Así es, me encanta hablar, sin embargo no lo hago tanto como debiera. A veces siento que no seré bien considerado, que no seré comprendido y es que claro, puedo expresar toda una gama de pensamientos y sentimientos, pero lo cierto es que hay mucho que no es suficiente para que, lo que en verdad pienso, para que todo aquello que pasa por mi cabeza, todo el tiempo, para que las cosas que vienen a mí durante cada segundo, para que las reflexiones derivadas de mi paso por el mundo, para que las expectativas se cumplan, para que los deseos trasciendan los planos de la realidad; todo puede llegar a ser cierto aun cuando lo mismo palpable y cierto tenga niveles.
Así es y lo ha sido desde hace un buen rato. Mi condición de pensamiento me impide, como quizá se lo impida a muchas otras personas, el expresar todo lo que pasa por mi cabeza. No es correcto o tal vez se trate de que los pensamientos deban ser íntimos. Muchas de las cosas lo deberían ser y tal vez por la inquietante condición moderna (millennial) que hace que se tenga que compartir (estados, actualizaciones, trinos, etc.) algunas personas si pueden llegar a considerar que sus pensamientos son lo suficientemente valiosos o útiles para irlos por ahí desplegando.
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Pero los pensamientos refieren a todo lo que hace la razón con cuanto percibimos. Nuestro cerebro es tan complejo que en ningún caso puede analizarse bajo una óptica de circuito integrado o bajo una lógica de algoritmo, puesto que no somos computadores, ni siquiera máquinas. Nuestra mente es un cuerpo complejo en que la consciencia fluye junto con los pensamientos y recuerdos y en donde todo pasa al mismo tiempo. La imaginación, la razón y el sentimiento están ahí presente mientras que lo único que da sentido a cualquier línea de expresión, no es otra cosa que el mismo tiempo, pues de otra forma nuestra propia razón podría perderse entre la percepción personal y la correspondencia espacial.
Darse cuenta, es difícil. Aunque con cierto esfuerzo ya no se precisa de alguna suerte de ayuda química o de algún transgresor que ponga a nuestros sentidos y a nuestra mente a trabajar de mejor manera, no. Somos capaces de abrir nuestras mentes a las sensaciones del mundo exterior, a pesar del ruido de la calle, del olor nauseabundo de los postes y las esquinas, e incluso a pesar de todo el smog que se queda pegado a nuestras pieles y que luego impide que nos desenvolvamos adecuadamente en términos de las sensaciones de nuestra piel, aquel gigantesco órgano que nos sirve como sensor de temperatura, así como de tantas otras cosas.
Como puede observar cualquiera que haya resistido la lectura de este texto, está en mi naturaleza el expresarme, de tantas formas como me sea posible y respecto de tan variados temas como esté a mi alcance. Especular es bueno, teorizar, pensar en las razones para las cosas. También es interesante y muy provechoso para todo el ser el que uno pueda aprender cosas, que se ilustre y halle respuestas en las observaciones y especulaciones de otros, las que tal vez sí fueron probadas, las que pudieron haberse consolidado con el fin de quedar dentro de un esquema de consenso que permita tenerlas, al menos en parte, como ciertas.
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