Tomado de: http://www.imagenessincopyright.com/2014/04/fotografia-de-un-nudo-marinero.html |
Hace algún tiempo escribí como detesto, o detestaba a esa fecha los días viernes.
Aún me sucede un poco, a veces. Por varias razones aparentes, otras conscientes y profundas, que exceden lo que ya he escrito de forma directa o tangencial.
Alguna vez escribí como existen zombis en las calles, en las plazas, en los autobuses. Quienes se mueven por la pura memoria muscular y el peso de la obligación; Tener que, deber (sobretodo deber, porque todos debemos algo). Indiqué como tal vez mi extraña antipatía por el día, corresponde a una falta de concordancia con las cosas como están constituidas. Una y otra vez el objeto de mis reflexiones ha caído en un espacio común en el cual me pregunto por la dirección, por el camino, por el estado, por la realización de la consciencia y los espectros relacionados con la forma de ver todos los tiempos, todos los espacios, lo que me ha llevado a la conclusión de que en algunos momentos lo indicado es hacer una pausa para respirar, o para lo que se me ocurra.
En todo caso, el viernes es la union con ese espacio merecido de descanso, de ver a la persona amadda y compartir con ella, de dedicar tiempo a si mismo; pero para algunos el peso del día como tal es grande y su propia forma de hacer las cosas los lleva a ir a media marcha, a departir más de lo debido, a hablar, contarse una y otra cosa, porque el trabajo queda en segundo plano ante la oportunidad de hacer alguna clase de charla, tan banal como se requiera.
Para mí todos los días siguen siendo iguales, el cansancio de la semana lo veo reflejado sobre las 6 de la tarde, tal vez un poco antes, pero no llego condicionado desde la mañana para hacer algo diferente, trabajar a otro ritmo. Claro, existen ventajas del día, como lo de no tener que llevar corbata, relajarse un poco desde la vestimenta, lo cual no es excusa para relajar el cerebro, o para usarlo de otra manera. Soy un bicho raro porque me gusta trabajar a un ritmo parejo, de manera constante.
2 comentarios:
No estamos solos en este mundo, amo las corbatas y vestir de traje sin importar el inclemente sol y calor de esta ciudad de provincia, aún así, me ocurre similar con los día lunes (irónicamente).
No es que seamos bichos raros, hay muchos como nosotros por allá sueltos, ajenos, solo somos una especie por escenario, si hay más de dos como nosotros en el mismo ambiente, hay plaga.
Yo en cambio detesto las corbatas y vestir de traje obligado. Por estadística si se resume a esta especie por escenario, resulta atípica o discordante, es decir: raro (por frecuencia, no de bizarro).
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