicio de la política como un concurso de simpatía en el cual la elección se debate entre los pareceres de corte menos objetivo posible, menos informado posible. El mismo Weber lo encuadraba dentro de un concepto denominado "dominación carismática" en sus formas de legitimidad. Y esto es importante porque es lo que constituye para nosotros la autoridad (lo legitimo), que es fundamental a la hora de aceptar el gobierno como institución dentro de nuestro contrato social.
Pero somos perezosos. Se prefiere la entrega incondicional a un espectro predefinido y constante de afinidad política, tan maniqueo y binario como sea posible, en la medida en que más opciones nos harían pensar y eso es lo último que se quiere. Aspectos como la tradición, la misma cultura, la etnia y el sentido de pertenencia nos endosan a una configuración estática que nos encuadra dentro de un subgrupo cultural que en realidad es inoficioso y que crea espectros de exclusión. Un tipo de solidaridad, de cohesión, que es más cierta respecto de los miembros más débiles de la especie, aquellos que necesitan que se les diga qué hacer, o que se les proteja todo el tiempo: los incapaces, los inútiles, los menos dispuestos.
Pero en esta forma de sociedad actual, mediada por la dicotomía de rendimiento y cansancio, todos parecen querer meterse bajo la sombra protectora de algún tipo de condición de inferioridad, con el fin de reclamar seguridad precisamente de ese Estado creado a través del contrato social, al que le aportan por obligación y sin ganas. En una sociedad a la que quizá le parasitan, de la cual viven, de alguien más, sin la posibilidad real de ser independientes o autosuficientes. En la que habitan como entes llenos de necesidades y desprovistos de un pensamiento propio y de cualquier característica crítica.
Sí. Esta entrada es un cúmulo de desesperanza y desmotivación, pero eso es lo que causa el ser humano, porque mientras existen cientos que están allí como prueba de lo que he estado describiendo, otros tantos no podemos hacer nada. Estamos condenados por darnos cuenta, por tener algo de consciencia, así como una gota de sentido común, escepticismo y actitud crítica.
Mientras tanto pelearemos con pasión. Se acabaran amistades, las familias, los amigos y las parejas entraran en un periodo difícil de confrontación. Porque la suma de todo lo anterior causa que cada uno se entregue a su propia idea de lo que el espectro político representa, es la consciencia irrealizada de lo político: Una sucesión de ideas plagadas de imposturas, de mentiras, falacias y cosas dadas por cierto por cuenta de aquella dinámica de seguimiento de la que he hablado al criticar esta modernidad y el control que sobre las consciencias impone aquella masa de pensamiento considerado como "opinión pública".
Y sin escuchar razones otros se matarán incluso. Mientras que los que se benefician por el poder de la ideología, los que se repartirán el poder, el dinero, la fama, seguirán como si nada, porque la consciencia de ellos está formada y tiene poco de verdadera conciencia.
Esta idea, de la política surge de la determinación de lo que trasciende al individuo, hacia la comunidad y hacia la sociedad. Es un término que se habría hecho popular desde el siglo V, una vez que el filosofo Aristóteles desarrolló su obra, que se titula con este mismo nombre. Como muchos pueden saber, el término tiene origen en el griego polis que hace alusión a las ciudades, que en la antigüedad eran, en sí mismas, Estados en donde el gobierno era parcialmente democrático.
Pues bien, para muchas otras fuentes (la sagrada RAE por ejemplo) este concepto tiene que ver con el "arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados". Y pueden encontrarse muchas más acepciones relativas a, como ya dije, la introspección sobre los asuntos de la sociedad, tome ésta la forma que tome. Puesto que lo que se busca es desarrollar o atender a una determinada dimensión del ser humano, íntimamente ligada con su naturaleza como animal social o sociable (sí, suena raro, pero denme gusto, somos animales que evolucionaron con base en lo que Durkheim y Weber llaman la "solidaridad mecánica" que no es otra cosa que la colaboración entre los individuos para la realización de tareas, cosa que se refuerza por la etnicidad así como la comunidad de creencias y sentimientos) .
Tomado de: https://pixabay.com/es/estar-juntos-solidaridad-playa-1880155/ |
Nos tenemos que juntar, así parezca raro, para decidir en conjunto, para protegernos en conjunto, pues el mundo en principio es áspero para nuestros delicados seres. Es por eso que caminamos sobre la suela de zapatos en la medida en que no poseemos almohadillas resistentes o cascos, y también nos cubrimos porque aún cuando algunos de nosotros tenemos algo de pelo, no se parece al pelaje y a la gruesa piel que resguarda a otros animales. Somos tan frágiles que nuestros bebes tardan años en poderse valer por sí mismos (E incluso muchos llegan a la edad adulta sin saber qué es eso).
Entonces, para un conjunto de voluntades es necesario, a su vez, establecer el conjunto de reglas que sirven como sustento a nuestra sociedad. A eso se le puede llamar contrato social y como nuestra modernidad ya venía provista de reglas que muchos entenderán como naturales y ya no se examina la vida de forma crítica (o ni se examina, ¿para qué?); lo que termina sucediendo es que simplemente vivimos conforme con lo que nos dictan. La modernidad ha gastado el discurso de la irreverencia, pero es algo pueril, que solo sirve para hacer pataletas sin verdadero efecto en la sociedad o en nuestras vidas. Somos reactivos en nuestra forma de llevar el cabello, o en la forma en que vestimos (que dicho sea de paso, por lo general no corresponde mas que con algún tipo de moda), o en alguna que otra actitud que constituye lo que, en lo estrecho que nos resulte el mundo, asumimos como libertad.
Lo he dicho muchas veces, pensar es problemático y la consciencia es en realidad un lastre, porque darse cuenta de lo que está mal es negar el sentido simple y básico de la felicidad, la que nos han traducido de varias maneras, pero que simplemente puede entenderse como vivir al margen de cualquier complicación, incluyendo, por supuesto, las derivadas de nuestra propia consciencia.
Así que cuando se trata de la política también nos solemos dejar llevar por la comodidad. También lo he mencionado antes, que lo que mueve al mundo es la pereza. Porque claro, queremos ahorrarnos cualquier clase de esfuerzo, pues la energía es finita, al igual que la vida.
Todo se acaba, menos las excusas.
En todo caso. Hoy en día veo como muchas personas entienden el ejercicio de la política como un concurso de simpatía en el cual la elección se debate entre los pareceres de corte menos objetivo posible, menos informado posible. El mismo Weber lo encuadraba dentro de un concepto denominado "dominación carismática" en sus formas de legitimidad. Y esto es importante porque es lo que constituye para nosotros la autoridad (lo legitimo), que es fundamental a la hora de aceptar el gobierno como institución dentro de nuestro contrato social.
Pero somos perezosos. Se prefiere la entrega incondicional a un espectro predefinido y constante de afinidad política, tan maniqueo y binario como sea posible, en la medida en que más opciones nos harían pensar y eso es lo último que se quiere. Aspectos como la tradición, la misma cultura, la etnia y el sentido de pertenencia nos endosan a una configuración estática que nos encuadra dentro de un subgrupo cultural que en realidad es inoficioso y que crea espectros de exclusión. Un tipo de solidaridad, de cohesión, que es más cierta respecto de los miembros más débiles de la especie, aquellos que necesitan que se les diga qué hacer, o que se les proteja todo el tiempo: los incapaces, los inútiles, los menos dispuestos.
Pero en esta forma de sociedad actual, mediada por la dicotomía de rendimiento y cansancio, todos parecen querer meterse bajo la sombra protectora de algún tipo de condición de inferioridad, con el fin de reclamar seguridad precisamente de ese Estado creado a través del contrato social, al que le aportan por obligación y sin ganas. En una sociedad a la que quizá le parasitan, de la cual viven, de alguien más, sin la posibilidad real de ser independientes o autosuficientes. En la que habitan como entes llenos de necesidades y desprovistos de un pensamiento propio y de cualquier característica crítica.
Sí. Esta entrada es un cúmulo de desesperanza y desmotivación, pero eso es lo que causa el ser humano, porque mientras existen cientos que están allí como prueba de lo que he estado describiendo, otros tantos no podemos hacer nada. Estamos condenados por darnos cuenta, por tener algo de consciencia, así como una gota de sentido común, escepticismo y actitud crítica.
Mientras tanto pelearemos con pasión. Se acabaran amistades, las familias, los amigos y las parejas entraran en un periodo difícil de confrontación. Porque la suma de todo lo anterior causa que cada uno se entregue a su propia idea de lo que el espectro político representa, es la consciencia irrealizada de lo político: Una sucesión de ideas plagadas de imposturas, de mentiras, falacias y cosas dadas por cierto por cuenta de aquella dinámica de seguimiento de la que he hablado al criticar esta modernidad y el control que sobre las consciencias impone aquella masa de pensamiento considerado como "opinión pública".
Y sin escuchar razones otros se matarán incluso. Mientras que los que se benefician por el poder de la ideología, los que se repartirán el poder, el dinero, la fama, seguirán como si nada, porque la consciencia de ellos está formada y tiene poco de verdadera conciencia.
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