Viene de acá [
Primera parte].
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Tomado de: http://www.imagenessincopyright.com/2013/02/naegleria-fowlery-parasito-humano.html |
Entonces, tenemos claro que cuando una persona ya no necesita ser mantenida por otro, y aun así lo es o lo está, por aplicación del concepto expuesto previamente, se convierte en un parásito.
El parásito es una criatura que subyace al interés social por una vida productiva. Se encuentra más allá del esquema social así haga parte de él, lo cual me parece aun más detestable cuando se trata de encontrar una justificación en una conducta que caiga en lo abusivo, con la connivencia de ese otro que es manipulado por cualquier razón que a lo sumo resulta probablemente en un beneficio mutuo, en una simbiosis. Pero para ello tendría que haber una correspondencia al menos aparente en ese beneficio (mutuo), por lo que a juicio de la presente entrada tienen que ser extremos conexos o supuestos concordables.
Bien, tenemos toda una serie de justificaciones para que una persona vive a costa de otro, muchos usaran las excusas de corte sentimental, las cuales son claramente dadas al mejor ejemplo para lo que ahora me ocupa. Un parásito corriente es aquel que depende por filiación, biológica o no, de aquel otro que lo ha criado, sostenido, nutrido desde la etapa propia de indefensión. Por una obligación legal, afectiva o social.
Este es probablemente el caso más común de parásito, el que es también retoño.
La explicación social más común con respecto a este tipo de situaciones es la unión o comunión familiar, se supone que esta conformación social se constituye en una célula dentro de la configuración general de la comunidad. Pero este concepto ha evolucionado y la familia no representa tanto una unidad, como tampoco es ya una base social en su sentido estricto en tanto las familias se fraccionan y se diversifican conforme a la mecánica social.
Aunque pueda o no ser creíble, nuestro sistema de valores, de movilidad y escalado social se base en dos tipos de solidaridad: Una mecánica que se supone está inspirada en los conceptos y valores más naturales o básicos de la comunidad desde la enseñanza individual, cosas que se evidencian en la idea de la tolerancia, la misma compasión y el claro respeto de aquel mínimo de garantías personales, las cuales difieren entre uno u otro grupo social, pero en todo caso tienden a estar determinados con claridad a partir de las bases culturales y étnicas; Por otra parte se encuentra una especie de interconexión entre individuos que responde a una división orgánica, relativa a sistemas diferenciados y producto de construcciones propiamente sociales y culturales, lo cual explica hechos como la identificación por sistema de castas, al igual que las identidades académicas, profesionales, o por grupos que mezclan diferentes conceptos para la desagregación social, que implica a su vez el aglutinamiento y la cohesión, o incluso la homogenización como conjunto plural (pueblo, Estado, Nación).
De esta forma, casi que naturalmente respondemos a esquemas que sirven a la idea de la compañía, e incluso el ermitaño y asocial tiene en estas bases su razón de ser para la negación de la idea del otro, la reafirmación del yo o la protección de los espacios considerados como personales. Territorialidad, economía, sociedad, estos conceptos perduran y son transmitidos de una generación a otra, con independencia a la evolución de los discursos.
Pero esos mismos conceptos, sumados al modelo económico (o sistema de producción) imperante, nos refieren de manera constante a la idea de una autosostenibilidad, de independencia y de utilidad. Esta última se encuentra especialmente marcada dentro de la teoría económica que se basa en la idea del capital, que encuentra su perversión y cúspide también en las ideas de la especulación (económica, no la de este blog) y el consumo.
Como seres sociales entonces, pertenecientes a esta dinámica socioeconómica, debemos atender a la obligación de utilidad, tendríamos que corresponder al lugar dentro de la sociedad (cualquiera que este sea). Es por ello (en parte) que buscamos el desarrollo individual a través de lo profesional, para aplicarlo de alguna manera y encontrar algo útil que recaiga en beneficio personal, traducido como un trabajo. Esta compleja maquinaria social y económica es mucho más grande que nosotros mismos, y la divergencia a lo que está ampliamente aceptado, a lo que constituye las reglas del constructo social, también requiere de un gran trabajo de resistencia.
Las personas entonces pueden llegar a ser útiles o medianamente útiles, pero a su vez la dependencia de otros en parte o de forma total, puede ser constituida de manera tal que los recursos generados en virtud a su esfuerzo, a la carga que sobre ellos mismos pesa por cuenta de la utilidad de sí, solo atienda a ellos mismos de una manera que resulta parasitaria.
El parásito entonces, se aprovecha de la situación además del otro, de tal suerte que aún cuando trabaje, usará el resultado de ese esfuerzo en el mantenimiento de su estatus parasitario, en el refuerzo del mismo. La excusa para dejar de lado una vida apoyada en ese otro, es generalmente reducida a efectos de los mismos recursos, de tal suerte que le serán insuficientes para establecer una existencia autosuficiente.
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Fuente: http://www.imagenessincopyright.com/2013/03/economia-inversion-online.html |
La justificación encuentra su punto clave cuando se construye una verdadera zona de confort, apoyada en múltiples escenarios a los cuales el parásito acude como hechos. Pero un análisis económico medianamente serio podría mostrarnos como el vivir a costa de otros al único que beneficia es al parásito, constituyendo a su vez una afectación a las mecánicas sociales más básicas.
De esta manera quien vive de otros tiende a excusarse frente a esta situación en la falta de recursos básicos para su propia subsistencia. Esto por lo general no es cierto y conlleva una aplicación natural de la economía parasitaria para la cual los gastos propios que no conllevan la satisfacción propiamente de necesidades, tienen prelación, lo cual se explica en que las verdaderas necesidades son suplidas por otro. Las necesidades más básicas son aquellas que derivan de la propia biología: alimentación y dormida, al igual que la atención de necesidades básicas de expulsión de residuos. De esta manera todos necesitamos comer, al igual que un sitio en donde dormir y atender a nuestras necesidades fisiológicas Por extensión cultural esto implica también tener un espacio que pueda ser determinado como propio, al igual que el arreglo de nuestro ser dentro del desarrollo de lo que han llamado la "personalidad", que no es otra cosa que la extensión racional de este ser biológico dentro de un marco de referencia social.
Si se paga un arriendo entonces, o se tiene la propiedad sobre un inmueble de cualquier naturaleza, se atendería a casi todas estas necesidades, por lo que el parásito prefiere vivir en el sentido de "habitar" en la propiedad de otro o en donde ese otro es quien paga por el uso y disfrute de la propiedad usada para esa habitación. Este, suele ser un gasto que ocupa un margen amplio dentro del mantenimiento de cualquier individuo, y que por compensación este individuo cómodo prefiere gastar en sí mismo.
Podría seguir ejemplificando el orden de uso, conveniencia de manejo de presupuestos y toda otra cantidad de artimañas usados por el parásito para justificar su estilo de vida. Lo cierto para efectos de lo que me llevó a escribir esta entrada, es que una vida autosuficiente es más sana desde el punto de vista del impulso microeconómico y recae probablemente en la mejor utilización del espacio, una evitación de la oferta especulativa inmobiliaria, que se produce por la disposición tradicional de los espacios para vivienda en conjunto con aquellas de carácter comercial. Más cuando el parásito suele gastar únicamente en su propio bienestar, en bienes culturales, en diversión y otras industrias que tienen amplios márgenes de ganancia y que contribuyen de una manera menos directa al impulso y desarrollo de la economía.
Los mantenidos van a ser un problema que superceda todo indice económico en un tiempo venidero, cuando se examine la inconveniencia de frenar el desarrollo económico individual de un sistema que busca la mayor autonomía y eficiencia, por la conveniencia de evitar que otros busquen riesgo y por su cuenta establezcan dinámicas que muevan incluso generacionalmente la producción, dejando de lado tanto paternalismo y sobreprotección.